Lo primero que hicimos fue llamar al padre de Stephane desde mi celular para que cancelara todas las tarjetas. Luego volvimos a la casa corriendo y ordenamos todo el cuarto. Como cada vez que ordeno el cuarto, una vez que empiezo tal emprendimiento, se me va de las manos y se hace eterno.La idea hacer orden total era para realizar un inventario de las cosas robadas. A eso de las 3 de la mañana terminamos y el resultado fue el siguiente.
Objetos robados a Fizu
1) 300 dólares: al final encontré mi billetera vacía en el ropero.
2) Las llaves de mi casa en Buenos Aires: nunca sabré si me las robo o en realidad las perdí. Prefiero pensar lo primero.
Objetos robados a Stephane
1) Una mochila
2) Dos remeras y una de las 12 camisas.
3) El celular
4) Una gorra re pituca
5) Un par de anteojos de sol
6) El número de las tarjetas de crédito con las que compró cosas y un pasaje de avión por más de 3500 dólares.
Cuando Stephane me leía los ítems no pude evitar imaginármelo tomando un licuado de banana en una playa en Australia con la remera de Hard Rock Café París, la gorra y los anteojos del pobre francés.Ya cuando no teníamos nada más por hacer nos fuimos a dormir, pero debido a la tensión de la situación, ninguno podía pegar un ojo.
- Todavía no lo puedo creer - dije pensando en voz alta mirando el sucio techo de nuestro cuarto, sin embargo Stephane permanecía en silencio.
- Nos íbamos a ir a Argentina juntos. Lo iba a hospedar en casa dos meses. No entiendo. Además contaba con su hermano para que nos consiguiera pasajes baratos. - continuaba yo haciendo catarsis pero Stephane seguía tan enojado que no podía ni hablar.
- Encima yo en un momento desconfié y le hice el "Test del Bigote" y había dado negativo.
- Es que los orientales son lampiños...- comentó finalmente Stephane rompiendo su silencio.
- Aahhh... claro! La ley del Bigote no se aplica a Orientales por eso también había fallado con Piong.
De todas formas ya era tarde. No tenía sentido conjugar en el pluscuamperfecto.Ahora teníamos que ver como resolver toda esta situación, si es que se podía resolver. Para ello necesitaríamos de toda nuestra energía y concentración, por eso hice fuerza para cerrar mis ojos al estilo Hiro Nakamura y me dormí. Aquella noche necesitaba contención y tranquilidad, por eso soñé que manguereaba la terraza y regaba lentamente las plantas, para luego sentarme en mi reposera a acariciar al perro, que yacía dormido y pacífico a mis pies.
El día siguiente sería nervioso y agitado. Stephane tuvo que llamar varias veces a su padre y a su contadora, y hablaba y discutía con un poco de histeria en francés. Igualmente había una manera que pudiera recuperar las compras de las tarjetas de crédito. Tenia que enviar un fax a su banco con una declaración emitida por la policía donde constara que le habían robado las tarjetas. No parecía muy difícil por lo cual nos quedamos un poco más tranquilos, de todas formas por las otras cosas que nos había robado (incluída mi plata) le teníamos a que ir a reclamar a Mongo Aurelio.
Cuando nos dispusimos a ir a la comisaría, nos encontramos con Kumar, quien fumaba descalzo y recostado en la vereda. Como nos preguntó adonde íbamos y por qué parecíamos tan preocupados, le comentamos toda la situación con lujo de detalles. Yo esperaba que explotara en carcajadas y se revolcara por el suelo llorando de risa, sin embargo por primera vez desde que lo conocimos, apagó el porro, se incorporó y se puso serio.
- Pobre Siva... – dijo con la voz dolida.
- Por qué pobre? – preguntó medio molesto Stephane
- Porque es un tonto. Lo van a atrapar y por un delito así le van a cortar una mano.
Al escuchar sus palabras resoplé incrédulo ante tal exageración, si bien luego recordé varias cosas que había leído y escuchado sobre el Sudeste Asiático; los casamientos arreglados, los castigos corporales, y que por ejemplo en Brunei (país musulmán), la pena por tenencia de drogas es la MUERTE! (turistas incluidos!).
Todo esto resultaba muy difícil de creer ya que es muy diferente a las normas, leyes y costumbres del querido barrio de Abasto, donde las chicas pueden pasearse mostrando las piernas y los hombros, donde no tenemos que rezar 5 veces al día y donde no nos cortan una mano si nos atrapan robando un casette de Family Game en Carrefour...
Nos despedimos de Kumar, caminamos unos metros y le pregunté alarmado y en voz baja a Stephane
- Y ahora qué hacemos?!
- Lo denunciamos igual! Obvio!
- Pero le van a cortar una mano...
- No, porque vamos a hacer la denuncia sin dar ninguna información de que fue Siva quien nos robo, de esa manera recuperamos la plata y nadie le corta una mano a nadie... como dice el refrán: “Una mano lava la otra”.
No estaba seguro si Stephane entendía exactamente cuando tenía que usar ese refrán, de todas maneras no dije nada. Para evitar toda posibilidad de que lo atrapen teníamos que mentir y no mencionar que vivimos juntos un mes.
Una vez en la estación nos atendió un policeman, y como siempre, con una amabilidad y buenos modos impecables. Nos hizo pasar a una pequeña oficina y nos sentamos los tres en una mesa. Trataré de reproducir la conversación lo más fielmente posible.
- Entonces... cuénteme lo que sucedió.
- El problema es el siguiente. Hace dos días chequié mi cuenta bancaria y vi que usaron mi tarjeta de crédito para realizar varias compras por Internet. Entre ellas un pasaje de avión.
- Te robaron las tarjetas o solo los datos? - preguntó el policía
- Las tarjetas las tengo, de alguna manera obtuvieron mis datos.
- Dónde están hospedados ahora? - preguntó mientras escribía todo en un cuaderno. Stephane empezó a tartamudear tratando de disimular su nerviosismo, por lo cual consideré conveniente intervenir.
- Bellevue Road 44... creo... no estoy seguro de la altura...- era una direccion falsa.
- Aha - decía el agente mientras seguía anotando y nos miraba intensamente.
- Tienen alguna idea de quién pudo haber robado los datos?
- No - respondimos al unísono demasiado rápidamente. El policía nos volvió a mirar unos segundos y siguió anotando en su cuaderneta.
- Esto es un caso muy común. Seguramente algunos de los chicos con los que convivieron copió los datos de tus tarjetas y se volvió a su país. En todo caso, casi podría asegurar que quien lo hizo es un estúpido. (textaul)
- Estúpido? por qué?
- Porque solo es cuestión de llamar a la compañía aérea, dar los datos del vuelo que figuran en el detalle y automáticamente podemos saber quien tomó el vuelo. Están seguros que no tienen idea quién pudo haber sido?
- No, ni idea. - respondí y decidí que teníamos que mejorar nuestra actuación - Oficial, pero si el ladrón abandono el país, va a haber manera de atraparlo?
- Nosotros no... pero por eso tenemos algo llamado... la INTERPOL (100% textual)
- Eh?
- Si el ladrón viajó a cualquier país del mundo, excepto Zimbabwe, la Interpol lo puede encontrar.- Stephane estaba mudo. El policía nos miraba y sin duda nos estudiaba. Era una situación dificil y en la desesperación confesé
- Ahora que pienso, me parece que sé quien pudo haber sido. Un chico de Malasia con el que convivimos tres días apenas llegamos a Blenheim.
- Se acuerdan del nombre? - no sé que pasó por mi cabeza pero lo primero que dije fue
- Túmar...
- Túmar? - preguntó el policía mientras anotaba - y el apellido?
- Nunca lo supimos. Tumar de Malasia.
- de Malasia? Je, entonces es todavía más estúpido, porque una vez que lo atrapen le van a cortar una mano. Son muy conservadores allá. - con Stephane estábamos totalmente pálidos.
- Ahora lo único que necesito es que me impriman el detalle de todo lo que compró, el pasaje incluído, y de esa manera emitimos la denuncia para que el banco les devuelva el dinero y para atrapar a Túmar, o quien haya sido.
Nos levantamos, le dijimos que volveríamos ese mismo día o el siguiente con el detalle y nos retiramos. Salimos del edificio, al principio caminando y cuando ya nos habíamos alejado 200 metros empezamos a correr a toda velocidad hasta nuestra casa, donde nos encerramos en el cuarto y nos metimos abajo de la cama.
El plan de no incriminar a Siva no había funcionado. Las opciones eran dos
1) Hacer la denuncia y rezar para que nunca atrapen a Siva
2) Resignarse y seguir adelante sin la plata. En tal caso, Stephane se volvería a Francia, y yo me quedaría sin acreedor.
Es muy común que la vida nos coloque en esta posición binaria en la cual tenemos que decidir entre dos caminos excluyentes, pero todavía es más común que nuestra decisión sea tomar los dos caminos al mismo tiempo, demostrando así el carácter luchador, caprichoso y terco del género humano.
De alguna manera teníamos que recuperar lo robado sin arriesgar las manos de Siva. Nosotros sabíamos que era culpable y seguramente consciente del castigo cuando tomó la decisión de hacer lo que hizo, pero tratemos primero de comprender. Siva había venido a Oceanía, como todos, persiguiendo el Sueño Neocelandés, es decir, conocer otro país, trabajar mucho, hacerse rico y viajar por el mundo o volverse a su país y comprarse un auto. Sin embargo la realidad era otra, al igual que el resto, Siva no podía generar un peso. Seguramente el trabajo del Restaurante era mentira. Sus horarios eran absurdos y además trabajaba cuando quería, por eso pudo acompañarnos en la Batalla Sindical. Encima él tenía esta alergia que no lo dejaba trabajar en los viñedos, sin mencionar que él no contaba con una cuenta en Euros en Francia o con un amigo con una cuenta en Euros en Francia a quien parasitar. Vaya a saber uno lo que le pasó por la cabeza o el sufrimiento por el que pasaba para hacer lo que hizo.
Comprenderlo todo, es perdonarlo todo.
Comenzamos a deliberar con Stephane sobre nuestras opciones y alternativas, mientras que yo, al mismo tiempo, me puse a revolver las cosas que Siva había dejado en la habitación (en parte para disimular su huida y en parte porque no le entraba todo en la mochilita de Stephane).
- Vos pensás que Siva tenía en cuenta que no lo íbamos a denunciar, al enterarnos que le iban a cortar la mano? – preguntó el francés, jugueteando con la realidad.
- Nahh, no creo… - respondí distraído mientras me probaba la ropa que el malayo había abandonado.
- No se… tal vez Siva es un genio criminal con una mente superior, porque solo en un mes ganó un montón de plata sin trabajar. Pénsalo así, fue muy astuto, con el cuento que era jugador de Fútbol y aficionado a la lucha libre te compró a vos, y con el cuento que nos podía conseguir pasajes de avión al costo, me compró a mi. Al principio yo pensaba que Siva era un estúpido, pero ahora, sinceramente, pienso que era un genio.- concluyó Stephane.
Apenas terminó su pensamiento, entre las cosas del malayo, encontré un objeto que me hizo sonreír y entender que la vida es mágica, que el tiempo es eterno y el espacio infinito, y que no somos nada más que un graciosísimo pequeño chiste; en el placard, entre su ropa, nuestro amigo mitómano malayo, se había olvidado el documento de identidad.
- Créeme, Siva no era un genio criminal con una mente superior.
Me puse a leer sus datos y, adivinen qué?
Conocimos al malayo más de dos meses atrás, con Juan, en Tauranga, cuando cosechábamos kiwis y vivíamos con María y compañía. Recuerdo bien ese día porque fue el último día que le dirigí la palabra a mi seudo-novia alemana y porque era el cumpleaños de Siva. Recuerdo que fuimos todos a festejar, cantamos el feliz cumpleaños, lo abrazamos y lo besuqueamos… bueno, la conclusión de esta intro es que no era su cumpleaños, era mentira. Siva cumplía en Diciembre…
Finalmente nos acostamos y como ya era costumbre, la intensidad de la situación y los maullidos de los inútiles gatos guardianes de Kumar no me dejaban dormir. Me quedé pensando en el falso cumpleaños y cómo absolutamente todo lo que nos había dicho había sido mentira. Comencé a repasar cada día y cada momento que había vivido con Siva, pues recuerden que habíamos convivido juntos más de un mes, e identifiqué, más allá de todas las faltas a la verdad, muchísimas acciones y actitudes en su conducta que demostraban sincera amistad y buen corazón. Me apenaba que se haya vuelto a Malasia.
Y no se por qué, me acordé de aquella mujer a quien Siva, en chiste, llamaba “mamá”. Traté de recordar su cara y me di cuentan que eran parecidos. Que Siva haya mentido absolutamente en todo era una fuente de información muy importante, porque solo era cuestión de invertir todas las falsas premisas. Entonces, aquella señora malaya era su madre!!
Ahora teníamos un nuevo indicio de cómo recuperar nuestra plata.
Cerré los ojos y me dormí. Esa noche soñé que montaba un mariposa gigante sobre un bosque verde frondoso, dibujado con ríos resplandecientes de naranjú y habitado por hombres y mujeres de chocolate. Cuando me desperté decidí que esa era la última vez que cenaba con Kumar, y efectivamente, así fue.
El plan para aquel día era, mediante un trabajo detectivesco, encontrar a la madre de Siva, buchonearle lo que su hijo había hecho y que ella nos pagara todo lo que había robado. Ni un centavo más, ni un centavo menos. (como el libro de J. Archer).
Lo único que sabíamos era que la mamá había vivido con su hijo en la casa de Piong, nuestro primer jefe, con el que no teníamos una muy buena relación ya que le habíamos demandado el salario mínimo. De todas formas fuimos a su casa, le explicamos la situación y medio de mala gana, nos dijo aquella mujer solo había vivido unos días allí y que no sabía donde estaba viviendo ahora, lo único que sabía era que trabajaba en un asilo cuidando ancianos.
Por suerte, en Blenheim, la ciudad de los viñedos, hay un solo geriátrico. Fue así que allí nos dirigimos y preguntamos por una enfermera malaya.
- Ustedes buscan a Naan? Por que razón? – nos respondió la mujer que atendía en la entrada.
- Somos amigos de su hijo, y me parece que está en problemas.
- Problemas con Siva?! – preguntó alarmada la señora. Ahí nos confirmó que eran madre e hijo, porque hasta ahora no lo sabíamos con certeza ya que ni Piong sabía del parentesco.
Faltaban algunas horas para que la mamá de Siva entrara a trabajar, por eso, la enfermera que nos atendió la llamó por teléfono a la casa, le comentó de nosotros y quedamos que iríamos a su casa a charlar ya que ella también estaba muy preocupada por su hijo.
Fuimos a la dirección dada y era un casita re fea. Naan parecía muy nerviosa. Nos sentamos y le comentamos lo sucedido. Les ahorro todo el dialogo porque es muy triste, pero en resumidas cuentas Naan no sabía donde estaba Siva, quien no le respondía los llamados desde los últimos días. Siva era hijo único, así que el hermano piloto también era producto de su imaginación. Cuando le dijimos que nos había robado, Naan se puso a llorar, y nos pidió perdón. Al mismo tiempo estaba furiosa con su hijo, nos dijo que nunca más le iba a dirigir la palabra y que nunca lo perdonaría por haberle hecho algo así.
Le comentamos que teníamos que ir a la policía a hacer una denuncia para recuperar la plata del pasaje de avión y nos pidió, entre lágrimas, que no lo hiciéramos porque (no para nuestra sorpresa) por un delito así tal vez le cortaban una mano o algún dedo. Nos dijo que no tenía la plata porque todo lo que ganaba lo enviaba a su hermano en Malasia, pero que si le dábamos algunas semanas nos iba a pagar lo que Siva había robado.
Nos despedimos con la idea de volver a comunicarnos y nos fuimos con el espíritu totalmente agotado a nuestra casa.
- Me parece que voy a ir a la Iglesia – me comentó el francés – querés venir?
- No, gracias… me parece que voy a ir a la plaza.
Nos separamos, llegué al parque y me recosté al sol. Ahora la opciones eran más y más compliacadas.
Siva, sus mentiras. Fanático de la lucha libre. Fanático del fútbol argentino. Mentiroso como él solo. Gracias a él llegamos a Blenheim. El nos había mandado un mensaje de texto y había arreglado todo para que trabajáramos con Piong. Seguramente había escrito el mensajito con su mano, con sus dedos. Aquellos dedos morochos, cortos y regordetes. Aquellos dedos tenían que seguir en aquellas manos. No quería que se los cortaran.
- Me cago en 300 dólares, o en 1000 o en 3000. – dije en voz alta.
Yo no sabía que querría hacer Stephane pero por lo menos yo estaba seguro de lo que iba a hacer yo. Volví a la casa, vi que Stephane volvía de la Iglesia, lo esperé en la puerta y nos sentamos en la vereda.
- Estuve pensando… - dijo el francés – y me parece que lo mejor es olvidarse de todo y seguir adelante…
- Estoy de acuerdo…- respondí sonriente y aliviado.
- Entonces qué te parece si mañana mismo nos vamos de esta ciudad? – preguntó Stephane
- Sí, nos vamos y que sea lo que Dios quiera… pero no esperamos hasta mañana, nos vamos hoy mismo!
Y esa decisión despertó nuestro Kiwi hasta el infinito. Ya no nos sentíamos cansados. De repente contábamos con una energía renovada e increíble.
Ese mismo día hicimos nuestro equipaje, nos despedimos muy afectuosamente de todos nuestros compañeros y Kumar nos llevó hasta la terminal de ómnibus.
Ese mismo día abandonamos para siempre a Blenheim, la ciudad de los viñedos, donde aprendimos a podar uvas, donde aprendimos que siempre va a haber un Koreano más rápido y habilidoso que uno y donde aprendimos que no hay que dudar jamás en exigit y luchar por lo que nos corresponde.
Ese mismo día llegamos a una nueva ciudad, empezamos con un nuevo trabajo y comenzamos con una nueva vida… pero esa es otra historia.
FIN
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viernes, 28 de noviembre de 2008
sábado, 22 de noviembre de 2008
Capítulo 37 Desaparece Siva
En el capítulo anterior, seguíamos viviendo en Blenheim, la ciudad de los viñedos, en la casa de Kumar. Compartíamos un sucucho inmundo con Stephane y Siva, y convivíamos con muchos podadores más. En lo personal, seguía sin plata, endeudado, sin trabajo y buscando desesperadamente un puesto en una Dairy Farm.
Habían pasado solo un par de días de la Batalla Sindical. Si bien habíamos hecho algunos tímidos intentos para no perderla del todo, no había rastros de Adam, ni de la secretaria malaya ni del supervisor checo.
Los chilenos y los otros podadores de la compañía se habían resignado y habían empezado a buscar trabajo con nuevos contratistas y en otros viñedos. Y, lamentable, en mi caso, tenía que seguir adelante y hacer lo mismo.
Era un domingo hermoso, los pajaritos cantaban más fuerte que de costumbre y, por alguna extraña razón (seguramente relacionada con la biodinámica), todos los habitantes de Blenheim, estaban en un excelente humor. Stephane, Siva y yo incluídos.
El malayo tenía día franco y experimentaba una alegría todavía mayor que el resto.
- Freddy, hablé con mi hermano y me dijo que me regalaba el pasaje para Argentina.
- Qué bien! Entonces ya está decidido. Nos volvemos juntos.
- Siiii! - festejó dando aplausitos y realizando una suerte de danza malaya - ahora solo tienes que decirme cuando quieres que volemos hacia Argentina.
- Ah, cierto. A ver... qué te parece en Febrero?... el 20 de Febrero
- Perfecto, hoy a la noche lo vuelvo a llamar para confirmarle la fecha. Después vemos si tomamos el vuelo desde Malasia o desde Nueva Zelanda.
