sábado, 31 de enero de 2009

Antes del Amanecer (Versión Tailandesa)

Era domingo 28 de diciembre del 2008. A las 8:00 sonó la alarma del celular. Era un buen augurio ya que el 8 es, tradicionalmente, el número de la suerte en Asia, por eso mismo las Olimpiadas en Beijing comenzaron el 8 del 8 del 2008.

Me levanté tranquila y lentamente. Viajar solo implicaba hacerlo más silenciosamente por lo cual eso también traía consigo una novedosa paz.
Me pegué una ducha, desayuné 3 bananas…(3 bananas… cuánta miseria) y salí caminar.
En las calles no se veía ni un turista. Como la noche anterior había sido sábado, hasta el mediodía iban a estar todos recuperándose de la resaca, por lo cual Bangkok hoy les pertenecía solo a los tailandeses y se los podía observar en su verdadera rutina y no vendiendo remeras y pulseritas.
Caminé y caminé sin rumbo alguno hasta que el río interrumpió mi paso. El solo hecho de pasear y mirar por las calles de la ciudad era un placer. Como me dolían un poco los pies (ya que el local donde compré las zapatillas también vendía autitos de juguete, y porque ya me estoy volviendo un viejo choto) decidí entrar a un templo. Me descalcé e ingresé en silencio para sentarme al frente del Buda, y si bien aparentaba meditar, la real intención era descansar y tomar un poco de aire. Ya eran las 10 de la mañana y se estaba volviendo muy caluroso y estos templos, por alguna extraña mística razón, siempre se mantienen frescos y agradables.
Me quedé allí varios minutos observando el lugar. Todos los templos son muy parecidos y muy lindos. Todos son un salón grande, con las paredes llenas de dibujitos y adornos dorados. No hay sillas, ni nada, salvo un gran Buda dorado en el centro, con las piernas cruzadas, y generalmente saludando con la mano, como diciendo “STOP!, OLVIDALO!”.
Como en cada cuadra hay un templo, por efecto dilución, estos se encuentran generalmente vacíos o con muy poca gente. En este, solo había un monje pelado, con anteojos y vestido con su túnica naranja, y una chica jovencita. Ambos estaban de espaldas a mí, pues me había sentado al fondo.
Cuando ya me dolía un poco la espalda de estar sentado con las piernas cruzadas (qué viejo choto!) salí del lugar y fui al zapatero a buscar mi calzado.
Me encontraba sentado, atándome los cordones y listo para continuar mi marcha, cuando la tailandesa que estaba dentro rezando, salió y se acercó también para buscar sus zapatitos chinos.
Por primera vez le vi la cara. Era chiquita, bonita y bien china. No era hermosa y además no la vi con ojos de palomo en celo, porque tal vez tenía 15 años y además un templo budista, domingo a las 10 de la mañana no me parecía el mejor lugar ni mejor momento para ponerme en langa.
De todas formas calculo que me sentía un poco solitario y tenía ganas de hacer sociales.

- Venís siempre a este templo? – le pregunté no muy original.
- No...- respondió y me miró un poco desconfiada, si bien a los segundos agregó.
- Este es el templo favorito de mi madre. Ella venía acá todos los días.
- Ya no viene más? – pregunté
- Es que venía todos los días por mí. Yo estuve internada en aquel hospital, al otro lado del río – me explicó mientras señalaba con la mano. Miré y se veía un edificio grande, cuadrado y blanco, el cual calculo, era el hospital.
- Ahh. Y ahora vos estás sana. Qué bien! Mi mama también rezaba para que me fuera bien en la Facultad.
- Y te fue bien?
- Ehhh…No… Parece que tu dios, es más poderoso que el mío.