Stephane nos miraba en silencio y con una expresión difícil de interpretar. Seguramente estaba constipado pues su organismo no estaba acostumbrado a una dieta de solo arroz blanco.
Como la mismísima vida misma y como toda las sensaciones que existen, el dolor y el placer eran gemelos siameses unidos por la circunstancia. Por un lado estaba contento de llevármelo a Siva a Argentina pero por otro lado estaba tristonio de no poder viajar a Europa, que ya estaba totalmente descartado. Estábamos a finales de Junio. Habían pasado tres meses desde mi llegada a Nueva Zelanda y no había podido ahorrar nada.
Los chilenos, que se habían tomado el domingo libre también, salieron de su cuarto y nos saludaron cálidamente.
- Oye, huevón. – me dijo el chileno abogado. – aquí cerquita nomás hay una cancha de fútbol. Nosotros somos 4, si quieres ponte tus championes y nos jugamos un partido. Me cachái?
- Sí, sí, te cacho. Los invito el franchute y el malayo también?
- Pues claro, vengan todos. - igualmente Stephane prefirió quedarse leyendo un libro.
Nos cambiamos y encaramos para la cancha de fútbol (que en realidad era de hockey) y una vez allí nos encontramos con 4 muchachitos que ya estaban jugando. Nos presentamos y uno era de Japón, otro de Fiji, otro de Tailandia y el otro de no sé donde. Pobres, eran re deformes. Uno más deforme que el otro, tan era así que el último, directamente era una mancha amorfa y amarronada en la visión.
- Cómo jugamos? - preguntó un chileno y después de pensar unos segundos respondí
- Chile contra el resto del mundo! - yo sabía que era desparejo. Los chilenos tenían pinta de jugar bien, estaban con botines y camisetas de fútbol, y los Orientales la ven ovalada y, particularmente estos, parecían más desastrosos que el promedio, pero yo contaba con un arma secreta.. SIVA, que era arquero profesional en Malasia! Y eso era algo que los chilenos no sabían.
Por ser el más tirano me autoproclamé como capitán indiscutido y vitalicio del equipo.
- Vamos a jugar así… - indiqué a mis jugadores-…todos ustedes en la defensa. Yo solo en el ataque y Siva al arco.
- Yo no quiero ir al arco - replicó Siva.
- Pero cómo? Tenemos que ganar y vos sos arquero profesional.
- Ok, ok, ok. Voy al arco.
Comenzó el partido y los chilenos rápidamente metieron un gol... luego otro, luego tres goles más y finalmente nos llenaron de goles!!
SIVA ERA MALISIMO!!!!!!
Le metían goles de caño, de sombrerito, de taco. Siva se caía, se resbalaba, se chocaba contra el palo, se volvía caer. Ni siquiera sabía patear la pelota. Jugaba peor que Ben y Stephane juntos!
Yo, desesperadamente, hacía lo posible para que la derrota no fuese tan humillante pero después de correr 10 minutos estaba agitadísimo y lo único que hacía era quedarme apoyado en el palo del arco contrario y putear y gritar a los orientales que corrían en círculo, que se chocaban entre sí y que finalmente decidieron ignorarme. Creo que ni sabían que estábamos jugando al fútbol.
En ese momento fue cuando empecé a sospechar, que el nivel de la primera división de Fútbol de Malasia dejaba mucho que desear, o que Siva me había mentido.
Y después de pensarlo dos segundos, era obvio que era una mentira. Desde la llegada a este país, siempre me había creído el más vivo y el más canchero, con mi chamullo argentino, mi flauta dulce y mi guitarra criolla, y al final el más nabo ei ngenuo, que se había comido más mentiras, engaños, estafas y traiciones había sido yo.
Al día siguiente fuimos con Stephane a buscar trabajo con una empresa de dueños brasileños. Nos dijeron que no había problema, nos pidieron nuestros datos, firmamos contrato y nos indicaron que fuésemos al día siguiente a las 7 am.
Si bien ahora estabamos un poco más tranquilos, yo no descansaba de buscar empleo en una dairy farm.
Le escribí un mail a Malena (una compañera argentina de facultad con la que habíamos ido a bailar dos meses atrás en Christchurch). Malena estaba trabajando en una dairy farm enorme y me respondió que el jefe estaba buscando empleados y que seguramente había lugar para los tres! Esto era un noticia más que feliz.
Le pedí a Malena que me hiciera gancho con su jefe y que le diera mi número de teléfono para que me llamara.
Al día siguiente, como ya era costumbre, nos levantamos temprano, desayunamos nuevamente, nuestra avena, nos pusimos la ropa de podador y fuimos a la oficina de los brasileños.
Allí, el jefe con el que habíamos hablado el día anterior, nos dijo
- Federico Quiroga y Stephane Floucoud de la Perdille? - o como lo haya podido pronunciar.
- Sí - respondimos temerosos
- Disculpen pero no hay trabajo para ustedes.
- Pero cómo? ayer firmamos contrato y estaba todo bien.
- Sí, el problema es que ya somos suficientes podadores. Lo siento.
Era todo mentira. Estas empresas estaban siempre desesperadas por conseguir nuevos empleados (ya que nos pagaban poco y ganaban mucho). De alguna manera se habían enterado que le habíamos hecho problema a Yellow Boots y a Adam's Company. Estabamos en la lista negra de podadores conflictivos.
Nos volvimos, ahora muy preocupados, a la casa pensado que hacer.
- Los voy a denunciar - dijo Stephane
- Cortala con eso, ya fue. - le respondí cansado.
- ... te voy a denunciar a vos. - nos empezamos a reír de toda la situación. Stephane era un buen compañero de viaje y la tragedia con companía no es tan tragedia.
Pasaron así varios días en Blenheim, la ciudad de los viñedos. Hicimos nuevos intentos de conseguir trabajo y siempre, una vez que sabían nuestros nombres, nos decían que no.
Hasta planeamos ir a buscar trabajo con nombres falsos pero, a la hora de firmar el contrato, nos pedían pasaporte. Fueron días difíciles. Cada vez menos plata, cada vez más endeudado.
Cabe destacar que Stephane llegó a NZ dos meses antes que yo, durante los cuales no trabajó y gastó una barbaridad porque se hospedaba en hoteles y tomaba mucho alcohol. Aquella semana llamó a su contador para que le enviara una inyección económica de 3000 dólares a su cuenta bancaria de NZ.
- Ya no puedo transferir más plata de Francia - me confesó - si no empiezo a ganar plata ya, cuando se me acaben estos 4000 dólares me vuelvo a París.
Fueron días dificiles, como ya dije. Pasábamos mucho tiempo en la biblioteca leyendo. Todavía algunos chicos nos saludaban y nos preguntaban por el salario mínimo. Siempre les respondíamos lo mismo, que no aflojaran, que si todos exigían el salario mínimo se lo iban a pagar, porque alguien tenía que podar las uvas.
Cierto día, estábamos en el cuarto leyendo tranquilamente cuando a Stephane se le ocurrió preguntar
- .... sabés dónde está Siva?
- Ahora que lo pienso no sé si anoche vino a dormir.
- Bueh, seguramente hoy llegue tarde.
Pasaron unas horas y a Stephane ahora se le ocurrió preguntar.
- Fizu, viste mi mochila?
- Sí, estaba abajo de tu cama.
- No, no está ahí.
- Ah, entonces no sé.
Media hora más tarde, el francés revolvía sus cosas cuando preguntó
- Fizu... viste mi celular?
- No...este cuarto es un desorden. Mañana mismo hacemos una limpieza total.
- Sí, estoy de acuerdo.
Ya sé que no es difícil adivinar lo que había pasado, pero nosotros todavía no nos dábamos cuenta.
- Che, vamos a un ciber a chequear mails? - le dije en un momento
- Bueno.
- Eso sí, prestame algo de plata que no encuentro mi billetera…
Era de noche. Llegamos al ciber que estaba hasta la manija de gente y nos dieron dos computadoras alejadas. Me puse a boludear muy divertido en la web. Le mandé un mail a Hugo y a la Morsa, cambié mi foto de perfil del Facebook, chequié mi equipo de juveniles en el Hattrick, construí una Barraca en el Travian y justo cuando me puse a leer el diario, escucho un alarido horrible de Stephane!
Lo primero que pensé fue que o bien había recibido un balazo en le hígado o le había agarrado una peritonitis aguda y se le había escapado la tripa gorda por el ombligo. Todos en el ciber, dejaron de hacer lo que estaban haciendo y observaban alarmados al francés.
- No... merde... no... putain... Je ne peux pas y croire.... je ne peux pas y croire! On n' a vole ma carte!!! NOOO!!!!!!!!!!! - gritó como loco.
Yo me le acerqué corriendo preocupado
- Por dios, qué pasa?
- Me robaron la tarjeta de crédito!!! – miré la pantalla de la computadora y vi que en el balance del banco figuraban un montón de compras que obviamente Stephane no había realizado. Leí el detalle y no entendía nada porque eran todas abreviaciones raras pero había una compra de 3000 dólares donde se podía identificar la palabra Quantas (que es la mejor aerolínea de Australia). Habían comprado un pasaje de avión.
- Pero cómo pudo haber pasado esto? Vos tenés tus tarjetas con vos, no?
- Sí, las tengo en la billetera pero alguien me copió los datos e hizo compras por internet!
- Imposible! Quién pudo haber sido? - apenas terminé la pregunta nos miramos y nos cayó la ficha. Fue como una carrera de piezas de dominó de pensamientos cayendo una tras de otra, rápidamente sin parar, hasta que la última ficha era el rostro sonriente de nuestro compañero y amigo personal...
- SIVA!! - gritamos al mismo tiempo.
Habían pasado solo un par de días de la Batalla Sindical. Si bien habíamos hecho algunos tímidos intentos para no perderla del todo, no había rastros de Adam, ni de la secretaria malaya ni del supervisor checo.
Los chilenos y los otros podadores de la compañía se habían resignado y habían empezado a buscar trabajo con nuevos contratistas y en otros viñedos. Y, lamentable, en mi caso, tenía que seguir adelante y hacer lo mismo.
Era un domingo hermoso, los pajaritos cantaban más fuerte que de costumbre y, por alguna extraña razón (seguramente relacionada con la biodinámica), todos los habitantes de Blenheim, estaban en un excelente humor. Stephane, Siva y yo incluídos.
El malayo tenía día franco y experimentaba una alegría todavía mayor que el resto.
- Freddy, hablé con mi hermano y me dijo que me regalaba el pasaje para Argentina.
- Qué bien! Entonces ya está decidido. Nos volvemos juntos.
- Siiii! - festejó dando aplausitos y realizando una suerte de danza malaya - ahora solo tienes que decirme cuando quieres que volemos hacia Argentina.
- Ah, cierto. A ver... qué te parece en Febrero?... el 20 de Febrero
- Perfecto, hoy a la noche lo vuelvo a llamar para confirmarle la fecha. Después vemos si tomamos el vuelo desde Malasia o desde Nueva Zelanda.
Stephane nos miraba en silencio y con una expresión difícil de interpretar. Seguramente estaba constipado pues su organismo no estaba acostumbrado a una dieta de solo arroz blanco.
Como la mismísima vida misma y como toda las sensaciones que existen, el dolor y el placer eran gemelos siameses unidos por la circunstancia. Por un lado estaba contento de llevármelo a Siva a Argentina pero por otro lado estaba tristonio de no poder viajar a Europa, que ya estaba totalmente descartado. Estábamos a finales de Junio. Habían pasado tres meses desde mi llegada a Nueva Zelanda y no había podido ahorrar nada.
Los chilenos, que se habían tomado el domingo libre también, salieron de su cuarto y nos saludaron cálidamente.
- Oye, huevón. – me dijo el chileno abogado. – aquí cerquita nomás hay una cancha de fútbol. Nosotros somos 4, si quieres ponte tus championes y nos jugamos un partido. Me cachái?
- Sí, sí, te cacho. Los invito el franchute y el malayo también?
- Pues claro, vengan todos. - igualmente Stephane prefirió quedarse leyendo un libro.
Nos cambiamos y encaramos para la cancha de fútbol (que en realidad era de hockey) y una vez allí nos encontramos con 4 muchachitos que ya estaban jugando. Nos presentamos y uno era de Japón, otro de Fiji, otro de Tailandia y el otro de no sé donde. Pobres, eran re deformes. Uno más deforme que el otro, tan era así que el último, directamente era una mancha amorfa y amarronada en la visión.
- Cómo jugamos? - preguntó un chileno y después de pensar unos segundos respondí
- Chile contra el resto del mundo! - yo sabía que era desparejo. Los chilenos tenían pinta de jugar bien, estaban con botines y camisetas de fútbol, y los Orientales la ven ovalada y, particularmente estos, parecían más desastrosos que el promedio, pero yo contaba con un arma secreta.. SIVA, que era arquero profesional en Malasia! Y eso era algo que los chilenos no sabían.
Por ser el más tirano me autoproclamé como capitán indiscutido y vitalicio del equipo.
- Vamos a jugar así… - indiqué a mis jugadores-…todos ustedes en la defensa. Yo solo en el ataque y Siva al arco.
- Yo no quiero ir al arco - replicó Siva.
- Pero cómo? Tenemos que ganar y vos sos arquero profesional.
- Ok, ok, ok. Voy al arco.
Comenzó el partido y los chilenos rápidamente metieron un gol... luego otro, luego tres goles más y finalmente nos llenaron de goles!!
SIVA ERA MALISIMO!!!!!!
Le metían goles de caño, de sombrerito, de taco. Siva se caía, se resbalaba, se chocaba contra el palo, se volvía caer. Ni siquiera sabía patear la pelota. Jugaba peor que Ben y Stephane juntos!
Yo, desesperadamente, hacía lo posible para que la derrota no fuese tan humillante pero después de correr 10 minutos estaba agitadísimo y lo único que hacía era quedarme apoyado en el palo del arco contrario y putear y gritar a los orientales que corrían en círculo, que se chocaban entre sí y que finalmente decidieron ignorarme. Creo que ni sabían que estábamos jugando al fútbol.
En ese momento fue cuando empecé a sospechar, que el nivel de la primera división de Fútbol de Malasia dejaba mucho que desear, o que Siva me había mentido.
Y después de pensarlo dos segundos, era obvio que era una mentira. Desde la llegada a este país, siempre me había creído el más vivo y el más canchero, con mi chamullo argentino, mi flauta dulce y mi guitarra criolla, y al final el más nabo ei ngenuo, que se había comido más mentiras, engaños, estafas y traiciones había sido yo.
Al día siguiente fuimos con Stephane a buscar trabajo con una empresa de dueños brasileños. Nos dijeron que no había problema, nos pidieron nuestros datos, firmamos contrato y nos indicaron que fuésemos al día siguiente a las 7 am.
Si bien ahora estabamos un poco más tranquilos, yo no descansaba de buscar empleo en una dairy farm.
Le escribí un mail a Malena (una compañera argentina de facultad con la que habíamos ido a bailar dos meses atrás en Christchurch). Malena estaba trabajando en una dairy farm enorme y me respondió que el jefe estaba buscando empleados y que seguramente había lugar para los tres! Esto era un noticia más que feliz.
Le pedí a Malena que me hiciera gancho con su jefe y que le diera mi número de teléfono para que me llamara.
Al día siguiente, como ya era costumbre, nos levantamos temprano, desayunamos nuevamente, nuestra avena, nos pusimos la ropa de podador y fuimos a la oficina de los brasileños.
Allí, el jefe con el que habíamos hablado el día anterior, nos dijo
- Federico Quiroga y Stephane Floucoud de la Perdille? - o como lo haya podido pronunciar.
- Sí - respondimos temerosos
- Disculpen pero no hay trabajo para ustedes.
- Pero cómo? ayer firmamos contrato y estaba todo bien.
- Sí, el problema es que ya somos suficientes podadores. Lo siento.
Era todo mentira. Estas empresas estaban siempre desesperadas por conseguir nuevos empleados (ya que nos pagaban poco y ganaban mucho). De alguna manera se habían enterado que le habíamos hecho problema a Yellow Boots y a Adam's Company. Estabamos en la lista negra de podadores conflictivos.
Nos volvimos, ahora muy preocupados, a la casa pensado que hacer.
- Los voy a denunciar - dijo Stephane
- Cortala con eso, ya fue. - le respondí cansado.
- ... te voy a denunciar a vos. - nos empezamos a reír de toda la situación. Stephane era un buen compañero de viaje y la tragedia con companía no es tan tragedia.
Pasaron así varios días en Blenheim, la ciudad de los viñedos. Hicimos nuevos intentos de conseguir trabajo y siempre, una vez que sabían nuestros nombres, nos decían que no.
Hasta planeamos ir a buscar trabajo con nombres falsos pero, a la hora de firmar el contrato, nos pedían pasaporte. Fueron días difíciles. Cada vez menos plata, cada vez más endeudado.
Cabe destacar que Stephane llegó a NZ dos meses antes que yo, durante los cuales no trabajó y gastó una barbaridad porque se hospedaba en hoteles y tomaba mucho alcohol. Aquella semana llamó a su contador para que le enviara una inyección económica de 3000 dólares a su cuenta bancaria de NZ.
- Ya no puedo transferir más plata de Francia - me confesó - si no empiezo a ganar plata ya, cuando se me acaben estos 4000 dólares me vuelvo a París.
Fueron días dificiles, como ya dije. Pasábamos mucho tiempo en la biblioteca leyendo. Todavía algunos chicos nos saludaban y nos preguntaban por el salario mínimo. Siempre les respondíamos lo mismo, que no aflojaran, que si todos exigían el salario mínimo se lo iban a pagar, porque alguien tenía que podar las uvas.
Cierto día, estábamos en el cuarto leyendo tranquilamente cuando a Stephane se le ocurrió preguntar
- .... sabés dónde está Siva?
- Ahora que lo pienso no sé si anoche vino a dormir.
- Bueh, seguramente hoy llegue tarde.
Pasaron unas horas y a Stephane ahora se le ocurrió preguntar.
- Fizu, viste mi mochila?
- Sí, estaba abajo de tu cama.
- No, no está ahí.
- Ah, entonces no sé.
Media hora más tarde, el francés revolvía sus cosas cuando preguntó
- Fizu... viste mi celular?
- No...este cuarto es un desorden. Mañana mismo hacemos una limpieza total.
- Sí, estoy de acuerdo.
Ya sé que no es difícil adivinar lo que había pasado, pero nosotros todavía no nos dábamos cuenta.
- Che, vamos a un ciber a chequear mails? - le dije en un momento
- Bueno.
- Eso sí, prestame algo de plata que no encuentro mi billetera…
Era de noche. Llegamos al ciber que estaba hasta la manija de gente y nos dieron dos computadoras alejadas. Me puse a boludear muy divertido en la web. Le mandé un mail a Hugo y a la Morsa, cambié mi foto de perfil del Facebook, chequié mi equipo de juveniles en el Hattrick, construí una Barraca en el Travian y justo cuando me puse a leer el diario, escucho un alarido horrible de Stephane!
Lo primero que pensé fue que o bien había recibido un balazo en le hígado o le había agarrado una peritonitis aguda y se le había escapado la tripa gorda por el ombligo. Todos en el ciber, dejaron de hacer lo que estaban haciendo y observaban alarmados al francés.
- No... merde... no... putain... Je ne peux pas y croire.... je ne peux pas y croire! On n' a vole ma carte!!! NOOO!!!!!!!!!!! - gritó como loco.
Yo me le acerqué corriendo preocupado
- Por dios, qué pasa?
- Me robaron la tarjeta de crédito!!! – miré la pantalla de la computadora y vi que en el balance del banco figuraban un montón de compras que obviamente Stephane no había realizado. Leí el detalle y no entendía nada porque eran todas abreviaciones raras pero había una compra de 3000 dólares donde se podía identificar la palabra Quantas (que es la mejor aerolínea de Australia). Habían comprado un pasaje de avión.
- Pero cómo pudo haber pasado esto? Vos tenés tus tarjetas con vos, no?
- Sí, las tengo en la billetera pero alguien me copió los datos e hizo compras por internet!
- Imposible! Quién pudo haber sido? - apenas terminé la pregunta nos miramos y nos cayó la ficha. Fue como una carrera de piezas de dominó de pensamientos cayendo una tras de otra, rápidamente sin parar, hasta que la última ficha era el rostro sonriente de nuestro compañero y amigo personal...
- SIVA!! - gritamos al mismo tiempo.
domingo, 16 de noviembre de 2008
Capítulo 35 "La Batalla Sindical" Segunda Parte
" La izquierda y la derecha son dos fuerzas opuestas que luchan y se debaten en el interior de mi ser. Una madre de orígenes socialistas, y un padre conservador fueron en parte responsables de tal ambivalencia. Escribo con la diestra, pero pateo con la izquierda. El derecho es mi brazo fuerte , pero cuando lucho randori me paro como zurdo. Mi caligrafía es como la de un diestro escribiendo con la zurda, o como la de un zurdo escribiendo con el pie. Son dos fuerzas excluyentes que pendulan en mi alma, el ser o no ser, el blanco y el negro, el yin y el yang, el Cheech y el Chong, el tic y el tac, el ping y el pong. De todas formas si me obligan a elegir bandos (transformando así la ideología en dogma) calculo que tengo que ser honesto conmigo mismo y clasificarme como Gorila... demostrando que el gen político lo transmite el padre y la derecha es el alelo dominante, sin embargo, en aquellos siete días en la ciudad de Blenheim, viví, sentí y experimenté ciertas cosas que me cambiarían la perspectiva para siempre...
Como ya procedo a explicar..."
Regresé caminando de la estación de servicio hasta nuestra casa. Si bien no estaba enojado, sentía una determinación tan firme como las nalgas de una nadadora olímpica.
Cuando entré a la habitación, Stephane desde la cama exclamó
- Eh! Ya volviste? Qué pasó?
- I'm out of the company - respondí serio imitando el acento del checo.
- Y ahora adónde vas? - preguntó viendo que me estaba cambiando de ropa.
- Voy al Income Office, y después a la Oficina de Adam, a reclamar lo que es mío...
- Siiii!!!!! - gritó Stephane saltando de la cama - Yo voy con vos!!! A PELEAR!!!!!
Sin perder un segundo, nos dirigimos al Income Office. Allí le explicamos a una encargada toda la situación y nos asesoró muy bien. Nos confesó que la gran mayoría de estas empresas les roban a los empleados y prácticamente ninguna paga el salario mínimo, y como todos los empleados son transitorios y seguramente nunca vuelven a Blenhein, nadie hace nada.
- Eso esta por cambiar - sentenció Stephane
- Porque ahora Freddy y Stephane han llegado a la ciudad - me hubiese gustado decir.
Nos retiramos con todo el papelerío que teníamos que completar si queríamos iniciar acciones legales contra Adam's Company. Igualmente nuestro objetivo no era llegar tan lejos, sino cobrar nuestra plata y enseñarles una buena lección.
Como la oficina abría a las 17, que era cuando terminaban de podar, nos volvimos a la casa a preparar nuestro discurso.
Cuando llegó la hora nos encontramos con Siva y los chilenos y les comentamos sobre el salario mínimo, el Income Office y que iríamos a pelear por nuestra plata.
- Los acompañamos - ofrecieron los chilenos. Hasta aquel día, si bien los chilenos le habían puesto la mejor onda, yo era medio antipático con ellos. Prefería estar todo el tiempo con Siva y Stephane porque hablábamos en inglés y me parecía más interesante convivir con un malayo que hacerlo con un chileno, que es prácticamente lo mismo que un argentino (pero menos soberbio, ladrón y pedante), sin embargo aquella tarde, cuando íbamos en malón hacia la oficina, quedamos ligados por una hermandad gremial que todavía me llena los ojos de lágrimas cada vez que lo recuerdo.
Entramos al edificio y como siempre la pequeña habitación estaba llena de empleados que esperaban su paga. Como no había lugar para todos algunos esperaban en el pasillo. Nos abrimos paso sin respetar la cola, y nos sentamos con Stephane frente a la secretaria malaya.
- Venimos a que nos den la plata que nos deben. - fue lo primero que dije, y acto seguido Stephane comenzó a leer los montos que habíamos calculado (que era la diferencia de el salario mínimo con nuestro sueldo recibido.
- Está bien, vengan la semana que viene, acá no tengo ese dinero - replicó la secretaria
- No - dijo Stephane - queremos nuestra plata ahora. Si no la tienen acá, vayan al banco y la traen.
- Ese no es SU dinero, es NUESTRO dinero, que los viñedos les dan a uds. para que uds. nos lo den a nosotros. - agregué yo
- Si hoy no nos dan nuestra plata, mañana mismo vamos al Income Office a iniciar las medidas legales. - amenazó Stephane
- Solo tenemos que llenar estos papeles - rematé yo mostrándole los formularios que nos había dado la encargada.
Todos se quedaron en silencio, y hasta estoy seguro que mis compañeros tenían ganas de aplaudir. No los voy a engañar a uds, mis queridos lectores, todas estas líneas las habíamos ensayado con Stephane más de 50 veces durante toda la tarde. Cada palabra estaba minuciosamente escogida y hasta habíamos practicado las entonaciones y la pronunciación en inglés. Y por suerte habían impactado tal como queríamos. La secretaria se quedó boquiabierta y empezó a balbucear algo que no entendíamos, y rápidamente tomó el teléfono y llamó a Adam, el jefe indio, que llegó a los pocos minutos.
- Cuál es el problema acá? - preguntó de mal modo y otra vez enunciamos con Stephane nuestro discurso intercalado.
- Ahhhhh - respondió astuto Adam - pero cómo puedo saber yo qué días vinieron a trabajar?
- Cómo?
- Claro, uds. tendrían que haber firmado la planilla de asistencia, sino yo no puedo pagarles por día.
- Pero nunca nos la dieron! - repliqué enojado
- Pero nunca la pidieron... - respondió tranquilo y sonriente el maldito Adam, con una expresión burlona en su aceitosa cara.
No sabíamos que decir...habíamos caído en su trampa. Nos retiramos y volvimos a la casa derrotados. Esa noche antes de dormir, hice un gran esfuerzo para soñar algo que me de un indicio de cómo resolver este nuevo dilema, pero lamentablemente soñé cualquier gilada.
Al día siguiente volvimos al Income Office para comentarle a la encargada sobre el nuevo panorama y lo único que nos pudo decir es que, efectivamente, necesitábamos pruebas que demostraran cuántos días habíamos trabajado en la compañía.
En busca de más información y respuestas nos dirigimos a la biblioteca pública.
En Nueva Zelanda las bibliotecas son espectaculares. Generalmente están vacías, son gratuitas, se pueden leer todos los diarios, muchas tienen internet, se pueden retirar libros y tienen una colección y diversidad impresionante. A partir de Blenheim comenzamos a pasar horas y horas en las distintas bibliotecas de las ciudades donde viviríamos.
Nos sentamos y comenzamos a releer los contratos, los formularios, los detalles de pago y todo lo pertinente al asunto y después de varias horas de lectura y discusión Stephane encontró la mágica e increíble solución.
Esa noche en la casa le comenté a los chilenos que al día siguiente nos esperaran en la oficina de Adam, que tenía un nuevo plan y que finalmente esta vez todos íbamos a cobrar nuestra plata. También le dije que les avisaran a todos los otros chicos podadores que se acercaran y que trajieran sus detalles de pago.
En la casa de Kumar no se hablaba de otra cosa, y en la ciudad se podía oir un ruido inquietante, que no era el viento silbando entre los árboles, ni el ruido del agua forjando las piedras del río, aquel sonido, que ya era imposible de silenciar, no era otro que el rumor de la revolución.
Amaneció en Blenheim y el mensaje sindical se dispersó de manera fractal. Nos levantamos con Stephane y preparamos y ensayanos nuestra nueva estrategia. Cuando llegó el momento esperado, nos pegamos un ducha (por separado), yo me afeité (la última vez que lo haría en NZ) y le pedí prestada una camisa blanca mientras que él se puso una rosada. Eramos el espiritu de Moyano y Ubaldini.
Llegamos a la oficina de la Compañía y en la entrada nos encontramos con un montón de podadores ex-compañeros míos, los chilenos y Siva entre ellos. Intercambiamos saludos, abrazos y besos bien a lo peronista. Nuestro amigo malayo había conseguido trabajo en un restaurant pero ahora también apoyaba nuestra causa y habíamos incluido su diferencia en nuestras demandas.
Entramos y otra vez nos sentamos frente a la secretaria, que ya no se molestaba en disimular el inmenso odio que nos tenía.
- Dónde está Adam? - pregunté sin ni siquiera saludar.
- Ya lo llamé, está viniendo.
Cuando llegó, nuevamente lo hizo, con confianza y su horrible sonrisa.
- Ahora qué quieren?
- Qué nos pagues lo que nos debés. - y otra vez le leímos cuanta plata le debía a cada uno. En total era más de 2000 dólares! (pensar que nos robaban más de esa cantidad de plata por semana!)
- Ya les expliqué - dijo esta vez gritando - si no llenaron la planilla de asistencia yo no puedo saber cuantos días trabajaron.
- Sí podés - corrigió Stephane
- Qué?
- Hay una manera para saber exactamente cuantos días trabajó cada uno. - agregué yo.
- Cómo? - pregunté incrédulo e impaciente. Y para responder a su pregunta le mostramos un detalle de pago.
- El salario que está escrito en este papel es la suma de todas las filas que podamos. - dijo Stephane
- Descontando los impuestos y otras deducciones. - aclaré yo.
- Entre esas deducciones... se encuentran los viáticos.
- Es decir los 3 dólares por diía que nos cobrás por el transporte.
- Y con eso qué? - preguntó Adam ya sintiendo la soga al cuello.
- Como podés ver en mi detalle de pago, me cobraste 18 dólares por transporte - dije
- Y eso significa que Freddy trabajó, ni más ni menos, que 6 días!
- Y entonces aquí está la prueba que pedías para saber cuantos días trabajamos a la semana!! - terminé sentenciando yo y sacudiéndole el detalle de pago en las narices. En la oficina todos se pusieron a hablar al mismo tiempo y era un descontrol.
- Orden en la sala!! - hubiera gritado un juez golpeando su martillo si esto hubiera sido una película de juicios. Todos miraron su detalle de pago y empezaron a reclamarle a Adam que les de su plata. El indio estaba nerviosísimo porque se le había venido abajo el curro. En un momento me dio pena pero después recordé a los chilenos comiendo arroz blanco y llamando a sus padres para que les enviaran una inyección económica. Recordé también la triste y horrible cara de Siva, y como él tuvo que pagar de su bolsillo los antihistaminicos para que le baje el hinchazón de la jeta. Imaginé a Adam dóndole por telefono la orden al Checo para que me despidiera y al recordar todo eso ya no me dio pena ver al indio preocupado por su bolsillo. Alcé mi vos por sobre los demás y le grité
- O nos pagás ya mismo a todos o mañana a primera hora vamos al Income Office a denunciarte!! TODOS JUNTOS!!.
- Un momento chicos, un momento por favor - pidió totalmente sumiso Adam - Está bien, tienen razón, pero realmente el banco está cerrado ahora, vengan mañana y les pago.
- NOOO!!!! - gritó salvajemente el francés - NOS PAGAS AHORA!!
- Chicos, sean razonables, no tengo 2000 dólares a mano. Mañana, Lora (por la secretaria) va al banco a retirar la plata y lo arreglamos sin más problemas. - todos nos miramos sin saber que hacer. El indio me miró y no se si fue mi impresión, pero en su mirada noté un pedido de auxilio.
- Está bien. Volvemos mañana, pero no hay más plazos. De acuerdo?
- Sí, sí, mañana sin falta - repitió Adam.
- Si!!!! - gritaron todos festejando la victoria. Salimos todos juntos y una vez fuera del edificio nos abrazamos y nos agradecimos. Nos despedimos de todos y nos volvimos a la casa con Stephane y Siva.
- Chicos, chicos, estuvieron geniales!! - exclamaba excitado Siva
- Gracias, gracias - respondíamos con falsa modestia.
- Fizu, y pensar que antes no peleabas por plata... estoy muy orgulloso. - me felicitaba (textual) Stephane.
- Gracias, igualmente no lo hice por la plata, lo hice porque era justo, lo hice porque era mi deber hacerlo... lo hice por los que no podían luchar. - poco a poco me estaba convirtiendo en un charlatán de feria.
Una vez en la casa le comentamos todo lo sucedido a Kumar, de quien ya, sin duda, éramos muy amigos. Representábamos toda la discusión con Adam, yo repetía textual cada una de las líneas y Siva imitaba con muchísima gracia el nerviosismo del indio. Kumar lloraba y aplaudía de la risa.
- hahahahha, este Adam es muy gracioso!!!! - exclamó Kumar.
- Cómo? Lo conocés?
- Claro, es mi mejor amigo! - respondió mientras se mataba de la risa - trabajamos juntos once años!!
Como nos sentíamos ricos e invencibles (si bien todavía seguíamos en quiebra y no habíamos visto un dólar), decidimos ir a ver una película. Fuimos al cine, compramos tres entradas para Hancock y en la cola, absolutamente todos, eran podadores.
- Ayer los vi en lo de Adam - dijo uno - les pagaron al final por hora?
- Sí, mañana nos pagan - respondió Stephane.
- Por qué? - pregunto otró que había parado la oreja - en esa empresa pagan por hora?
- No, todas las empresas tienen el deber de pagar por hora. - respondí yo.
- Pero yo reclamé y me dijeron que no - dijo un tercero, y de esta manera el cine de Blenheim se convirtió en un Centro de Gestión para podadores estafados.
- Qué es lo tengo que hacer para que me paguen el salario mínimo? - preguntaba desesperado un danés.
- El primer paso es informarte - explicaba Stephane - vayan al Income Office y pregunten y lean sobre las obligaciones que tienen las empresas en NZ.
- El segundo paso es convencerse de que tienen razón y que están peleando por lo que es de uds. - continuaba yo.
La escena era increíble. Sin exagerar éramos como 15 locos debatiendo sobre nuestro derechos laborales. Me dio un poco de pena no poder quedarme un poco más compartiendo aquel momento, pero no nos queríamos perder el principio de la película.
A la salida del cine, algunos chicos, que no habíamos visto antes, nos gritaban palabras de aliento. Ya se que es una tremenda boludez, pero nunca en mi vida me había sentido tan importante. Caminar por la calle y recibir saludos y agradecimientos de los chicos que habíamos incluido en nuestras demandas. No se si a esto se le puede llamar política, o qué, lo único que sé es que estábamos totalmente adentro..
Una vez en la casa, antes de dormirme me acuerdo de haber pensado que nunca me olvidaría de ese día, y creo que efectivamente, nunca lo haré. Ni ese día, ni el siguiente, lamentablemente.
Me levanté muy temprano con tantas fuerzas y energías que parecía que me había comido al tigre Tony. Me acicalé bien acicalado (ya que ahora tenía una imagen que mantener) y nos dirigimos con Stephane a la oficina de Adam. Cuando llegamos notamos que estaba cerrada.
- Bueno, tal vez es muy temprano. - deduje
- No! qué se joda! vamos al Income Office. - respondió Stephane
- No nos volvamos locos. Esperemos hasta el mediodía. - comenzamos a caminamos sin rumbo por la ciudad, saludando a nuestros compañeros podadores, estrechando manos de conocidos y desconocidos. Explicando y contestando las mismas preguntas una y otra vez.
Cuando volvimos a la oficina, nos encontramos con los chilenos, y la oficina seguía cerrada. Llamé al celular de Adam pero no atendió... golpeábamos la puerta y nada... cada vez más gente se reunía en la puerta.. no tiene sentido contar todo hora a hora, minuto a minuto.
Adam, la secretaria y el checo habían cerrado la oficina (que era alquilada) y se habían fugado!
No solo que no nos pagaron lo que nos debían, si no que a muchos ni siquiera le pagaron lo que habían trabajado. Obviamente fuimos todos al Income Office. Stephane, yo (y ahora) un delegado chileno que era abogado, nos pusimos a hablar con la encargada, mientras que 20 podadores de todas las nacionalidades nos esperaban afuera.
- Si se fueron de la oficina, yo no puedo hacer nada. - dijo la vieja.
- Pero como?! - gritó Stephane golpeando la mesa
- Tiene razón - intervino el chileno abogado - ahora si queremos hacer una denuncia la tenemos que hacer a la policía.
Salimos del Income Office y nuevamente encabezando la horda enfurecida nos dirigimos a la Estación de Policía, sin embargo justo antes de entrar me vino el siguiente pensamiento.
"Qué pasaría si hacía la denuncia? Conseguiríamos nuestra plata? Seguramente no. Pero lo hacía por la plata? En realidad sí. Había una posibilidad que si hacía una denuncia quedara pegado y no consiguiera nunca más un laburo en Nueva Zelanda? No sé. Era posible, no probable... pero posible. Una cosa era el Income Office, otra cosa era la policía, y además yo era extranjero."
Le comenté esto a Stephane y al chileno, y también se quedaron preocupados.
- No hay problema con que seamos extranjeros - explicó el chileno - pero, desde ya, van a tomar todos los datos de la persona que haga la denuncia, y sí puede suceder que no consiga más trabajo, por lo menos casi seguro en Blenheim.
- Y entonces qué hacemos? - preguntó Stephane.
- Tratemos de conseguir la plata de la manera que sea sin meter a la policía de por medio. Kumar es amigo de Adam, de alguna manera le podemos hacer llegar un mensaje. - como parecíamos todos de acuerdo con esta medida, les explicamos a nuestros compañeros que había más chances de conseguir la guita por otros medios.
Volvimos a la casa...me saqué la camisa blanca, y me puse mi remera de YPF.
Les evito el suspenso y les cuento el final. No conseguimos la plata, no conseguimos hablar con Adam y no nos animamos a ir a la policía a hacer la denuncia.
De todas formas iría a la comisaría por otra razón solo unos días después.
"Esa semana en Blenheim fui un empleado y me re contra cagaron. A mi y a todos. Todavía no sé quién tenía razón. Por un lado tal vez los viñedos le pagaban a Adam una cierta cantidad de plata pensando que este a nosotros nos daba el salario mínimo. Por otro lado, por ejemplo Stephane, se re tiró a chanta y un día se durmió una flor de siesta en el viñedo, y por ejemplo yo, era atroz la diferencia de cuando trabajaba con Adam y de cuando quería podar 300 plantas por día. Justamente por esta razón la izquierda y la derecha siguen luchando en mi interior y ninguna gana la batalla final.
Sin embargo, toda la experiencia y aquellos siete días en la ciudad de Blenheim, me cambiaron de cierta manera, y si antes me tenía que clasificar como Gorila... ahora sería más conveniente que lo hiciera, como Monito Tití."
FIN
Próximo Capítulo " Y dónde esta Siva?"
Como ya procedo a explicar..."
Regresé caminando de la estación de servicio hasta nuestra casa. Si bien no estaba enojado, sentía una determinación tan firme como las nalgas de una nadadora olímpica.
Cuando entré a la habitación, Stephane desde la cama exclamó
- Eh! Ya volviste? Qué pasó?