Lo más normal hubiese sido que procediera a despedirme y seguir mi camino, pero otra vez, las ganas de charlar con alguien me dieron un empujoncito en la espalda, por lo cual me animé a decirle

- Escucha, estoy recorriendo Bangkok solo y me parece que sería mucho más divertido si lo hiciera con alguien de Tailandia. Qué decís? Tenés algo que hacer ahora?
- No, no tengo nada que hacer... pero no se. – respondió dudando.
- Tenés ganas de que demos una vuelta por la ciudad. Yo tenía pensado ir al Mercado Central. Podemos ir y allá te invito a almorzar – traté de sobornarla.
- Mmm….
- Después, a la tarde, te acompaño hasta tu casa si querés.
- Vivo a dos horas y media de acá.
- Uh!... bueno, te acompaño hasta el colectivo. – la chica tailandesa se tomó varios segundo para decidirse. Me estudió un poco y supongo que percibió que no era un asesino serial. Finalmente respondió
- Está bien! Es un lindo día para ir al mercado.
- Genial! Vamos entonces. Cómo te llamás?
- Mem... y usted, Mister? (textual)
- Fizu
- Aahh...- repitió – Mister Fizu.
- No, sin el mister. – pero no sé si por chiste o qué, a partir de aquel momento siempre fui Mister Fizu (lo cual me encantaba porque me hacía acordar a Mr T)

Hicimos unas cuadras y me di cuenta que no tenía ni idea de cómo ir al mercado. Saqué mi libro de Lonely Planet y el mapa era imposible de entender. Como Mem advirtió que estaba más perdido que Mustafá en la neblina, intervino convenientemente

- Estamos muy lejos del mercado. Lo mejor es tomarse un bote y combinar con el tren.

La idea sonaba muy bien. Los dos días anteriores también había acabado en el río, es decir que este había cortado mi marcha, y estaba tentadísimo de subirme al bote-colectivo pero no me había animado porque no sabía adonde iba y no había carteles en inglés ni cristiano.
Fuimos hasta el muelle y compramos dos boletos. Ella los pidió en tailandés y yo los pagué. Eran muy baratos, 14 bats cada uno (un peso cuarenta)
Nos subimos al bote y si bien había algunos asientos libres, yo prefería ir parado, apoyado en la baranda de la cubierta viendo el paisaje. Vi un único lugar libre, en la baranda, y le dije Mem de ubicarnos allí, pero ella me detuvo.

- No puedo pararme ahí.
- Qué? Por qué no?
- Por el monje – y fue allí que me di cuenta que estaba vacío porque en el medio había un monje budista y parecía que nadie se le podía acercar.
- En serio? Yo tampoco?
- Vos sí. Solo los tailandeses no podemos estar cerca ni hablarle. Sin embargo, si vos te parás entre él y yo, ahí si podríamos quizás estar en la baranda.
- Y dale entonces!

Me ubiqué al lado del monje, y Mem al lado mío, y de esa manera, Mem, el monje y Buda contentos.

Le decisión de invitar a Mem había sido genial. No solo era muy simpática, sino que también tenía vocación de guía turística. Me explicaba todo con lujo de detalles. Su inglés no era muy bueno, incluso por momentos me hablada y durante 5 minutos no entendía ni una palabra. Yo igual sonreía con la boca medio abierta y asentía respetuosamente. Como mi inglés tampoco es el mejor, le hablaba muy lento, pausado y con muchísima mímica y pantomimas. Estoy seguro que desde lejos parecíamos sordo mudos.

- Por qué hay tanta propaganda sobre el Rey? – le pregunté ya que era imposible no ver por cada calle y en cada esquina una foto enorme del Rey de Tailandia.
- Porque todos aman al Rey.
- Es bueno?
- Sí, es muy bueno... y todos lo aman.

Cuando nos bajamos del bote, hicimos un par de metros y nos metimos en el Sky Train, que es un tren que va como por una autopista a bastante altura por todo Bangkok. Me sentía re pistola, usando el transporte público tailandés, con mi amiga tailandesa.

Media hora después llegamos al Mercado Central de Bangkok y el mercado más grande de Sudeste Asiático. Es impresionante. Es un predio con miles de puestitos donde se vende TODO. Desde ropa, comida, libros, baratijas y flores, hasta serpientes, consoladores y pececitos de colores.
También había un montón de puestos que vendían fotos coleccionables e inéditas del Rey. Había una del rey dándole de comer en la boca a otro hombre (un poco rara). Otra de él sacando una foto. Otra de él atándose los cordones y muchas más. Se vendían como empanadas de jamón y queso.