- I'm out of the company - respondí serio imitando el acento del checo.
- Y ahora adónde vas? - preguntó viendo que me estaba cambiando de ropa.
- Voy al Income Office, y después a la Oficina de Adam, a reclamar lo que es mío...
- Siiii!!!!! - gritó Stephane saltando de la cama - Yo voy con vos!!! A PELEAR!!!!!
Sin perder un segundo, nos dirigimos al Income Office. Allí le explicamos a una encargada toda la situación y nos asesoró muy bien. Nos confesó que la gran mayoría de estas empresas les roban a los empleados y prácticamente ninguna paga el salario mínimo, y como todos los empleados son transitorios y seguramente nunca vuelven a Blenhein, nadie hace nada.
- Eso esta por cambiar - sentenció Stephane
- Porque ahora Freddy y Stephane han llegado a la ciudad - me hubiese gustado decir.
Nos retiramos con todo el papelerío que teníamos que completar si queríamos iniciar acciones legales contra Adam's Company. Igualmente nuestro objetivo no era llegar tan lejos, sino cobrar nuestra plata y enseñarles una buena lección.
Como la oficina abría a las 17, que era cuando terminaban de podar, nos volvimos a la casa a preparar nuestro discurso.
Cuando llegó la hora nos encontramos con Siva y los chilenos y les comentamos sobre el salario mínimo, el Income Office y que iríamos a pelear por nuestra plata.
- Los acompañamos - ofrecieron los chilenos. Hasta aquel día, si bien los chilenos le habían puesto la mejor onda, yo era medio antipático con ellos. Prefería estar todo el tiempo con Siva y Stephane porque hablábamos en inglés y me parecía más interesante convivir con un malayo que hacerlo con un chileno, que es prácticamente lo mismo que un argentino (pero menos soberbio, ladrón y pedante), sin embargo aquella tarde, cuando íbamos en malón hacia la oficina, quedamos ligados por una hermandad gremial que todavía me llena los ojos de lágrimas cada vez que lo recuerdo.
Entramos al edificio y como siempre la pequeña habitación estaba llena de empleados que esperaban su paga. Como no había lugar para todos algunos esperaban en el pasillo. Nos abrimos paso sin respetar la cola, y nos sentamos con Stephane frente a la secretaria malaya.
- Venimos a que nos den la plata que nos deben. - fue lo primero que dije, y acto seguido Stephane comenzó a leer los montos que habíamos calculado (que era la diferencia de el salario mínimo con nuestro sueldo recibido.
- Está bien, vengan la semana que viene, acá no tengo ese dinero - replicó la secretaria
- No - dijo Stephane - queremos nuestra plata ahora. Si no la tienen acá, vayan al banco y la traen.
- Ese no es SU dinero, es NUESTRO dinero, que los viñedos les dan a uds. para que uds. nos lo den a nosotros. - agregué yo
- Si hoy no nos dan nuestra plata, mañana mismo vamos al Income Office a iniciar las medidas legales. - amenazó Stephane
- Solo tenemos que llenar estos papeles - rematé yo mostrándole los formularios que nos había dado la encargada.
Todos se quedaron en silencio, y hasta estoy seguro que mis compañeros tenían ganas de aplaudir. No los voy a engañar a uds, mis queridos lectores, todas estas líneas las habíamos ensayado con Stephane más de 50 veces durante toda la tarde. Cada palabra estaba minuciosamente escogida y hasta habíamos practicado las entonaciones y la pronunciación en inglés. Y por suerte habían impactado tal como queríamos. La secretaria se quedó boquiabierta y empezó a balbucear algo que no entendíamos, y rápidamente tomó el teléfono y llamó a Adam, el jefe indio, que llegó a los pocos minutos.
- Cuál es el problema acá? - preguntó de mal modo y otra vez enunciamos con Stephane nuestro discurso intercalado.
- Ahhhhh - respondió astuto Adam - pero cómo puedo saber yo qué días vinieron a trabajar?
- Cómo?
- Claro, uds. tendrían que haber firmado la planilla de asistencia, sino yo no puedo pagarles por día.
- Pero nunca nos la dieron! - repliqué enojado
- Pero nunca la pidieron... - respondió tranquilo y sonriente el maldito Adam, con una expresión burlona en su aceitosa cara.
No sabíamos que decir...habíamos caído en su trampa. Nos retiramos y volvimos a la casa derrotados. Esa noche antes de dormir, hice un gran esfuerzo para soñar algo que me de un indicio de cómo resolver este nuevo dilema, pero lamentablemente soñé cualquier gilada.
Al día siguiente volvimos al Income Office para comentarle a la encargada sobre el nuevo panorama y lo único que nos pudo decir es que, efectivamente, necesitábamos pruebas que demostraran cuántos días habíamos trabajado en la compañía.
En busca de más información y respuestas nos dirigimos a la biblioteca pública.
En Nueva Zelanda las bibliotecas son espectaculares. Generalmente están vacías, son gratuitas, se pueden leer todos los diarios, muchas tienen internet, se pueden retirar libros y tienen una colección y diversidad impresionante. A partir de Blenheim comenzamos a pasar horas y horas en las distintas bibliotecas de las ciudades donde viviríamos.
Nos sentamos y comenzamos a releer los contratos, los formularios, los detalles de pago y todo lo pertinente al asunto y después de varias horas de lectura y discusión Stephane encontró la mágica e increíble solución.
Esa noche en la casa le comenté a los chilenos que al día siguiente nos esperaran en la oficina de Adam, que tenía un nuevo plan y que finalmente esta vez todos íbamos a cobrar nuestra plata. También le dije que les avisaran a todos los otros chicos podadores que se acercaran y que trajieran sus detalles de pago.
En la casa de Kumar no se hablaba de otra cosa, y en la ciudad se podía oir un ruido inquietante, que no era el viento silbando entre los árboles, ni el ruido del agua forjando las piedras del río, aquel sonido, que ya era imposible de silenciar, no era otro que el rumor de la revolución.
Amaneció en Blenheim y el mensaje sindical se dispersó de manera fractal. Nos levantamos con Stephane y preparamos y ensayanos nuestra nueva estrategia. Cuando llegó el momento esperado, nos pegamos un ducha (por separado), yo me afeité (la última vez que lo haría en NZ) y le pedí prestada una camisa blanca mientras que él se puso una rosada. Eramos el espiritu de Moyano y Ubaldini.
Llegamos a la oficina de la Compañía y en la entrada nos encontramos con un montón de podadores ex-compañeros míos, los chilenos y Siva entre ellos. Intercambiamos saludos, abrazos y besos bien a lo peronista. Nuestro amigo malayo había conseguido trabajo en un restaurant pero ahora también apoyaba nuestra causa y habíamos incluido su diferencia en nuestras demandas.
Entramos y otra vez nos sentamos frente a la secretaria, que ya no se molestaba en disimular el inmenso odio que nos tenía.
- Dónde está Adam? - pregunté sin ni siquiera saludar.
- Ya lo llamé, está viniendo.
Cuando llegó, nuevamente lo hizo, con confianza y su horrible sonrisa.
- Ahora qué quieren?
- Qué nos pagues lo que nos debés. - y otra vez le leímos cuanta plata le debía a cada uno. En total era más de 2000 dólares! (pensar que nos robaban más de esa cantidad de plata por semana!)
- Ya les expliqué - dijo esta vez gritando - si no llenaron la planilla de asistencia yo no puedo saber cuantos días trabajaron.
- Sí podés - corrigió Stephane
- Qué?
- Hay una manera para saber exactamente cuantos días trabajó cada uno. - agregué yo.
- Cómo? - pregunté incrédulo e impaciente. Y para responder a su pregunta le mostramos un detalle de pago.
- El salario que está escrito en este papel es la suma de todas las filas que podamos. - dijo Stephane
- Descontando los impuestos y otras deducciones. - aclaré yo.
- Entre esas deducciones... se encuentran los viáticos.
- Es decir los 3 dólares por diía que nos cobrás por el transporte.
- Y con eso qué? - preguntó Adam ya sintiendo la soga al cuello.
- Como podés ver en mi detalle de pago, me cobraste 18 dólares por transporte - dije
- Y eso significa que Freddy trabajó, ni más ni menos, que 6 días!
- Y entonces aquí está la prueba que pedías para saber cuantos días trabajamos a la semana!! - terminé sentenciando yo y sacudiéndole el detalle de pago en las narices. En la oficina todos se pusieron a hablar al mismo tiempo y era un descontrol.
- Orden en la sala!! - hubiera gritado un juez golpeando su martillo si esto hubiera sido una película de juicios. Todos miraron su detalle de pago y empezaron a reclamarle a Adam que les de su plata. El indio estaba nerviosísimo porque se le había venido abajo el curro. En un momento me dio pena pero después recordé a los chilenos comiendo arroz blanco y llamando a sus padres para que les enviaran una inyección económica. Recordé también la triste y horrible cara de Siva, y como él tuvo que pagar de su bolsillo los antihistaminicos para que le baje el hinchazón de la jeta. Imaginé a Adam dóndole por telefono la orden al Checo para que me despidiera y al recordar todo eso ya no me dio pena ver al indio preocupado por su bolsillo. Alcé mi vos por sobre los demás y le grité
- O nos pagás ya mismo a todos o mañana a primera hora vamos al Income Office a denunciarte!! TODOS JUNTOS!!.
- Un momento chicos, un momento por favor - pidió totalmente sumiso Adam - Está bien, tienen razón, pero realmente el banco está cerrado ahora, vengan mañana y les pago.
- NOOO!!!! - gritó salvajemente el francés - NOS PAGAS AHORA!!
- Chicos, sean razonables, no tengo 2000 dólares a mano. Mañana, Lora (por la secretaria) va al banco a retirar la plata y lo arreglamos sin más problemas. - todos nos miramos sin saber que hacer. El indio me miró y no se si fue mi impresión, pero en su mirada noté un pedido de auxilio.
- Está bien. Volvemos mañana, pero no hay más plazos. De acuerdo?
- Sí, sí, mañana sin falta - repitió Adam.
- Si!!!! - gritaron todos festejando la victoria. Salimos todos juntos y una vez fuera del edificio nos abrazamos y nos agradecimos. Nos despedimos de todos y nos volvimos a la casa con Stephane y Siva.
- Chicos, chicos, estuvieron geniales!! - exclamaba excitado Siva
- Gracias, gracias - respondíamos con falsa modestia.
- Fizu, y pensar que antes no peleabas por plata... estoy muy orgulloso. - me felicitaba (textual) Stephane.
- Gracias, igualmente no lo hice por la plata, lo hice porque era justo, lo hice porque era mi deber hacerlo... lo hice por los que no podían luchar. - poco a poco me estaba convirtiendo en un charlatán de feria.
Una vez en la casa le comentamos todo lo sucedido a Kumar, de quien ya, sin duda, éramos muy amigos. Representábamos toda la discusión con Adam, yo repetía textual cada una de las líneas y Siva imitaba con muchísima gracia el nerviosismo del indio. Kumar lloraba y aplaudía de la risa.
- hahahahha, este Adam es muy gracioso!!!! - exclamó Kumar.
- Cómo? Lo conocés?
- Claro, es mi mejor amigo! - respondió mientras se mataba de la risa - trabajamos juntos once años!!
Como nos sentíamos ricos e invencibles (si bien todavía seguíamos en quiebra y no habíamos visto un dólar), decidimos ir a ver una película. Fuimos al cine, compramos tres entradas para Hancock y en la cola, absolutamente todos, eran podadores.
- Ayer los vi en lo de Adam - dijo uno - les pagaron al final por hora?
- Sí, mañana nos pagan - respondió Stephane.
- Por qué? - pregunto otró que había parado la oreja - en esa empresa pagan por hora?
- No, todas las empresas tienen el deber de pagar por hora. - respondí yo.
- Pero yo reclamé y me dijeron que no - dijo un tercero, y de esta manera el cine de Blenheim se convirtió en un Centro de Gestión para podadores estafados.
- Qué es lo tengo que hacer para que me paguen el salario mínimo? - preguntaba desesperado un danés.
- El primer paso es informarte - explicaba Stephane - vayan al Income Office y pregunten y lean sobre las obligaciones que tienen las empresas en NZ.
- El segundo paso es convencerse de que tienen razón y que están peleando por lo que es de uds. - continuaba yo.
La escena era increíble. Sin exagerar éramos como 15 locos debatiendo sobre nuestro derechos laborales. Me dio un poco de pena no poder quedarme un poco más compartiendo aquel momento, pero no nos queríamos perder el principio de la película.
A la salida del cine, algunos chicos, que no habíamos visto antes, nos gritaban palabras de aliento. Ya se que es una tremenda boludez, pero nunca en mi vida me había sentido tan importante. Caminar por la calle y recibir saludos y agradecimientos de los chicos que habíamos incluido en nuestras demandas. No se si a esto se le puede llamar política, o qué, lo único que sé es que estábamos totalmente adentro..
Una vez en la casa, antes de dormirme me acuerdo de haber pensado que nunca me olvidaría de ese día, y creo que efectivamente, nunca lo haré. Ni ese día, ni el siguiente, lamentablemente.
Me levanté muy temprano con tantas fuerzas y energías que parecía que me había comido al tigre Tony. Me acicalé bien acicalado (ya que ahora tenía una imagen que mantener) y nos dirigimos con Stephane a la oficina de Adam. Cuando llegamos notamos que estaba cerrada.
- Bueno, tal vez es muy temprano. - deduje
- No! qué se joda! vamos al Income Office. - respondió Stephane
- No nos volvamos locos. Esperemos hasta el mediodía. - comenzamos a caminamos sin rumbo por la ciudad, saludando a nuestros compañeros podadores, estrechando manos de conocidos y desconocidos. Explicando y contestando las mismas preguntas una y otra vez.
Cuando volvimos a la oficina, nos encontramos con los chilenos, y la oficina seguía cerrada. Llamé al celular de Adam pero no atendió... golpeábamos la puerta y nada... cada vez más gente se reunía en la puerta.. no tiene sentido contar todo hora a hora, minuto a minuto.
Adam, la secretaria y el checo habían cerrado la oficina (que era alquilada) y se habían fugado!
No solo que no nos pagaron lo que nos debían, si no que a muchos ni siquiera le pagaron lo que habían trabajado. Obviamente fuimos todos al Income Office. Stephane, yo (y ahora) un delegado chileno que era abogado, nos pusimos a hablar con la encargada, mientras que 20 podadores de todas las nacionalidades nos esperaban afuera.
- Si se fueron de la oficina, yo no puedo hacer nada. - dijo la vieja.
- Pero como?! - gritó Stephane golpeando la mesa
- Tiene razón - intervino el chileno abogado - ahora si queremos hacer una denuncia la tenemos que hacer a la policía.
Salimos del Income Office y nuevamente encabezando la horda enfurecida nos dirigimos a la Estación de Policía, sin embargo justo antes de entrar me vino el siguiente pensamiento.
"Qué pasaría si hacía la denuncia? Conseguiríamos nuestra plata? Seguramente no. Pero lo hacía por la plata? En realidad sí. Había una posibilidad que si hacía una denuncia quedara pegado y no consiguiera nunca más un laburo en Nueva Zelanda? No sé. Era posible, no probable... pero posible. Una cosa era el Income Office, otra cosa era la policía, y además yo era extranjero."
Le comenté esto a Stephane y al chileno, y también se quedaron preocupados.
- No hay problema con que seamos extranjeros - explicó el chileno - pero, desde ya, van a tomar todos los datos de la persona que haga la denuncia, y sí puede suceder que no consiga más trabajo, por lo menos casi seguro en Blenheim.
- Y entonces qué hacemos? - preguntó Stephane.
- Tratemos de conseguir la plata de la manera que sea sin meter a la policía de por medio. Kumar es amigo de Adam, de alguna manera le podemos hacer llegar un mensaje. - como parecíamos todos de acuerdo con esta medida, les explicamos a nuestros compañeros que había más chances de conseguir la guita por otros medios.
Volvimos a la casa...me saqué la camisa blanca, y me puse mi remera de YPF.
Les evito el suspenso y les cuento el final. No conseguimos la plata, no conseguimos hablar con Adam y no nos animamos a ir a la policía a hacer la denuncia.
De todas formas iría a la comisaría por otra razón solo unos días después.
"Esa semana en Blenheim fui un empleado y me re contra cagaron. A mi y a todos. Todavía no sé quién tenía razón. Por un lado tal vez los viñedos le pagaban a Adam una cierta cantidad de plata pensando que este a nosotros nos daba el salario mínimo. Por otro lado, por ejemplo Stephane, se re tiró a chanta y un día se durmió una flor de siesta en el viñedo, y por ejemplo yo, era atroz la diferencia de cuando trabajaba con Adam y de cuando quería podar 300 plantas por día. Justamente por esta razón la izquierda y la derecha siguen luchando en mi interior y ninguna gana la batalla final.
Sin embargo, toda la experiencia y aquellos siete días en la ciudad de Blenheim, me cambiaron de cierta manera, y si antes me tenía que clasificar como Gorila... ahora sería más conveniente que lo hiciera, como Monito Tití."
FIN
Próximo Capítulo " Y dónde esta Siva?"
miércoles, 12 de noviembre de 2008
Capítulo 34 "La Batalla Sindical" Primera Parte
En el capítulo anterior, nos habíamos instalado con Stephane y Siva en Blenheim, en la casa de Kumar. Comenzamos a trabajar en los viñedos y me había pasado dos semanas desarrollando un nuevo sistema de poda (el Ford-Taylor System) que había terminado en un rotundo fracaso por no satisfacer las normas ISO de calidad mínima.
Era una mañana tranquila en la casa de Kumar. En nuestro cuarto yo era el único despierto, si bien no quería salir de mi tibia bolsa de dormir. Stephane y Siva roncaban desafinados y fuera de tempo en sus camas.
Lamentablemente mi sueño de viajar a Asia y a Europa, poco a poco, estaba entrando en la misma triste categoría de sueños donde se encuentran "Jugar en la Selección Argentina de Fútbol", "Hacerme millonario antes de los 30" y tantos más.
La semana anterior había ganado un poco más de 300 dolares. Había pagado 100 de alquiler y 50 en comida. Le debía 300 dólares a Juan y como 400 a Stephane. Estaba en el horno con papas noisette.
Varios días antes, había recibido un mail de Juan contándome que, finalmente, había encontrado trabajo en una "dairy farm" (campo de vacas lecheras). Estaba ganando muy bien y, encima, aprendía un montón.
"Fede, tenés que conseguir un laburo como este. Es lo mejor. Tal vez te puedo conseguir algo. Voy hacer un video para enseñarte a manejar un tractor, así es más fácil que te contraten" me escribía en el mail.
Qué tenía que hacer? Seguir intentando ganar buena plata como podador? Cambiar de ciudad? Buscar trabajo en un tambo? Seguir viaje con mis compañeros? Cortarme solo?
Me levanté, fui a la cocina en pantuflas y allí vi a nuestro pequeño ratón corriendo hacia debajo de la heladera. Ni me importó, ya estaba acostumbrado a verlo e incluso hasta que me había encariñado y le habíamos puesto nombre.
- Ayala! - lo saludé cuando lo vi
Desayuné solo leyendo las ofertas de un folleto de supermercado, las papas y los kiwis estaban baratos pero después de haberlos conseguido gratis durante tanto tiempo, comprarlos me parecía irracional y totalmente injusto. Luego salí al jardín y me puse a acariciar a los dos gatos guardianes de Kumar, que increíblemente, sí estaban entrenados para no entrar a la casa. Encima eran macho y hembra y me juego la cabeza que la gata no estaba castrada. Este Kumar era un grande.