A eso de las 13, encontramos un puesto de comida y nos ubicamos en un mesa.

- Pedí lo que quieras, Mem. Yo invito – dije bacán bacán.
- Lo que yo quiera? Gracias!
- Claro! Argentina es un país muy prospero. – respondí sonriendo y confiado, si bien por dentro rezaba “Qué no pida algo muy caro, qué no pida algo muy caro!” y hacía cálculos mentales de cuánta plata me quedaba para el resto del viaje.

Con la ayuda de Mem, por primera vez en Asia, pude ordenar comida y saber efectivamente qué estaba pidiendo. La mayoría de las veces (especialmente en los restaurantes baratos que no tiene el menú traducido) ordenar un plato es un salto de fe.
Recuerdo que en Indonesia, una noche, pedí algo del menú señalándolo con el dedo (solo porque se me hacía tentador el nombre). La chica que me atendió (que no hablaba inglés) me ofreció algo más y le dije que no. A mi no me van a meter el carro, pensé. Llegó el plato y era como una sopa espesa. Le pegué una probada y ahhh!!! estaba incomible de lo picante que era. Igual, de terco nomás, a pequeñas cucharadas me lo comí todo. Las dos mozas me miraban y se reían sonrojadas. Yo pensaba que estaban risueñas porque esa noche me había bañado con shampoo y me había peinado con raya al costado, pero no… después entendí que lo que había ordenado era una salsa, y lo que me ofrecía la mujer era arroz para comer con la misma. Y también entendí por qué se burlaban de mí. Imaginen a un japonés que entra a un restaurant italiano y se pide y se come, contento y orgulloso, un buen plato de boloñesa.

La cuestión fue que finalmente me pedí arroz chino con castañas de cajú y ella arroz blanco con verduritas. Igualmente le dio dos bocados y dijo que ya estaba llena así que, chocho de la vida, me comí los dos platos.

- He notado que los tailandeses son todos muy flaquitos?
- Sí, porque a diferencia de los occidentales comemos muy sano.
- Sano? Comen todo frito.
- Sí, pero comemos poquito. Además comemos arroz y uds comen harina de trigo. Y nosotros comemos frito con aceite y uds comen mucha grasa de carne y manteca.
- Ahh... puede ser.

Es verdad que comen poquito. Las porciones eran mínimas. Siempre cuando me traían un plato y veía la poquita cantidad de comida pensaba "Qué miseria. Me voy a morir de hambre con esto", sin embargo después de comerlo uno siempre se encuentra satisfecho. Atribuyo esta propiedad, a la cantidad de picante que le echan a todo. En Argentina, tranquilamente, uno se puede comer tres platos de puré, o dos platos (bien cargados) de arroz con crema de leche. En Tailandia a veces apenas podía terminar el plato con la cantidad de ajíes y pimientos que le ponían. Tal vez lo picante es una adaptación culinaria para países con problemas en la distribución de alimentos. Y además también uno se tiene que bajar un sifón de soda para apagar el fuego del estómago, produciendo un mayor efecto llenado.

- Has visitado otros países, Mr Fizu?
- Sí, estuve trabajando un año en Nueva Zelanda… y después visité algunos lugares más… y en Vietnam vi como cocinaban un perro a la parrilla.
- Sí, eso es muy común. Nunca has comido perro?
- Qué?! No! Vos comés perro? – pregunté horrorizado
- No! No me gusta la carne de perro – respondió Mem medio a la defensiva
- Aha!! – grité señalandola con el dedo, poniéndome de pie y derribando mi silla – entonces has comido perro?
- Bueno, sí. Alguna vez he comido. Pero no entiendo por qué es tan terrible.
- Porque yo amo los perros!(I love dogs)
- No entiendo! Te gustan o no te gustan?
- Me gustan pero como mascotas! Me gusta jugar con ellos, y sus ojos tristes y que hagan fiesta cuando uno llega a la casa. Pero no me gustan como para comérmelos!!
- Está bien, está bien. No te alteres...
Y una vez que me tranquilicé y me volví a sentar, los dos dijimos al mismo tiempo
- Oh, my God
- Oh, my Budha. – y no pudimos menos que reír medio bobos.