Tras meditar un rato volví al cuarto a hablar con mis dos compañeros, que, si bien estaban en sus camas, ya estaban despiertos.
- Muchachos, estuve pensando y creo que voy a empezar a buscar trabajo en una dairy farm.
- Sí? Me parece muy bien - dijo Stephane - ya estoy harto de la poda.
- A mí también me parece bien - agregó Siva - si estamos los tres juntos cualquier trabajo es bueno.
- A ver... - "qué momento difícil" pensé -... el problema es que no se si vamos a poder encontrar una dairy farm para los tres juntos. Además piden cierta experiencia en el campo. Yo no tengo idea de cómo ordeñar una vaca pero por lo menos lo estudié en la Facultad y en un curriculum más o menos, la puedo pilotear... pero vos, Stephane, sos banquero. Y vos, Siva, sos un ex-jugador de fútbol. Me parece que las chances son prácticamente nulas.
Stephane se quedó un poco dolido y en silencio.
- Hagamos los siguiente - propuso Siva - tratemos con mucho esfuerzo de encontrar una dairy farm para los tres. Si vemos que no hay, cada uno puede tratar de encontrar un empleo por separado.
- Mmm... de acuerdo. Hoy mismo empezamos a buscar.
Aquella mañana nos separamos y cada uno hizo la suya. Yo fui a un ciber y (después de boludear media horita en el Facebook) empecé a navegar en buscadores de empleos de NZ. Obviamente, todo lo que era lechería, pedían un solo empleado. Mis mensajes eran ridículos:
"Estoy interesado en el trabajo. Tengo experiencia en ganadería y estoy viajando con dos amigos (un malayo y un francés) así que si hay lugar para tres sería mucho mejor"
Le respondí el mail a Juan a ver si me podía ayudar en la búsqueda y luego puse mis datos en un montón de sitios con la esperanza que me llamaran.
Cuando me reencontré con el francés lo primero que me dijo fue
- Tengo noticias... - y acto seguido comenzó a darme la siguiente explicación.
- Estuve releyendo el contrato que firmamos con Yellow Boots y encontré una parte que es muy ambigua, relacionado con la paga. El contrato dice algo así como que nos van a pagar un mínimo de 10 dólares por hora (casi 100 por día) si no podemos alcanzar a podar los árboles suficientes. Por eso mismo hoy me dirigí al Income Office.
- Qué es eso?
- Es como un ente regulador entre empleados y empleadores. Y allí me explicaron que ni siquiera importa el contrato que hayamos firmado. Me dijeron que toda empresa residente en NZ tiene la obligación de pagarle como mínimo 90 dólares por día al empleado.
- Entonces?
- Cómo entonces? Ya mismo vamos a Yellow Boots para que nos paguen lo que nos deben. - afirmó Stephane como si fuera obvio.
- Nahh, no funciona así. No te van a regalar plata. Ellos nos dijeron que era por árbol podado y nosotros aceptamos.
- No importa! Es nuestro derecho!! - gritó enfurecido Stephane sacudiendo ambos puños. Allí entendí por qué todas las grandes revoluciones fueron en Francia.
- No sé...a mí me incomoda muchísimo pelear por plata. No me sale, es más fuerte que yo.
- Bueno, vamos juntos y yo peleo por los dos.
Le comentamos a Siva que ibamos a ir a apretarlo a Piong y nos respondió que no quería ir, que el chino había sido amable y no le importaba la plata. Siva estaba más alla de todo.
Después de caminar como una hora llegamos hasta la puerta de la casa de Piong (aquella donde vivían todos los chinos y donde habíamos dormido una noche) y yo arrugué.
- Disculpá, Stephane. Realmente no puedo pelear por plata. Me da cosa. Si querés entrá y exigí tu diferencia. Yo te espero afuera.
Me senté en la vereda pensando que el francés entraría, y a los 5 minutos saldría, de muy mal humor, y con las manos vacías. Sin embargo pasaron dos horas y Stephane no salía. No entendía nada, y me daba un poco de vergüenza entrar a preguntar, teniendo en cuenta que ya había esperado afuera como un boludo tanto tiempo. Finalmente le mandé un mensaje de texto y los dos minutos salío de la casa, insultando y revoleando piñas al aire.
- Encule!!! Fils de pute!!
Cada vez que Stephane se enoja e insulta en francés, no puedo evitar tentarme. Hice un esfuerzo para mantener la compostura y le pregunté ya sabiendo la respuesta
- Y? Te devolvieron la plata?
- No!! Podés creer que Piong se hacía que el que no sabía del salario mínimo? Decía (imitando su acento oriental) "No, yo no sabel nada de eso" "Tu estal equivocado". Ahrrhrhg!! - y se puso a patear y a sacudir un pobre arbusto.
- Y vos qué le decías?
- Yo durante una hora le decía lo que me dijo la señora en el Income Office.
- Y antes de irte le dijiste alguna amenaza final?
- Eh? No.
- Le tendrías que haber dicho "No me importa si estás de acuerdo o no, Piong. Si no me pagás ya lo que me debés, mañana mismo voy al Income Office a iniciar la demanda correspondiente. Ellos me dijeron que me van a asesorar y ayudar en todo" - al escuchar esto Stephane se quedó en silencio mirándome
- Voy a volver y les voy a decir eso - me dijo serio
- Naah. Ya estoy re cansado de esperar. Ya fue. Vamos.
- No, si querés volvé a la casa. Todo bien. Voy a entrar otra vez.
- Bueh, está bien, te espero. - acepté de mala gana.
Nuevamente entró a la casa y esta vez directamente me acosté en la vereda a dormir, pensado que iba a tardar dos horas más, sin embargo salió a los 5 minutos, con la frente en alto, una orgullosa sonrisa en la cara y con 400 dólares en la mano!
- Esto es lo que te debían a vos - me dijo, con los ojos llenos de lágrimas, dándome mi tajada y apoyando su mano en mi hombro - y gracias por esperarme y confiar en mí (textual).
- No sea maricón, hombre. No es para tanto. - pensé - pero no le dije nada porque estaba contento que haya conseguido mi plata.
Toda la situación fue un poco extraña porque hasta el momento Stephane siempre había sido un poco lastre. Era torpe, no sabía cocinar, no tenía ninguna habilidad especial y yo era más o menos, el que llevaba la sociedad adelante, sin embargo a partir de aquel día, el francés lideraría todo un nuevo aspecto legal, burocrático y financiero del viaje, que yo no estaba a la altura de liderar.
Una vez en nuestra casa, decidí que, mientras buscara trabajo en una dairy farm, iba a seguir trabajando en los viñedos, por lo menos para no endeudarme más. Aquella tarde fui, con Siva al contratista donde laburaban los chilenos que vivían con nosotros y firmamos contrato. Aquí el jefe era un indio llamado Adam.
Al día siguiente nos levantamos bien temprano y fuimos con Siva a trabajar. Stephane no fue porque había jurado por la tumba de sus ancestros carolingios que no volvería a podar un árbol en su vida, igualmente hacía esta clase de promesas cada 10 minutos y cada 5 las rompía.
Caminamos hasta la estación de servicio donde nos esperaba la camioneta de la empresa de Adam. El supervisor era un checo enorme y tenía el caracter más podrido que jamás he conocido. Por alguna extraña razón sociogeodemoantropolítica, todos las empresas de estos empleos estacionales, ponen de supervisor a alguien de Republica Checa.
Mientras nos dirigíamos al nuevo viñedo donde podaríamos, Siva me comentó
- Ayer hablé con mi hermano, y me dijo que puede conseguir pasajes para Kuala Lumpur por 600 dólares ida y vuelta.
- En serio? Es genial! Lástima que estoy seco como un ñoqui de semola. En todo caso, cómo puedo hacer para comprarlos?
- Le puedes enviar la plata en una transferencia o algo así. Después veremos. Además estaba pensando que talvez yo los podría acompañar por su viaje a Asia. Y también estaba pensando que talvez me gustaría conocer Argentina.
- Querés venir a Argentina? - le pregunté sorprendido y contento.
- Sí, me encantaría.
- Entonces incluso podés ir conmigo cuando yo vuelva. Además te saldría baratísimo, porque tu hermano te da el pasaje y en mi casa te podés quedar el tiempo que quieras.
- En serio me lo dices?
- Claro, Siva! Por algo somos amigos! - y dicho estos nos abrazamos con la canción de "Friends to be friends" de fondo.
Cuando llegamos al viñedo y comenzamos a trabajar entendí varias cosas. Durante los últimos años, Blenheim había sido el paraíso de los viajeros mochileros. El trabajo era al aire libre, muy relajante (si no querías hacer 300 plantas por día) y en su momento muy bien pago. Años anteriores el precio por planta podada había superado un dolar. Sin embargo, en el 2008 sucedió lo siguiente: Nueva Zelanda se estaba convirtiendo en un país de moda para este tipo de viajes. Cada día este país hacía nuevos convenios con nuevas embajadas para emitir las working-holidays VISAS (que es la visa que tenemos Juan, Stephane, Siva, yo, y todo el resto de los extranjeros que aparecen en la historia). Entonces este año se había producido una sobrepoblación de mochileros, cual plaga de ratones en la Europa del siglo XIII. Y para colmo, en esta temporada era la primera vez que implementaban una máquina que arrancaba las ramas cortadas. Antes esa etapa la hacían manualmente todos los extranjeros como nosotros. Por estas dos razones, había más empleados y menos trabajo, y por ende, menor precio por planta podada y menor interés por parte del empleador de respetar y consenvar al empleado.
Fue por eso que empezamos a podar y al mediodía habíamos terminado todo el viñedo. Eramos 20 extranjeros, con las tijeras en las manos y no teníamos nada que cortar. El supervisor checo nos dijo
- El trabajo se terminó. Nos volvemos. - algunos chicos se empezaron a quejar porque encima el transporte no era gratis. Nos descontaban 3 dólares del sueldo por día.
- Si no te gusta, te vas -respondió de manera horrible el Checo. A partir de ese momento, y hasta el último día, fuimos enemigos mortales.
Volvimos a la casa, en un momento a solas le comentó a Stephane lo de los pasajes
- Sí, genial! Los compramos mañana con mi tarjeta y después arreglamos.
- Y otra cosa. Siva quiere venir con nosotros a Asia.
- Qué?! Nooo...un momento... Vos querés que venga con nosotros? - preguntó confundido
- Sí, claro. Por qué no? Bah... no sé. Vos no querés?
- Yo que se hicieron buenos amigos y que Siva es muy buen pibe pero hay que deshacerse de él ya - si no recuerdo mal había tenido esta misma conversación con Juan, un mes atrás, con la única diferencia que el sujeto en cuestión era el mismo Stephane. Yo entendía que al francés no le cayera bien, Siva era super social, simpático y generoso pero medio infantil y totalmente fantasioso. Era fanatico de la WWF (Lucha Libre de Estados Unidos), y en realidad yo también. Nos la pasábamos hablando de Stone Cold, El Undertaker, The Claw y varios luchadores más. Nos divertíamos imitando sus técnicas y recordando peleas memoriosas y, en esta y en algunas cosas más, Stephane se quedaba medio afuera.
Esa misma noche daba vueltas y vueltas en mi bolsa y no me podía dormir, había algo que me inquietaba muchísimo. Sentía como un estado de alerta, como una advertencia paranormal, como un sentido arácnido nervioso, como unas antenitas de vinil detectando peligro. Miré el celular y eran las tres de la mañana. El francés y el malayo dormían como osos. Salí de mi bolsa de dormir y en cuatro patas me acerqué a la cama de Siva, muy silenciosamente, ya que si se despertaba no existía manera de explicar lo que estaba haciendo. Como estaba la luz apagada, y solo contaba con la luz de las estrellas que entraba por la ventana, me tuve que acercar hasta solo tres centímetros de su cara. Siva no tenía bigote. Suspiré aliviado y volví a mi bolsa, pero justo antes de meterme nuevamente algo me inquietó. Sin saber por qué me acerqué hasta la cama de Stephane, lo observé de cerca... y noté que se estaba dejando la barba candado...
Durante aquella semana trabajé muy tranquilo. Como no tenía la intención de hacer muchas plantas por día, había vuelto al mp3, y la buena cumbia, a mis queridos Dolinas y mis dulces lecciones de francés. En esta empresa, la calidad de poda era un aspecto importante, por eso el Checo nos controlaba todo el tiempo, y si una hilera no estaba bien hecha, nos ordenaba rehacerla.
En la mitad de la semana, mientras trabajábamos, Siva tuvo un ataque de alergía impresionante. Se le brotó toda la cara, el cuello y las manos. Pobre, ya de por si era medio feo, y ahora con la alergía parecia un monstruito salido de Digimon. Fuimos al hospital y el médico advirtió que la reacción era producida por algunos químicos que aplican a las uvas. No era muy común, ya que eran sustancias inocuas, sin embargo, de vez en cuando producían esos síntomas. Siva no podría trabajar más en los viñedos.
Al dia siguiente Stephane decidió que quería trabajar con Adam. Fuimos juntos hasta la camioneta y, una vez allá, podaba tan lento que me daba vergüenza. El Checo lo miraba extrañado y no le decía nada. El francés podó tan pocos árboles esa día, que con lo que teníamos que pagar por el transporte, creo que terminó debiendo plata. De todas formas, Stephane mantuvo un enorme sonrisa y estaba del mejor humor. Hacía chistes, cantaba Edith Piaf y hasta se acostó a tomar sol como una hora. Se notaba a la legua que estaba tramando algo.
Al final de la semana fuimos los tres a cobrar. Stephane había trabajado solo un día, Siva tres días y yo seis. La oficina de Adam's Company, no era una casa como la de los chinos, sino una oficinita en el centro de Blenheim. Cuando llegamos allí nos encontramos con los chilenos que vivían con nosotros en lo de Kumar, una secretaria malaya (de la cual Siva estaba totalmente enamorado) y muchos empleados más.
Nos dieron nuestra plata en un sobre cerrado. Los abrimos y a cada uno había recibido los siguientes montos
Stephane: 30 dólares
Siva: 96 dólares
Yo: 230 dólares
Tal vez no parece tan poco si lo pasamos a pesos y tenemos en cuenta que es la paga de una semana, pero esta plata en Nueva Zelanda... ERA UNA MISERIA!!!!!
Siva, que con su ataque de alergia, tenía los labios tan hinchados que no podía hablar con claridad, ni se quejó. Yo me acerqué a la secretaria y le dije con muchísima delicadeza.
- Discúlpame, pero creo que hay un error, yo trabajé 6 dias y me parece que hice más de 40 dólares por día.
- A ver... dejame chequearlo - la malaya sacó una carpeta con las filas que habíamos podado esa semana y después de unos segundos respondió
- No, no hay error. Tu sueldo es de 230 dolares. - yo estaba seguro que había podado más filas que eso, la próxima semana tendría que anotarlo con muchísimo cuidado porque talvez me estaban cagando.
Y finalmente Stephane se sentó en el escritorio frente a la secretaria, se cruzó de piernas con confianza y derrochando elegancia y la miró sonriendo y en silencio durante largo rato. La secretaria no entendía la conducta del francés, quien finalmente dijo
- Acá hay un error. Me dieron 30 dólares. Me tienen que 90 que es el sueldo mínimo. Así que dame los 60 que me deben, por favor. - todos los presenten nos quedamos en silencio y sorprendidos por la demana de Stephane, sin embargo la secretaria no parecía alarmada.
- No hay problema. Lo único es que yo no puedo darte la plata ahora porque acá no manejo efectivo, pero en la próxima semana te pagamos la diferencia. - como el francés estaba de acuero nos retiramos.
Si bien Stephane festejaba su pequeña victoria estabamos con el agua al cuello. Siva no podía podar, y podar era casi el único trabajo posible en Blenheim. Tal vez podía conseguir laburo en un McDonalds, pero tendría que ser un puesto que esté fuera de la vista de los clientes, porque realmente la cara de Siva con el ataque de alergia le quitaba el apetito hasta al más famélico.
Stephane estaba gastanto todo sus ahorros a una velocidad increíble. Un mes atrás había hecho una transferencia importante de Francia a su cuenta de NZ, por eso tenía bastante plata pero desde nuestro trabajo con las Papas no estaba ganando practicamente nada y estaba gastando demasiado. A ese ritmo se quedaría en cero muy pronto.
Y yo, estaba trabajando más que el resto, pero no contaba con una cuenta bancaria en mi país para apoyarme. Prácticamente todos los extranjeros con los que hablaba estaban en quiebra, no tanto porque no se ganara bien, sino porque gastaba mucho en alcohol y en cigarrillos (que es carísimo, 30 dólares un paquetito de tabaco), sin embargo todos contaban con algo conocido como "Inyección económica", que era por ejemplo lo que había hecho Stephane.
Con un poco de tristeza y desilusión me di cuenta que si quería viajar a Asia (Europa casi lo había descartado) tendría que trabajar de verdad y tendría que sufrir un poco. Sin mp3, sin charlar y todos los días de la semana, y solo descansar cuando lloviera. Nueva Zelanda finalmente no era tan fácil como me imaginaba.
Al día siguiente fui a trabajar solo. Fui hasta la estación de servicio (llegué corriendo porque se me había hecho tarde). La camioneta ya estaba por arrancar cuando justo antes de entrar, el Checo me detuvo y me preguntó
- Federico Quiroga?
- Sí, soy yo - y nunca voy a olvidar la siguiente frase
- You are out of the company - me dijo con aquel horrible y durísimo acento de Swarzenegger.
- Qué? Por qué? - pregunté indignado pero la respuesta era obvia. Me había quejado por mi sueldo y pensaban que, como era amigo de Stephane, la semana siguiente exigiría mi sueldo mínimo, sin embargo el checo solo respondió
- Estoy apurado, cerrá la puerta. - y me miraba serio esperando que obedeciera y me fuera. Todos los empleados de la camioneta me miraban tambien apenados por mi situación y con algo de temor en sus rostros.
Nunca fui de discutir, siempre traté de ser contemplativo y evitar peleas innecesarias, pero en aquel momento sufrí en mi alma el sentimiento de la injustica, de la bronca, de la opresión... y de repente me vi poseído por un espíritu combativo, poderoso, peligroso y rojo...
No quería cerrar la puerta sin antes responder algo... y dije lo primero que se me ocurrió (textual)
- Gente, les están robando, controlen las hileras que podan - y después mirando a los ojos al Checo y señándolo con mi mano izquierda le dije con una voz que no había escuchado antes
- Y a vos.. te veo en el Income Office!! - y cerré con un portazo de tal violencia, que cuando me fui caminando, lo hice rapidito mientras miraba de reojo al Checo por si se había bajado de la camioneta para pegarme una trompada.
Sin embargo ahora no me importaba nada, porque ya no peleaba por unos mugrosos 100 o 200 dólares, ahora luchaba por algo mucho más fuerte e importante, ahora luchaba por lo que era justo y por lo que no, ahora estaba totalmente convencido de mi causa, ahora luchaba por algo llamado dignidad, y ese día fue la primera vez que sentí que me la habían quitado y esa fue la primera vez que supe, verdaderamente, lo que se sentía.
Ahora iba a luchar con alma y vida...hasta las últimas consecuencias...hasta la victoria...siempre.
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Próximo Capitulo Sábado 16
"La Batalla Sindical" Ultima parte
viernes, 7 de noviembre de 2008
Capítulo 33: " Ford, Taylor y la carrera podística"
Si bien casi me había costado la vida, ahora tenía un indicio de cómo podría vencer a Rocky. El era oriental, experimentado, más joven y con un talento innato para la poda, pero yo era argentino, tramposo, obstinado y contaba con la teoría del Fordismo.
La respuesta era obvia, como son siempre las respuestas una vez que se presentan. Como había explicado anteriormente, la poda consiste en 4 Pasos. Si en vez de podar un árbol completo por vez, hacía 100 veces el Paso 1, luego 100 veces el Paso 2, y así, la repetición y la sistematización de cada movimiento incrementaría, sin duda y de manera significativa, la velocidad de poda.
Mi objetivo era hacer 3 filas de 100 árboles cada una. Era casi imposible, sin embargo querer viajar a Europa, estar endeudado y no tener plata en la cuenta bancaria son factores muy motivantes, como lo son el miedo, el hambre y estar enamorado.
Aquella misma noche, apreté los dientes y decidí que tenía que superar el asco que me producía la casa, por lo que tomé mi toalla, fui al baño y me duché. (En la ducha había una cucaracha muerta). Una vez limpio, fui al salón a sociabilizar con los compañeros de vivienda, y al igual que el 99% de los mochileros de Blenheim, eran todos podadores. Aproveché la ocasión y les pregunté consejos y trucos para podar más rápido.
- Es muy importante tener las tijeras bien afiladas y aceitadas - me dijo un indio- Ten cuidado con hacerlo muy fuerte, huevón. Yo me lastimé la muñeca y ahora me duele muchísimo, me cachái? - me advirtió un chileno.
Antes de dormir, creé un documento de excel para anotar los distintos tiempos que me llevaría podar 100 árboles usando el sistema convencional y el nuevo sistema fordista. Mi objetivo, en estos primeros días, no era tener altos rendimientos, sino invertir tiempo, recursos y energía en perfeccionar totalmente la técnica.Después de varias jornadas de trabajo, de reloj en mano y de muchas mediciones, obtuve los siguientes datos: con el sistema convencional podía podar un promedio de 90 árboles por día, y con el nuevo sistema un promedio de 140. La diferencia era de casi 200 dólares por semana!
Un tarde, cuando volvíamos a la casa, otra vez lo encontramos a Kumar tirado en la vereda, fumando y mirando el cielo. Cuando nos vio y después de un tiempo, más largo que lo normal, nos reconoció y nos dijo
- Chicos, ya he resuelto el tema del ratón.
- Muy bien, como hiciste?- Compré dos gatos... - nos dijo sonriendo desde el suelo
- Pero Kumar... los gatos te van a mear todas las alfombras y va a quedar en la casa un olor todavía más asqueroso.
- Hahahahah... ...hah hahahaha haha... hah ahahaha haha...ha... te equivocas, Freddy - me dijo de repente serio - porque estos dos gatos que compré, están entrenados para no entrar a la casa (textual).
- Pero el ratón está dentro de la casa, en nuestro cuarto - dijo Stephane, con lo que Kumar se quedó en silencio revelando que no había pensado en ello.
Horas más tarde, después de la cena, mientras analizaba los tiempos de poda por separado, noté que el Paso 1 (de cortar las ramas gruesas) y el Paso 3 (de cortar los nudos) los hacía muy rápido, pero tardaba mucho en el Paso 2 (elegir las 4 ramas) y el Paso 4 (cortarle las puntas).
Los días siguientes fueron como un ensayo científico. Los chicos de la casa se habían entusiasmado con la investigación y preguntaban cómo evolucionaba la técnica y miraban y opinaban sobre los resultados y los gráficos que les mostraba.
Del trabajo me había encanutado una lima, así que todas las noches, cuando nos juntábamos en el salón a mirar televisión, me sentaba con las piernas cruzadas, a afilar mi tijera con la misma expresión con la cual Rambo afilaba su machete en Talcahuano.
Otra de las conclusiones obtenidas fue que perdía mucho tiempo cuando me juntaba con Siva y Stephane a almorzar, por lo cual comencé a llevarme varias barritas de cereal en los bolsillos y me las clavaba en menos de 20 segundos.
Al final de aquella semana mi productividad había alcanzado un plató de 180 plantas por día. Si bien era una barbaridad, no era suficiente para alcanzar a las 250 de Rocky, el koreano podador.
Tenía que seguir pensando, seguir planeando, seguir mejorando. Siempre se puede un poco más...un poco más... un poco más.
Fui a la biblioteca y leí absolutamente todo lo que encontré relacionado con la poda. Leí sobre tijeras, sobre uvas, "El arte de la Guerra" de Sun Tsu, "La inteligencia emocional en la poda de uvas" de Daniel Goleman y muchos libros más. Estaba hecho todo un podólogo.
Finalmente de todas aquellas horas de investigación rescaté algo muy útil, ya que era algo que los chinos no nos habían mencionado, relacionado con las tijeras y la ley de palanca.Hay dos clases de tijeras, una de manija larga que es más apropiada para ramas fuertes y una de manija corta que permite más velocidad de cortes.
"Dadme un punto de apoyo y venceré a Rocky" había dicho Arquímedes.
Luego fui al Blockbuster de Blenheim y para buscar inspiración me alquilé “Un paseo por las nubes” con Keanu Reeves y “el Joven Manos de Tijeras” con Jack Sparrow.
Esa noche, cenamos otra vez con Kumar, quien cocinó unos camarones re locos. Nunca sabré si habrá usado un ingrediente ilegal para el arroz, o si la obsesión por la poda me estaba afectando seriamente el cerebro, pero la cuestión fue que, después, tuve un sueño muy extraño:
“Estaba trabajando en el viñedo, como no era de extrañar. La fila de árboles de uvas se perdía en el horizonte. En la hilera de adelante venía podando Rocky. Podaba árbol tras árbol tan rápidamente que se me acercaba a una velocidad impresionante. Tan rápido me superó y se alejó que parecía que venía de frente.
Seguí podando, medio de mal humor, cuando justo atrás mio, en la fila anterior, escuché a alguien cantar. No le presté mucha atención porque no es raro que los podadores canten, sin embargo esta voz era espectacular y muy conocida. Me di vuelta y allí me encontré a...
- Steven Taylor! - grité - el cantante de Aerosmith! mi ídolo!
- Hi, Freddy... - me dijo sonriendo con tranquilidad, mientras podaba, vestido de blanco y con muchos pañuelos de colores. Yo lo miraba en silencio y totalmente anonadado.
- Come here, baby... ...dime, Freddy... Qué es lo más difícil de la vida? - me preguntó de repente.
- Cómo?
- Qué es lo mas difícil de la vida? - repitió.
- Llegar a podar 250 árboles y vencer a Rocky - respondí sin siquiera dudar.
- No! Lo más difícil de la vida es reconocer y aceptar cuando dos cosas que queremos son mutuamente excluyentes.
- No entiendo
- Quieres podar 250 árboles por día o quieres vencer personalmente a Rocky?
- Quiero ambas
- Pues ambas no tendrás... y por querer ambas tendrás ninguna...
Me quedé en silencio, mirando al suelo, tratando de interpretar su sabiduría.
- Adiós, Freddy - y podando se alejó, mientras que cantaba el famoso tema Crazy. Antes que lo perdiera de viste le grité
- Ah... saludos a su hija!! - pero creo que no me escuchó.”
Me desperté en el medio de la noche, y no me sorprendí al ver que la computadora había quedado prendida con el Itunes abierto, y justo la canción que estaba reproduciendo no era otra que la de Aerosmith. Si bien, todo el suceso no había sido un milagro paranormal, sino una gran coincidencia, fue el empujón inicial para el cambio de paradigma en la técnica final de la poda de uvas.
A la mañana siguiente, durante el desayuno, le expliqué mi nuevo plan a Stephane.
- Tengo la idea final para perfeccionar del todo el sistema
- Uf - respondió Stephane ya medio saturado de mi locura - a ver, contame.
- De ahora en más, vos y yo vamos a ser una única unidad de trabajo. Vamos a sumar nuestras fortalezas y vamos a cancelar nuestras debilidades, para así transformarnos en el Terminator de la poda.
- Qué estás diciendo? - preguntó el franchute revelando un poco más de interés - Vamos a podar juntos al mismo tiempo cada árbol?
- No!! - grité levantando el dedo índice y derribando mi silla - vamos a dividirnos los 4 Pasos de la Poda. Yo voy hacer el Paso 1 y 3 que requieren más fuerza con una tijera larga y potente. Vos vas a hacer los pasos 2 y 4 con la tijera corta que es más rápida. No solo vamos a podar mejor sino que en la mitad de tiempo vos te vas a volver experto en tu pasos y yo en los míos. Al realizar únicamente pocos movimientos vamos a perfeccionarnos más rápido que el resto, creando así una ventaja competitiva. Rutinización, especialización e intensificación son las claves para la mayor producción.
- Parece un buen sistema... pero hay un detalle, no podemos anotarnos los dos en una misma fila. Cómo nos van a pagar?
- Uh, tenés razón – dije pensativo. A los segundos Stephane comentó
- Sabés qué? Eso no importa, al final de la semana dividimos la plata por dos y listo.
Nos quedamos los pensando mirando nuestros platos de avena. El francés lentamente empezó a abrir ampliamente los ojos entusiasmado.
- Es un plan perfecto! Empecemos hoy mismo! - concluyó
Esa semana fue una locura. Cada día apenas se abría la puerta de la camioneta, Stephane y yo éramos los primeros en saltar e ir corriendo a nuestras filas para empezar a podar sin perder un segundo. Parecíamos dementes.
Por otro lado, Siva era todo lo contrario. Era el que trabajaba más lento. A veces lo veíamos en la fila de algún chino charlándole lo más pancho. Otra veces se nos acercaba mientras trabajábamos y nada más nos miraba y nos acompañaba en silencio durante horas.El malayo, que era nuestro espía infiltrado en las filas enemigas, nos informo que Rocky estaba al tanto de nuestro perfeccionamiento y él también había dejado de tomarse una hora de almuerzo y ahora comía solo en el medio del viñedo para no perder tiempo. Al final de cada día siempre nos cruzábamos y con las miradas nos sacábamos chispas
- Tu momento ya pasó, Rocky. Ahora Stephane y yo seremos los número uno, disfrutá mientras puedas, tu días están contados. - le decía yo mentalmente.
- El que ríe ultimo ríe mejor y no está muerto quien pelea - mentalmente me respondía, a lo que yo le refutaba
- pero no por mucho madrugar, se amanece más temprano.
Recuerdo aquel domingo de Junio como si hubiese sido hace 5 meses. Aquel día trabajamos, con Stephane como nunca trabajé en mi vida. Durante 9 horas podamos manteniendo una absoluta concentración. No nos hablamos, no nos sentamos. Sin mp3, sin Ipod. Estábamos los dos en trance, en el Nirvana de la poda, sin sentir cansancio, sin sentir dolor, sin sentir placer... solo podar, podar y podar.
Sonó el silbato de Piong y nos despertó de aquel estado hipnótico. Contamos la producción... y habíamos podado 610... 305 plantas cada uno!!!!
Nos abrazamos y lloramos de alegría. Después de tanto sudor, esfuerzo, barritas de cereal, dolor y lágrimas habíamos alcanzado nuestro objetivo.
Caminamos, doloridos y medio jorobados, hasta la camioneta, esperando que nos preguntaran cuantos árboles habíamos podado, cuando vimos un montón de chinos rodeando y hablando con Rocky, y Siva entre ellos. Nuestro amigo malayo se nos acercó y excitado nos gritó
- Rocky hoy podó 360 plantas. Es un genio!
Al escuchar esto sentí que se me bajaba la presión y que mis piernas eran de algodón. Rocky advirtió nuestra presencia y con la mirada nos dijo
- A veces los ratones piensan que pueden vencer a un león, solo cuando no saben que son ratones y solo cuando no saben que se enfrentan a un león.
Rocky me había vencido.
Después de trabajar, fuimos a la oficina de Piong a recibir nuestro sueldo semanal.
- Con este pago me voy a comprar una playstation - repetía Stephane - me la merezco.
- Con este pago voy a pagar mis deudas y comprar y comer chocolate hasta que me de hepatitis - decía yo
- Con este pago los voy a invitar a comer, chicos! - decía Siva
No voy a entrar en detalles porque solo el recuerdo de esta escena me pone mal. La cuestión fue que Piong nos informó que, si bien éramos muy rápidos, la calidad de nuestra poda era lamentable (cosa que era muy cierto) y por dicha razón nos iban a descontar no se cuantas filas. Yo tenía que cobrar algo así como 700 dólares y me dieron 300. Stephane tenía que cobrar 500, y le dieron 250.Siva tenía que cobrar 200 y le dieron 200.
La respuesta era obvia, como son siempre las respuestas una vez que se presentan. Como había explicado anteriormente, la poda consiste en 4 Pasos. Si en vez de podar un árbol completo por vez, hacía 100 veces el Paso 1, luego 100 veces el Paso 2, y así, la repetición y la sistematización de cada movimiento incrementaría, sin duda y de manera significativa, la velocidad de poda.
Mi objetivo era hacer 3 filas de 100 árboles cada una. Era casi imposible, sin embargo querer viajar a Europa, estar endeudado y no tener plata en la cuenta bancaria son factores muy motivantes, como lo son el miedo, el hambre y estar enamorado.
Aquella misma noche, apreté los dientes y decidí que tenía que superar el asco que me producía la casa, por lo que tomé mi toalla, fui al baño y me duché. (En la ducha había una cucaracha muerta). Una vez limpio, fui al salón a sociabilizar con los compañeros de vivienda, y al igual que el 99% de los mochileros de Blenheim, eran todos podadores. Aproveché la ocasión y les pregunté consejos y trucos para podar más rápido.
- Es muy importante tener las tijeras bien afiladas y aceitadas - me dijo un indio- Ten cuidado con hacerlo muy fuerte, huevón. Yo me lastimé la muñeca y ahora me duele muchísimo, me cachái? - me advirtió un chileno.
Antes de dormir, creé un documento de excel para anotar los distintos tiempos que me llevaría podar 100 árboles usando el sistema convencional y el nuevo sistema fordista. Mi objetivo, en estos primeros días, no era tener altos rendimientos, sino invertir tiempo, recursos y energía en perfeccionar totalmente la técnica.Después de varias jornadas de trabajo, de reloj en mano y de muchas mediciones, obtuve los siguientes datos: con el sistema convencional podía podar un promedio de 90 árboles por día, y con el nuevo sistema un promedio de 140. La diferencia era de casi 200 dólares por semana!
Un tarde, cuando volvíamos a la casa, otra vez lo encontramos a Kumar tirado en la vereda, fumando y mirando el cielo. Cuando nos vio y después de un tiempo, más largo que lo normal, nos reconoció y nos dijo
- Chicos, ya he resuelto el tema del ratón.
- Muy bien, como hiciste?- Compré dos gatos... - nos dijo sonriendo desde el suelo
- Pero Kumar... los gatos te van a mear todas las alfombras y va a quedar en la casa un olor todavía más asqueroso.
- Hahahahah... ...hah hahahaha haha... hah ahahaha haha...ha... te equivocas, Freddy - me dijo de repente serio - porque estos dos gatos que compré, están entrenados para no entrar a la casa (textual).
- Pero el ratón está dentro de la casa, en nuestro cuarto - dijo Stephane, con lo que Kumar se quedó en silencio revelando que no había pensado en ello.
Horas más tarde, después de la cena, mientras analizaba los tiempos de poda por separado, noté que el Paso 1 (de cortar las ramas gruesas) y el Paso 3 (de cortar los nudos) los hacía muy rápido, pero tardaba mucho en el Paso 2 (elegir las 4 ramas) y el Paso 4 (cortarle las puntas).
Los días siguientes fueron como un ensayo científico. Los chicos de la casa se habían entusiasmado con la investigación y preguntaban cómo evolucionaba la técnica y miraban y opinaban sobre los resultados y los gráficos que les mostraba.
Del trabajo me había encanutado una lima, así que todas las noches, cuando nos juntábamos en el salón a mirar televisión, me sentaba con las piernas cruzadas, a afilar mi tijera con la misma expresión con la cual Rambo afilaba su machete en Talcahuano.
Otra de las conclusiones obtenidas fue que perdía mucho tiempo cuando me juntaba con Siva y Stephane a almorzar, por lo cual comencé a llevarme varias barritas de cereal en los bolsillos y me las clavaba en menos de 20 segundos.
Al final de aquella semana mi productividad había alcanzado un plató de 180 plantas por día. Si bien era una barbaridad, no era suficiente para alcanzar a las 250 de Rocky, el koreano podador.
Tenía que seguir pensando, seguir planeando, seguir mejorando. Siempre se puede un poco más...un poco más... un poco más.
Fui a la biblioteca y leí absolutamente todo lo que encontré relacionado con la poda. Leí sobre tijeras, sobre uvas, "El arte de la Guerra" de Sun Tsu, "La inteligencia emocional en la poda de uvas" de Daniel Goleman y muchos libros más. Estaba hecho todo un podólogo.
Finalmente de todas aquellas horas de investigación rescaté algo muy útil, ya que era algo que los chinos no nos habían mencionado, relacionado con las tijeras y la ley de palanca.Hay dos clases de tijeras, una de manija larga que es más apropiada para ramas fuertes y una de manija corta que permite más velocidad de cortes.
"Dadme un punto de apoyo y venceré a Rocky" había dicho Arquímedes.
Luego fui al Blockbuster de Blenheim y para buscar inspiración me alquilé “Un paseo por las nubes” con Keanu Reeves y “el Joven Manos de Tijeras” con Jack Sparrow.
Esa noche, cenamos otra vez con Kumar, quien cocinó unos camarones re locos. Nunca sabré si habrá usado un ingrediente ilegal para el arroz, o si la obsesión por la poda me estaba afectando seriamente el cerebro, pero la cuestión fue que, después, tuve un sueño muy extraño:
“Estaba trabajando en el viñedo, como no era de extrañar. La fila de árboles de uvas se perdía en el horizonte. En la hilera de adelante venía podando Rocky. Podaba árbol tras árbol tan rápidamente que se me acercaba a una velocidad impresionante. Tan rápido me superó y se alejó que parecía que venía de frente.
Seguí podando, medio de mal humor, cuando justo atrás mio, en la fila anterior, escuché a alguien cantar. No le presté mucha atención porque no es raro que los podadores canten, sin embargo esta voz era espectacular y muy conocida. Me di vuelta y allí me encontré a...
- Steven Taylor! - grité - el cantante de Aerosmith! mi ídolo!
- Hi, Freddy... - me dijo sonriendo con tranquilidad, mientras podaba, vestido de blanco y con muchos pañuelos de colores. Yo lo miraba en silencio y totalmente anonadado.
- Come here, baby... ...dime, Freddy... Qué es lo más difícil de la vida? - me preguntó de repente.
- Cómo?
- Qué es lo mas difícil de la vida? - repitió.
- Llegar a podar 250 árboles y vencer a Rocky - respondí sin siquiera dudar.
- No! Lo más difícil de la vida es reconocer y aceptar cuando dos cosas que queremos son mutuamente excluyentes.
- No entiendo
- Quieres podar 250 árboles por día o quieres vencer personalmente a Rocky?
- Quiero ambas
- Pues ambas no tendrás... y por querer ambas tendrás ninguna...
Me quedé en silencio, mirando al suelo, tratando de interpretar su sabiduría.
- Adiós, Freddy - y podando se alejó, mientras que cantaba el famoso tema Crazy. Antes que lo perdiera de viste le grité
- Ah... saludos a su hija!! - pero creo que no me escuchó.”
Me desperté en el medio de la noche, y no me sorprendí al ver que la computadora había quedado prendida con el Itunes abierto, y justo la canción que estaba reproduciendo no era otra que la de Aerosmith. Si bien, todo el suceso no había sido un milagro paranormal, sino una gran coincidencia, fue el empujón inicial para el cambio de paradigma en la técnica final de la poda de uvas.