Después de almorzar seguimos recorriendo un par de horas más y apenas salimos del mercado, cruzamos a unos parques inmensos (algo así como los Lagos de Palermo de Bangkok).

Mem venía proponiendo desde hace horas de alquilar unas bicicletas. Yo me estaba empezando a preocupar porque me estaba quedando sin bats y al ser domingo, no disponía de alguna casa de cambio abierta. Ya estaba bocetando un argumento para caretearla.

Fuimos al puesto del bicicletero y Mem le preguntó algo en tailandés.

- Cada bici cuesta 60 bats. – me tradujo
- Aha... alquilamos dos o una? Creo que sería más divertido si vamos los dos en la misma bici, no?
- Bueno! – respondió contenta Mem, sin sospechar que yo no era un tierno sino una miserable rata.

Dimos unas vueltas a los lagos y allí se notó la destreza sobrenatural de los asiáticos para andar en vehículos de dos ruedas. Por las calles me cansé de ver hasta 4 chinitos en una moto mínima. En este caso, Mem se sentó en el caño, con las piernitas cruzadas hacia un costado. Y si bien yo iba zigzagueando medio a los ponchazos, Mem nunca perdía el equilibrio y la elegancia.

Luego de dar unas vueltas vimos una clase multitudinaria de aerobics (más de 300 personas calculo). Dejamos la bici y nos unimos a la clase. Era loquísimo que había un par de linyeras que bailaban re bien, como si hiciesen la clase todos los fines de semana.
Yo me desquicié bailando y Mem era un poco más tímida. Ya cuando no daba más nos alejamos y nos sentamos en un banco a la orilla del lago.

Estaba atardeciendo.

La conversación se fue derivando hacia nuestras vidas. Yo le conté sobre mis cosas, el perro, el gato, que una vez me atraparon robando en Carrefour, etc. Y ella me contó sobre la suyas. Mem tenía 25 años (nunca pude acertar con la edad de los asiáticos). Era fanatica total del Chelsea y era arquera profesional de un famoso equipo de Tailandia (ja, no, esto último lo inventé). Trabajaba en un call center y ganaba 6000 bats por mes (unos 600 pesos). Sus padres vivían a las afueras de Bangkok y tenían una granja de arroz. Me explicó un poco más cómo funcionaba dicha granja pero lamentablemente no le entendí bien. Ella vivía con sus dos hermanos mayores y parecía una chica buena, dulce y honesta.

- Por qué fue que estuviste internada en el hospital? – le pregunté, si bien ella hizo una pausa como si no le gustase mucho abordar el tema.
- Por favor, que no haya sido una operación de cambio de sexo. – pensé nervioso, sin embargo Mem contestó
- Hace medio año yo tenía este problema que no podía comer y el medico me dijo que me tenían que operar, que me tenían que remover medio estomago...
- Uh
- ...y la operación se complicó y tuve unos problemas y estuve tres meses internada...
- Tres meses?
- Sí, y mi mamá cada día viajaba desde el pueblo y me cuidaba.
- Ah... y también iba al templo donde nos conocimos... – adiviné
- Sí...
- Hace cuánto te dieron de alta?
- Dos semanas atrás... – y hubo otro silencio. Allí entendí por qué Mem apenas le había dado dos bocados a su arroz con verduritas y tal vez, por que había bailado aerobics solo dos minutos... Mi poder deductivo a veces me asusta.

Si bien hasta aquel momento ninguno había dado algún indicio concreto de interés en el otro, le tomé a mano y ella se dejó.
- El bote, el tren, el mercado, el lago, el aterdecer... fui un día hermoso, Mem – dije con sinceridad.
- Yo también la pasé muy bien. Estoy contenta que me hayas invitado – y dicho esto me miró con su dulce sonrisa y sus lindos ojos chinocas.

Y de repente, escuché aquel silencio...