A la mañana siguiente, durante el desayuno, le expliqué mi nuevo plan a Stephane.
- Tengo la idea final para perfeccionar del todo el sistema
- Uf - respondió Stephane ya medio saturado de mi locura - a ver, contame.
- De ahora en más, vos y yo vamos a ser una única unidad de trabajo. Vamos a sumar nuestras fortalezas y vamos a cancelar nuestras debilidades, para así transformarnos en el Terminator de la poda.
- Qué estás diciendo? - preguntó el franchute revelando un poco más de interés - Vamos a podar juntos al mismo tiempo cada árbol?
- No!! - grité levantando el dedo índice y derribando mi silla - vamos a dividirnos los 4 Pasos de la Poda. Yo voy hacer el Paso 1 y 3 que requieren más fuerza con una tijera larga y potente. Vos vas a hacer los pasos 2 y 4 con la tijera corta que es más rápida. No solo vamos a podar mejor sino que en la mitad de tiempo vos te vas a volver experto en tu pasos y yo en los míos. Al realizar únicamente pocos movimientos vamos a perfeccionarnos más rápido que el resto, creando así una ventaja competitiva. Rutinización, especialización e intensificación son las claves para la mayor producción.
- Parece un buen sistema... pero hay un detalle, no podemos anotarnos los dos en una misma fila. Cómo nos van a pagar?
- Uh, tenés razón – dije pensativo. A los segundos Stephane comentó
- Sabés qué? Eso no importa, al final de la semana dividimos la plata por dos y listo.
Nos quedamos los pensando mirando nuestros platos de avena. El francés lentamente empezó a abrir ampliamente los ojos entusiasmado.
- Es un plan perfecto! Empecemos hoy mismo! - concluyó
Esa semana fue una locura. Cada día apenas se abría la puerta de la camioneta, Stephane y yo éramos los primeros en saltar e ir corriendo a nuestras filas para empezar a podar sin perder un segundo. Parecíamos dementes.
Por otro lado, Siva era todo lo contrario. Era el que trabajaba más lento. A veces lo veíamos en la fila de algún chino charlándole lo más pancho. Otra veces se nos acercaba mientras trabajábamos y nada más nos miraba y nos acompañaba en silencio durante horas.El malayo, que era nuestro espía infiltrado en las filas enemigas, nos informo que Rocky estaba al tanto de nuestro perfeccionamiento y él también había dejado de tomarse una hora de almuerzo y ahora comía solo en el medio del viñedo para no perder tiempo. Al final de cada día siempre nos cruzábamos y con las miradas nos sacábamos chispas
- Tu momento ya pasó, Rocky. Ahora Stephane y yo seremos los número uno, disfrutá mientras puedas, tu días están contados. - le decía yo mentalmente.
- El que ríe ultimo ríe mejor y no está muerto quien pelea - mentalmente me respondía, a lo que yo le refutaba
- pero no por mucho madrugar, se amanece más temprano.
Recuerdo aquel domingo de Junio como si hubiese sido hace 5 meses. Aquel día trabajamos, con Stephane como nunca trabajé en mi vida. Durante 9 horas podamos manteniendo una absoluta concentración. No nos hablamos, no nos sentamos. Sin mp3, sin Ipod. Estábamos los dos en trance, en el Nirvana de la poda, sin sentir cansancio, sin sentir dolor, sin sentir placer... solo podar, podar y podar.
Sonó el silbato de Piong y nos despertó de aquel estado hipnótico. Contamos la producción... y habíamos podado 610... 305 plantas cada uno!!!!
Nos abrazamos y lloramos de alegría. Después de tanto sudor, esfuerzo, barritas de cereal, dolor y lágrimas habíamos alcanzado nuestro objetivo.
Caminamos, doloridos y medio jorobados, hasta la camioneta, esperando que nos preguntaran cuantos árboles habíamos podado, cuando vimos un montón de chinos rodeando y hablando con Rocky, y Siva entre ellos. Nuestro amigo malayo se nos acercó y excitado nos gritó
- Rocky hoy podó 360 plantas. Es un genio!
Al escuchar esto sentí que se me bajaba la presión y que mis piernas eran de algodón. Rocky advirtió nuestra presencia y con la mirada nos dijo
- A veces los ratones piensan que pueden vencer a un león, solo cuando no saben que son ratones y solo cuando no saben que se enfrentan a un león.
Rocky me había vencido.
Después de trabajar, fuimos a la oficina de Piong a recibir nuestro sueldo semanal.
- Con este pago me voy a comprar una playstation - repetía Stephane - me la merezco.
- Con este pago voy a pagar mis deudas y comprar y comer chocolate hasta que me de hepatitis - decía yo
- Con este pago los voy a invitar a comer, chicos! - decía Siva
No voy a entrar en detalles porque solo el recuerdo de esta escena me pone mal. La cuestión fue que Piong nos informó que, si bien éramos muy rápidos, la calidad de nuestra poda era lamentable (cosa que era muy cierto) y por dicha razón nos iban a descontar no se cuantas filas. Yo tenía que cobrar algo así como 700 dólares y me dieron 300. Stephane tenía que cobrar 500, y le dieron 250.Siva tenía que cobrar 200 y le dieron 200.
Tendría que haber contemplado eso cuando leí que el impacto del Fordismo en la industria de EEUU había, también, percutido en la calidad de ciertos productos.
Nos retiramos sin discutir. Stephane estaba totalmente furioso. Siva estaba contento y yo estaba un poco desganado.
- No se preocupen, chicos. Todo va a salir bien. - trato de consolarnos Siva
- Tengo hambre. - dije
- Los voy a denunciar. - dijo Stephane.
Siva y yo, miramos al francés y nos reímos. Ninguno de los dos, ni siquiera imaginó, que estaba hablando en serio.
- Vamos, los invito a comer a un MacDonalds así nos olvidamos de todo esto...- ofreció Siva mientras que miraba al cielo
- Eso sí, apurémonos que se avecina una tormenta.
Nos retiramos sin discutir. Stephane estaba totalmente furioso. Siva estaba contento y yo estaba un poco desganado.
- No se preocupen, chicos. Todo va a salir bien. - trato de consolarnos Siva
- Tengo hambre. - dije
- Los voy a denunciar. - dijo Stephane.
Siva y yo, miramos al francés y nos reímos. Ninguno de los dos, ni siquiera imaginó, que estaba hablando en serio.
- Vamos, los invito a comer a un MacDonalds así nos olvidamos de todo esto...- ofreció Siva mientras que miraba al cielo
- Eso sí, apurémonos que se avecina una tormenta.
sábado, 1 de noviembre de 2008
Capítulo 32 "Podadores del destino"
El 8 de Agosto del 2008, me encontraba en una cabaña perdida en el medio de las montañas en un remoto lugar llamado Kaituna Valley, sentado en un sillón sin compañía de nadie, tomando un nesquick caliente y mirando las noticias esperando el reporte del clima. Al igual que el día anterior y al igual que el día siguiente, estaba y estaría lloviendo. De repente, un trueno cayó cerca de la casa y al mismo tiempo vi unas imágenes conocidas en la pantalla del televisor.
Casi se me cae la taza de la mano y se me desprende la mandíbula al escuchar la siguiente noticia...
"Este año, la ciudad de Blenheim y sus viñedos vivieron una de sus temporadas de poda más agitada de los últimos tiempos. Se presentaron muchísimas denuncias por parte de empleados temporales a empresas contratistas y muchas de ellas decidieron directamente cesar con las actividades por lo que resta del año. La gran mayoría de los podadores son de nacionalidad extranjera, como así también las empresas contratistas, de nacionalidad china e india principalmente..."
Nunca sabré si Stephane y yo fuimos los responsables de aquella revuelta. Calculo que no... pero quién sabe. Contaré la historia tal cual como pasó, así cada uno podrá juzgar por sí mismo.
Todo empezó así...
Era una mañana fresca de Junio. Las estaciones en Nueva Zelanda son iguales a las de Argentina, por estar en la misma latitud. Septiembre es primavera, Enero es verano, Abril es otoño, Junio es invierno, etc.
Nos subimos a la furgoneta de Yellow Boots y nos dirigimos al viñedo donde trabajaríamos. Toda la ciudad de Blenheim (si se puede llamar ciudad) giraba alrededor de las uvas (viticentrismo). En todas las estaciones de servicio se veían decenas de mochileros con sus tijeras y autos organizándose para ir a trabajar. La producción de vino es de gran importancia en este país, y todos los viñedos están concentrados en esta pequeña zona.
En el vehículo éramos Stephane, Siva, un chico de Zimbawe y como 10 chinos más. Era realmente un muestreo representativo de la población mundial.
- Dónde vamos a dormir esta noche? - preguntó Stephane
- No sé, tal vez en lo de Piong otra vez.
- Imposible - intervino Siva - Todas las camas están ocupadas. Ayer pudieron dormir allí porque un par de chicos pasaron la noche afuera. De todas formas es medio caro.
- Ah, te cobra? Qué chino ratón!
- Sí, cuesta 120 por semana. Igualmente si quieren puedo ver si consigo otra casa más barata.
- Dale! - y dicho esto Siva se puso a mandar mensajitos de textos frenéticamente con ambos pulgares, con la lengua afuera a un costado de la boca y con los ojos bien abiertos
Cuando llegamos al viñedo esta vez sí quedamos impresionados. Era un valle enorme con miles y miles de árboles de uva ordenados en filas perfectas y como no corría una gota de viento podíamos estar, al igual que en Tauranga, en remera sin manga. (Estoy obsesionado con esa rima).
Piong nos explicó que los primeros dos días de trabajo eran de entrenamiento y por eso no nos pagarían por árbol podado sino que directamente cobraríamos 80 dólares por día. Obviamente no nos íbamos quejar. Nos apartaron del grupo y nos enseñaron a podar. Seguramente no les interese saber hacerlo, sin embargo, a los amantes del vino o a los curiosos tal vez sí, por tal razón procedo a explicar muy brevemente dicho arte.
En un viñedo los árboles de uva (que son más bien arbolitos) crecen apoyándose en unos alambrados sostenidos por postes. Como la vid es medio enredadera las ramas se van enroscando alrededor del alambre como así también con las ramas del árbol vecino formando como un muro vegetal. De las ramas salen hojas y luego uvas. Si un árbol tiene demasiadas hojas estas se harán sombra a sí mismas y consumirán un gran cantidad de energía que podría estar destinada a las uvas. Lo que se intenta no es un gran número de uvas, sino un buen tamaño de las mismas. Por dicha razón, después de la cosecha y una sola vez al año se realiza la poda, y esta consiste en cortar absolutamente todas las ramas del árbol con la excepción de 4, que serán las que darán las hojas y los frutos del año siguiente.
Entonces, resumiendo, podemos agrupar la metodología en 4 simples pasos.
Paso 1: Cortar las ramas viejas y gruesas que están enredadas entre árbol y árbol
Paso 2: Cortar todo lo que encontremos salvo 4 ramas.
Paso 3: Emprolijar el árbol cortando todos los nudos feos que hayan quedado
Paso 4: Cortar la puntas de las 4 ramas restantes para que no queden muy largas
Eso es todo. No es para nada difícil. La única joda tal vez es poder hacerlo lo suficientemente rápido para hacer buena plata y mantener la voluntad necesaria para hacerlo lo suficientemente rápido durante 8 horas y tener los huevos suficientes para hacerlo con constancia durante una semana sin volverse loco. Ese es el verdadero desafío.
Comenzamos a trabajar y como nos pagaban por hora no teníamos el más mínimo apuro y podábamos en cámara lenta. Tanto el trabajo como el lugar eran muy silenciosos y relajantes. Tan relajante era y tan lento lo hacía que por momentos no sabía si estaba podando en Blenheim o en el mundo de los sueños.
Como había explicado anteriormente, aquí los descansos no eran programados como con los kiwis. Uno podía tomarse la hora del almuerzo cuando quisiera todo el tiempo que necesitara, por eso a las 9:30 am decidimos, con Stephane, que era un buen momento para almorzar.
Era una verdadera lástima que en este trabajo no pudiésemos comer nada ad libitum como las papas en Ashburton o los kiwis en Tauranga. Me hubiese encantado romper otro record y comerme 500 uvas en un día.
Nos tiramos en el pasto para almorzar y los 5 minutos cayó nuestro amigo malayo para acompañarnos. Empezamos a comer y charlar sobre cualquier cosa. En un momento Stephane preguntó
- Cuánto cuesta un pasaje de Nueva Zelanda a Malasia, Siva?
- No sabría decirte - contestó este - Mi pasaje me salió gratis, porque mi hermano trabaja en Air Asia
- No te la puedo! Pero qué suerte! Y viajás mucho así? Qué países conocés?
- Fui a Sao Paolo, París, Moscú, Italia, Estados Unidos y algunos más...
- Guauuuuu - exclamamos con sana envidia
- Siva... vos pensás que tu hermano puede conseguirnos descuentos para ir a Asia - le pregunté el francés con la mirada hambrienta.
- Sí, claro. Solo tengo que hablar con él y preguntarle.
- Maravilloso!! - grité contento - tomá, Siva. Te regalo mi sandwich.
Volvimos a trabajar y a eso de las 12:00 decidimos que ya era un momento propicio para tomar el té. Nos sentamos en nuestro punto de encuentro y los 5 minutos, nuevamente, Siva se acercó para compartir la merienda.
- Chicos, chicos! Conseguí una habitación a 100 dólares por semana! - nos comentó orgulloso
- Grande Siva! Entonces hoy mismo nos mudamos. - dije
- Sí. Vamos a lo de Piong, tomamos nuestras cosas y vamos a nuestra nueva casa. - dijo Siva con los brazos abiertos y los ojos brillosos.
- Ah - exclamó sorprendido Stephane - vos venís con nosotros?
- Claro! Vamos a vivir los tres en la misma habitación! - gritó a los saltos el malayo. Yo también me entusiasmé con su alegría y saltábamos y girábamos tomados de las manos, sin embargo Stephane no se unió al festejo y siguió comiendo su sandwich en silencio.
Podamos un par de horas más y a las 3 pm consideramos que era un buen momento para cenar. Nuevamente Siva lo hizo con nosotros. Mientras cenábamos surgió otra conversación.
- Qué edad tienes, Freddy? - me preguntó Siva
- 26
- Entonces eres casado...
- Qué? jajaja, no, todavía no.
- Pero tienes 26 años y tu padres todavía no te encontraron esposa?
- No entiendo en absoluto de lo que me estás hablando, Siva. A vos tus papás te buscan la novia?
- Por supuesto, el año que viene, cuando cumpla 26, buscarán una esposa para mí. - comentó como si fuese lo más lógico del mundo.
- Y si no te gusta tu novia?
- Por qué no me va a gustar?
- Qué sé yo. Qué pasa si estás enamorado de otra chica y tus padres te eligen a una mujer de 200 kilos, calva y con barba candado?
- Es imposible que mi esposa no me guste - me explicó - porque mis padres van a buscar un mujer linda y de buena familia.
- No puedo creer lo que me contás! Qué pasa si no te querés casar?
- Por qué no me voy a querer casar?
La conversación siguió así durante una hora. Yo no entendía como Siva podía casarse con una mujer que él no había elegido y él no entendía como yo no entendía.
Habremos trabajado una hora más hasta que Piong tocó un silbato y así todos los podadores se acercaron a la camioneta para volver a la ciudad.
Esa tarde, después de recoger todo nuestro equipaje, fuimos a nuestra nuevo hogar que consistía en una casa grande, con unas 5 habitaciones donde vivían 9 chicos (3 brasileños, 3 chilenos, un japoneses, un noruego y un indio). El dueño de la casa era un malayo llamado Kumar y este era el mejor ejemplo viviente de cómo queda una persona después de consumir drogas durante años y años. Kumar tenía los ojos rojos como camarones irlandeses. Tenía totalmente destruida la memoria a corto plazo. Se vivía riendo a carcajadas por las cosas más insignificantes. A veces empezaba a delirar que daba miedo. Otra veces desaparecía por unas horas y volvía muerto de hambre y le comía los víveres a los inquilinos. (Igual, quién soy yo para juzgar)
Con respecto a la casa, diré lo siguiente. Era el lugar más sucio y asqueroso que he habitado en mi vida, y eso que mi casa en Buenos Aires ha pasado por momentos difíciles. Cuando entramos y vimos la cocina, los cuartos y el baño, no podía disimular mi cara de asco e imaginen la cara de Stephane.
Si bien, sin duda era la acomodación más barata de la ciudad, existía otro problema; esa tarde me había encontrado en el supermercado con unos franceses (que habíamos conocido en Tauranga) y nos habían comentado que no conseguían lugar para dormir y lo estaban haciendo el en auto. Por este motivo tuvimos que aceptar quedarnos allí.
Como no quería ni entrar a la cocina fuimos a comer afuera a un Pizza Hut. Nos pedimos una promo de 3 pizzas, pensando que cada uno podría encargarse de una pero solo pudimos terminar dos y la tercera la llevamos para la casa.
Stephane y Siva se bañaron. A mi me daba tanto asco el olor y la suciedad del baño que no me pude ni duchar. Luego, como las sábanas tenían unas manchas oscuras que no supe adivinar de que eran, me metí en mi bolsa de dormir, la cerré bien hasta arriba tapándome hasta el último pelo de la cabeza, cuál cigarra en su capullo de seda, y para terminar con la pesadilla, cerré los ojos y traté de dormir.
A la mañana siguiente, debido a la incomodidad, me desperté primero y lo primero que vi fue la caja de pizza de la noche anterior que habíamos dejado arriba de nuestra mesita de luz (porque si la dejábamos en la cocina seguramente se la hubiera comido Kunar). Toda persona que haya tenido una vida relativamente normal sabe que no hay nada como comer pizza fría en el desayuno. Salí de mi bolsa de dormir en calzoncillos, abrí la caja y allí encontré la grande de muzzarella y nada menos que un ratón comiéndola...
Fuimos a trabajar y durante toda la jornada habré podado como mucho 5 árboles. No me quería agitar ya que el día siguiente era el momento de la verdad donde empezábamos a cobrar por árbol, y sabía que necesitaría de toda mi fuerza y energía renovable .
Después de laburar, cuando volvíamos a nuestra inmunda casa, me lo encontré a Kumar sentado en la vereda fumando.
- Kumar...hoy en nuestro cuarto vi un ratón. - le comenté
- Oh, era negro? - preguntó
- Qué?!... No, era gris... - le contesté sin entender - de todas formas, lo mejor sería que compres veneno o algunas trampas.
- Nahhh, el veneno no sirve. A la naturaleza hay que combatirla con la misma naturaleza... - (dijo textual)- ...no te preocupes, yo me voy a encargar.
A la noche cenamos con Kumar, quien nos cocinó con mucha generosidad ya que tenía una simpatía patriota por Siva. Antes de dormir el malayo llamó a su hermano quien prometió averiguar si podía conseguirnos algún descuento con los pasajes. Con Stephane no hacíamos otra cosa que calcular cuanta plata ganaríamos y que tan ricos nos haríamos.
- La semana que viene me voy a comprar una PSP (un playstation chiquito) - pronosticaba
- Yo me quiero comprar una gaita - decía yo
Amanecía en Blenheim, las golondrinas cantaban y los mochileros se preparaban para podar. Stephane, Siva y yo entre ellos. Nos sentíamos como en la previa a un importante partido de fútbol. Tomamos un buen desayuno en la asquerosa cocina de nuestra nauseabunda casa y fuimos hasta la oficina de Yellow Boots que nos llevaría al viñedo. Una vez allí, comenzamos a podar.
Nos pagaban 50 centavos de dólar por árbol. Al principio tanto Stephen como yo lo hacíamos bastante rápido y reíamos de felicidad e imaginábamos una lluvia de billetes que caía sobre nosotros, sin embargo a las pocas horas se nos sobrecalentó el cerebro, y sentíamos que la gravedad era más fuerte que la de un agujero negro. Sentíamos las piernas pesadas como toallas mojadas y cada segundo costaba más abrir y cerrar las tijeras.
Ya al final de la tarde, tuve que dejar de trabajar, sentarme y rehacer mis números y cálculos de cuando me haría millonario.
El silbato de Piong fue el sonido más dulce y morfínico que podría haber escuchado aquel día. Justo antes de subirnos a los autos, los podadores siempre intercambiaban algunas palabras.
" Cuántos árboles podaste?" "Trabajás mañana?" "Escuchaste el último disco de Tachdaun?|"
Cuando me acerqué a la multitud dos chinos estaban afilando sus tijeras. Uno de ellos tenía pelo largo, un sombrero de ala ancha y un pantalón camuflado.
- Vos sos nuevo, no? - me preguntó
- Sí
- Cuántos árboles podaste?
- Casi 70 - contesté sin saber si era mucho o poco por ser mi primera vez
- Ah, bastante bien. Te felicito - me dijo a lo cual yo agradecí sonriendo. Igualmente cuando se alejaron, este le dijo algo en chino al amigo que me miró de reojo y estalló en carcajadas. Yo me quedé allí solo, con los hombros doloridos y las muñecas destrozadas, mirándolos con triste cansancio e impotencia.
- El chico de pelo largo es Rocky - me informó Siva que apareció desde atrás de un arbusto - es el koreano que hace 900 dólares por semana. Hoy podó más de 250 árboles.
Me quedé mirándolo con los ojos entrecerrados, y las montañas, las nubes y un hermoso atardecer fueron mis testigos de la promesa que allí realicé.
Haría mi mayor esfuerzo para llegar a ser un excelente podador.
Podaría tantos árboles que ahorraría 6000 dólares para ir a Asia y a Europa.
Y finalmente cortaría más de 250 árboles por día para así vencer y humillar a Rocky, el koreano podador.
La batalla contra los ingleses en Ashbuton había sido por mis amigos
El desafío del Sumo en Tauranga había sido por mi país
Y ahora el duelo con Rocky en Blenheim... era por mí.
Cuando volvimos, decidí salir a caminar para reflexionar y escapar de la mugre tóxica de la casa. Comencé a vagar por las calles de Blenheim y plantearme varias preguntas...
Cómo haría Kumar para atrapar al ratón?
Debería quedarme con Siva y Stephane o buscar trabajo ordeñando vacas en una Dairy Farm?
Cómo haría para vencer a Rocky, quien era realmente un crack de la poda como pocas veces se ha visto?
Qué podría hacer para aumentar mi productividad un 200%?
Lamentablemente no tenía ni idea, por eso, mientras caminaba, miré hacia el cielo en busca de alguna señal, de alguna pista que me ayudara y me guiara en la búsqueda de mis respuestas. Traté de encontrar significados en las formas de las nubes. Las miré y las miré, y todas tenían forma como de empanadas. Qué extraño. Empanada era la respuesta a mis problemas?
Tan absorto estaba en mis pensamientos que, mirando al cielo, cruce mal una calle y el frenazo y el bocinazo de un auto me despertaron con un susto. El conductor neocelandés bajó la ventanilla y empezó a retarme en inglés, pero yo no lo escuchaba ni me movía. Lo único que podía hacer era mirar fijamente, como hipnotizado, la marca del auto.
- Ford...
E, increíblemente, allí estaba la respuesta...
Casi se me cae la taza de la mano y se me desprende la mandíbula al escuchar la siguiente noticia...
"Este año, la ciudad de Blenheim y sus viñedos vivieron una de sus temporadas de poda más agitada de los últimos tiempos. Se presentaron muchísimas denuncias por parte de empleados temporales a empresas contratistas y muchas de ellas decidieron directamente cesar con las actividades por lo que resta del año. La gran mayoría de los podadores son de nacionalidad extranjera, como así también las empresas contratistas, de nacionalidad china e india principalmente..."
Nunca sabré si Stephane y yo fuimos los responsables de aquella revuelta. Calculo que no... pero quién sabe. Contaré la historia tal cual como pasó, así cada uno podrá juzgar por sí mismo.
Todo empezó así...
Era una mañana fresca de Junio. Las estaciones en Nueva Zelanda son iguales a las de Argentina, por estar en la misma latitud. Septiembre es primavera, Enero es verano, Abril es otoño, Junio es invierno, etc.
Nos subimos a la furgoneta de Yellow Boots y nos dirigimos al viñedo donde trabajaríamos. Toda la ciudad de Blenheim (si se puede llamar ciudad) giraba alrededor de las uvas (viticentrismo). En todas las estaciones de servicio se veían decenas de mochileros con sus tijeras y autos organizándose para ir a trabajar. La producción de vino es de gran importancia en este país, y todos los viñedos están concentrados en esta pequeña zona.
En el vehículo éramos Stephane, Siva, un chico de Zimbawe y como 10 chinos más. Era realmente un muestreo representativo de la población mundial.
- Dónde vamos a dormir esta noche? - preguntó Stephane
- No sé, tal vez en lo de Piong otra vez.
- Imposible - intervino Siva - Todas las camas están ocupadas. Ayer pudieron dormir allí porque un par de chicos pasaron la noche afuera. De todas formas es medio caro.
- Ah, te cobra? Qué chino ratón!
- Sí, cuesta 120 por semana. Igualmente si quieren puedo ver si consigo otra casa más barata.
- Dale! - y dicho esto Siva se puso a mandar mensajitos de textos frenéticamente con ambos pulgares, con la lengua afuera a un costado de la boca y con los ojos bien abiertos
Cuando llegamos al viñedo esta vez sí quedamos impresionados. Era un valle enorme con miles y miles de árboles de uva ordenados en filas perfectas y como no corría una gota de viento podíamos estar, al igual que en Tauranga, en remera sin manga. (Estoy obsesionado con esa rima).
Piong nos explicó que los primeros dos días de trabajo eran de entrenamiento y por eso no nos pagarían por árbol podado sino que directamente cobraríamos 80 dólares por día. Obviamente no nos íbamos quejar. Nos apartaron del grupo y nos enseñaron a podar. Seguramente no les interese saber hacerlo, sin embargo, a los amantes del vino o a los curiosos tal vez sí, por tal razón procedo a explicar muy brevemente dicho arte.
En un viñedo los árboles de uva (que son más bien arbolitos) crecen apoyándose en unos alambrados sostenidos por postes. Como la vid es medio enredadera las ramas se van enroscando alrededor del alambre como así también con las ramas del árbol vecino formando como un muro vegetal. De las ramas salen hojas y luego uvas. Si un árbol tiene demasiadas hojas estas se harán sombra a sí mismas y consumirán un gran cantidad de energía que podría estar destinada a las uvas. Lo que se intenta no es un gran número de uvas, sino un buen tamaño de las mismas. Por dicha razón, después de la cosecha y una sola vez al año se realiza la poda, y esta consiste en cortar absolutamente todas las ramas del árbol con la excepción de 4, que serán las que darán las hojas y los frutos del año siguiente.
Entonces, resumiendo, podemos agrupar la metodología en 4 simples pasos.
Paso 1: Cortar las ramas viejas y gruesas que están enredadas entre árbol y árbol
Paso 2: Cortar todo lo que encontremos salvo 4 ramas.
Paso 3: Emprolijar el árbol cortando todos los nudos feos que hayan quedado
Paso 4: Cortar la puntas de las 4 ramas restantes para que no queden muy largas
Eso es todo. No es para nada difícil. La única joda tal vez es poder hacerlo lo suficientemente rápido para hacer buena plata y mantener la voluntad necesaria para hacerlo lo suficientemente rápido durante 8 horas y tener los huevos suficientes para hacerlo con constancia durante una semana sin volverse loco. Ese es el verdadero desafío.
Comenzamos a trabajar y como nos pagaban por hora no teníamos el más mínimo apuro y podábamos en cámara lenta. Tanto el trabajo como el lugar eran muy silenciosos y relajantes. Tan relajante era y tan lento lo hacía que por momentos no sabía si estaba podando en Blenheim o en el mundo de los sueños.
Como había explicado anteriormente, aquí los descansos no eran programados como con los kiwis. Uno podía tomarse la hora del almuerzo cuando quisiera todo el tiempo que necesitara, por eso a las 9:30 am decidimos, con Stephane, que era un buen momento para almorzar.
Era una verdadera lástima que en este trabajo no pudiésemos comer nada ad libitum como las papas en Ashburton o los kiwis en Tauranga. Me hubiese encantado romper otro record y comerme 500 uvas en un día.
Nos tiramos en el pasto para almorzar y los 5 minutos cayó nuestro amigo malayo para acompañarnos. Empezamos a comer y charlar sobre cualquier cosa. En un momento Stephane preguntó
- Cuánto cuesta un pasaje de Nueva Zelanda a Malasia, Siva?
- No sabría decirte - contestó este - Mi pasaje me salió gratis, porque mi hermano trabaja en Air Asia
- No te la puedo! Pero qué suerte! Y viajás mucho así? Qué países conocés?
- Fui a Sao Paolo, París, Moscú, Italia, Estados Unidos y algunos más...
- Guauuuuu - exclamamos con sana envidia
- Siva... vos pensás que tu hermano puede conseguirnos descuentos para ir a Asia - le pregunté el francés con la mirada hambrienta.
- Sí, claro. Solo tengo que hablar con él y preguntarle.
- Maravilloso!! - grité contento - tomá, Siva. Te regalo mi sandwich.
Volvimos a trabajar y a eso de las 12:00 decidimos que ya era un momento propicio para tomar el té. Nos sentamos en nuestro punto de encuentro y los 5 minutos, nuevamente, Siva se acercó para compartir la merienda.
- Chicos, chicos! Conseguí una habitación a 100 dólares por semana! - nos comentó orgulloso
- Grande Siva! Entonces hoy mismo nos mudamos. - dije
- Sí. Vamos a lo de Piong, tomamos nuestras cosas y vamos a nuestra nueva casa. - dijo Siva con los brazos abiertos y los ojos brillosos.
- Ah - exclamó sorprendido Stephane - vos venís con nosotros?
- Claro! Vamos a vivir los tres en la misma habitación! - gritó a los saltos el malayo. Yo también me entusiasmé con su alegría y saltábamos y girábamos tomados de las manos, sin embargo Stephane no se unió al festejo y siguió comiendo su sandwich en silencio.
Podamos un par de horas más y a las 3 pm consideramos que era un buen momento para cenar. Nuevamente Siva lo hizo con nosotros. Mientras cenábamos surgió otra conversación.
- Qué edad tienes, Freddy? - me preguntó Siva
- 26
- Entonces eres casado...
- Qué? jajaja, no, todavía no.
- Pero tienes 26 años y tu padres todavía no te encontraron esposa?
- No entiendo en absoluto de lo que me estás hablando, Siva. A vos tus papás te buscan la novia?
- Por supuesto, el año que viene, cuando cumpla 26, buscarán una esposa para mí. - comentó como si fuese lo más lógico del mundo.
- Y si no te gusta tu novia?
- Por qué no me va a gustar?
- Qué sé yo. Qué pasa si estás enamorado de otra chica y tus padres te eligen a una mujer de 200 kilos, calva y con barba candado?
- Es imposible que mi esposa no me guste - me explicó - porque mis padres van a buscar un mujer linda y de buena familia.
- No puedo creer lo que me contás! Qué pasa si no te querés casar?
- Por qué no me voy a querer casar?
La conversación siguió así durante una hora. Yo no entendía como Siva podía casarse con una mujer que él no había elegido y él no entendía como yo no entendía.
Habremos trabajado una hora más hasta que Piong tocó un silbato y así todos los podadores se acercaron a la camioneta para volver a la ciudad.
Esa tarde, después de recoger todo nuestro equipaje, fuimos a nuestra nuevo hogar que consistía en una casa grande, con unas 5 habitaciones donde vivían 9 chicos (3 brasileños, 3 chilenos, un japoneses, un noruego y un indio). El dueño de la casa era un malayo llamado Kumar y este era el mejor ejemplo viviente de cómo queda una persona después de consumir drogas durante años y años. Kumar tenía los ojos rojos como camarones irlandeses. Tenía totalmente destruida la memoria a corto plazo. Se vivía riendo a carcajadas por las cosas más insignificantes. A veces empezaba a delirar que daba miedo. Otra veces desaparecía por unas horas y volvía muerto de hambre y le comía los víveres a los inquilinos. (Igual, quién soy yo para juzgar)
Con respecto a la casa, diré lo siguiente. Era el lugar más sucio y asqueroso que he habitado en mi vida, y eso que mi casa en Buenos Aires ha pasado por momentos difíciles. Cuando entramos y vimos la cocina, los cuartos y el baño, no podía disimular mi cara de asco e imaginen la cara de Stephane.
Si bien, sin duda era la acomodación más barata de la ciudad, existía otro problema; esa tarde me había encontrado en el supermercado con unos franceses (que habíamos conocido en Tauranga) y nos habían comentado que no conseguían lugar para dormir y lo estaban haciendo el en auto. Por este motivo tuvimos que aceptar quedarnos allí.
Como no quería ni entrar a la cocina fuimos a comer afuera a un Pizza Hut. Nos pedimos una promo de 3 pizzas, pensando que cada uno podría encargarse de una pero solo pudimos terminar dos y la tercera la llevamos para la casa.
Stephane y Siva se bañaron. A mi me daba tanto asco el olor y la suciedad del baño que no me pude ni duchar. Luego, como las sábanas tenían unas manchas oscuras que no supe adivinar de que eran, me metí en mi bolsa de dormir, la cerré bien hasta arriba tapándome hasta el último pelo de la cabeza, cuál cigarra en su capullo de seda, y para terminar con la pesadilla, cerré los ojos y traté de dormir.
A la mañana siguiente, debido a la incomodidad, me desperté primero y lo primero que vi fue la caja de pizza de la noche anterior que habíamos dejado arriba de nuestra mesita de luz (porque si la dejábamos en la cocina seguramente se la hubiera comido Kunar). Toda persona que haya tenido una vida relativamente normal sabe que no hay nada como comer pizza fría en el desayuno. Salí de mi bolsa de dormir en calzoncillos, abrí la caja y allí encontré la grande de muzzarella y nada menos que un ratón comiéndola...
Fuimos a trabajar y durante toda la jornada habré podado como mucho 5 árboles. No me quería agitar ya que el día siguiente era el momento de la verdad donde empezábamos a cobrar por árbol, y sabía que necesitaría de toda mi fuerza y energía renovable .
Después de laburar, cuando volvíamos a nuestra inmunda casa, me lo encontré a Kumar sentado en la vereda fumando.
- Kumar...hoy en nuestro cuarto vi un ratón. - le comenté
- Oh, era negro? - preguntó
- Qué?!... No, era gris... - le contesté sin entender - de todas formas, lo mejor sería que compres veneno o algunas trampas.
- Nahhh, el veneno no sirve. A la naturaleza hay que combatirla con la misma naturaleza... - (dijo textual)- ...no te preocupes, yo me voy a encargar.
A la noche cenamos con Kumar, quien nos cocinó con mucha generosidad ya que tenía una simpatía patriota por Siva. Antes de dormir el malayo llamó a su hermano quien prometió averiguar si podía conseguirnos algún descuento con los pasajes. Con Stephane no hacíamos otra cosa que calcular cuanta plata ganaríamos y que tan ricos nos haríamos.
- La semana que viene me voy a comprar una PSP (un playstation chiquito) - pronosticaba
- Yo me quiero comprar una gaita - decía yo
Amanecía en Blenheim, las golondrinas cantaban y los mochileros se preparaban para podar. Stephane, Siva y yo entre ellos. Nos sentíamos como en la previa a un importante partido de fútbol. Tomamos un buen desayuno en la asquerosa cocina de nuestra nauseabunda casa y fuimos hasta la oficina de Yellow Boots que nos llevaría al viñedo. Una vez allí, comenzamos a podar.
Nos pagaban 50 centavos de dólar por árbol. Al principio tanto Stephen como yo lo hacíamos bastante rápido y reíamos de felicidad e imaginábamos una lluvia de billetes que caía sobre nosotros, sin embargo a las pocas horas se nos sobrecalentó el cerebro, y sentíamos que la gravedad era más fuerte que la de un agujero negro. Sentíamos las piernas pesadas como toallas mojadas y cada segundo costaba más abrir y cerrar las tijeras.
Ya al final de la tarde, tuve que dejar de trabajar, sentarme y rehacer mis números y cálculos de cuando me haría millonario.
El silbato de Piong fue el sonido más dulce y morfínico que podría haber escuchado aquel día. Justo antes de subirnos a los autos, los podadores siempre intercambiaban algunas palabras.
" Cuántos árboles podaste?" "Trabajás mañana?" "Escuchaste el último disco de Tachdaun?|"
Cuando me acerqué a la multitud dos chinos estaban afilando sus tijeras. Uno de ellos tenía pelo largo, un sombrero de ala ancha y un pantalón camuflado.
- Vos sos nuevo, no? - me preguntó
- Sí
- Cuántos árboles podaste?
- Casi 70 - contesté sin saber si era mucho o poco por ser mi primera vez
- Ah, bastante bien. Te felicito - me dijo a lo cual yo agradecí sonriendo. Igualmente cuando se alejaron, este le dijo algo en chino al amigo que me miró de reojo y estalló en carcajadas. Yo me quedé allí solo, con los hombros doloridos y las muñecas destrozadas, mirándolos con triste cansancio e impotencia.
- El chico de pelo largo es Rocky - me informó Siva que apareció desde atrás de un arbusto - es el koreano que hace 900 dólares por semana. Hoy podó más de 250 árboles.
Me quedé mirándolo con los ojos entrecerrados, y las montañas, las nubes y un hermoso atardecer fueron mis testigos de la promesa que allí realicé.
Haría mi mayor esfuerzo para llegar a ser un excelente podador.
Podaría tantos árboles que ahorraría 6000 dólares para ir a Asia y a Europa.
Y finalmente cortaría más de 250 árboles por día para así vencer y humillar a Rocky, el koreano podador.
La batalla contra los ingleses en Ashbuton había sido por mis amigos
El desafío del Sumo en Tauranga había sido por mi país
Y ahora el duelo con Rocky en Blenheim... era por mí.
Cuando volvimos, decidí salir a caminar para reflexionar y escapar de la mugre tóxica de la casa. Comencé a vagar por las calles de Blenheim y plantearme varias preguntas...
Cómo haría Kumar para atrapar al ratón?
Debería quedarme con Siva y Stephane o buscar trabajo ordeñando vacas en una Dairy Farm?
Cómo haría para vencer a Rocky, quien era realmente un crack de la poda como pocas veces se ha visto?
Qué podría hacer para aumentar mi productividad un 200%?
Lamentablemente no tenía ni idea, por eso, mientras caminaba, miré hacia el cielo en busca de alguna señal, de alguna pista que me ayudara y me guiara en la búsqueda de mis respuestas. Traté de encontrar significados en las formas de las nubes. Las miré y las miré, y todas tenían forma como de empanadas. Qué extraño. Empanada era la respuesta a mis problemas?
Tan absorto estaba en mis pensamientos que, mirando al cielo, cruce mal una calle y el frenazo y el bocinazo de un auto me despertaron con un susto. El conductor neocelandés bajó la ventanilla y empezó a retarme en inglés, pero yo no lo escuchaba ni me movía. Lo único que podía hacer era mirar fijamente, como hipnotizado, la marca del auto.
- Ford...
E, increíblemente, allí estaba la respuesta...
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