Aquel intenso silencio de la mutua aceptación entre dos personas que no tienen nada en común, excepto todo.

Aquel maravilloso silencio de la máxima y más linda coincidencia.

Aquel increíble silencio que se escribe y se pronuncia igual en todos y cada uno de los idiomas.

Y sin querer, y sin pensarlo, acerqué mi cara a la de ella y justo antes de que todo aquello culminara en un beso, ella dijo

- No! – y riendo un poco tomó distancia con el brazo, mirando nerviosa para ambos costados.
- Esto es Tailandia (100% textual) – me explicó – no nos podemos besar, la gente nos mira.

Increíble. Está lleno de prostitutas y travestis, sin embargo es de muy mala educación expresar cariño en la vía pública.

- Ah, perdón. – respondí.

Salimos del parque y nos tomamos un bondi a Kao San Road. Esto fue un gran gesto de bondad de su parte, ya que podría haberse ido directamente a su casa, pero como yo no estaba de local, insistió con acompañarme a mi barrio.

Era de noche y Mem trabajaba al día siguiente por lo cual no podía volver muy tarde. De todas formas se nos antojó un helado.
Fuimos al Mc Donalds y pedimos dos conos. Helado en mano la acompañé hasta la parada del colectivo que la llevaría a su casa.

Después de charlar y esperar un buen rato, vimos que a lo lejos se acercaba el bondi.

- Bueno, Mem – dije a modo de despedida – He pasado mi mejor día en Asia. Gracias. Ojalá que algún día nos volvamos a ver.
- Por qué no pasamos el 31 juntos? - propuso Mem de repente.
- Año Nuevo? No tenés que pasar las fiestas con tu familia?
- No, mis padres viven muy lejos de mi casa, ya te expliqué. Yo salgo del trabajo a las 16, si querés a las 18 nos podemos encontrar.
- Bueno.. – respondí medio tomado por sorpresa - ... podemos ir al cine, no?
- Sí!! Genial!! Entonces a las 18 en la puerta del Siam Paragon. Te parece bien? – preguntó Mem rápidamente ya que el colectivo estaba a menos de una cuadra.
- Listo, quedamos así – le dije si bien no tenía ni idea qué era ni dónde quedaba este Siam Paragon.

Mem hizo señas para detener el colectivo, miró varias veces para los costados, y al ver que no había nadie mirando, se me colgó del cuello y me besó.

Y nos besamos.

El chofer frenó y Mem subió de un salto. Colgada desde la puerta me hizo la V de la victoria (saludo peronista muy popular en Asia)
- Adiós, Mem! - grité desde la vereda
- Adiós, Mr Fizu! Nos vemos el 31. No faltes! – y el colectivo arrancó a toda velocidad, perdiéndose en las calles de Bangkok.

Volví caminando lentamente hacia mi hostería, no sin antes comprar otro conito. Una vez en el hotel, me acosté en la cama sin sábanas de mi diminuta habitación y comencé a recordar y revivir aquel loco día que había pasado.
El cuarto estaba vacío y silencioso, y si bien me encontraba muy lejos de mi casa, de mis cosas y de mi gente, me di cuenta que no me sentía triste ni nada por el estilo. Es más, estaba muy contento y me sentía especial y apreciado, porque más allá de todo, en Tailandia, yo no estaba totalmente solo, tenía una amiga de verdad.

La simpática y amorosa chinita, llamada Mem.


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miércoles, 28 de enero de 2009

Al día siguiente

Al día siguiente, los primeros movimientos matutinos del aeropuerto me despertaron de un sueño largo, extraño y profundo. La gente abría las persianas de los locales y minuto a minuto los pasillos se hacían más circulados. Salí de mi refugio situado detrás de un banco y una maceta, me desperecé, doblé mi bolsa de dormir, me vestí, fui al baño a lavarme la cara, los dientes y arranqué. Era un día importante, uno de grandes decisiones y esos días son interesantes.

Fui a desayunar al Mc Donalds, saqué mi cuadernito de anotaciones, mi lápiz, el celular que uso como calculadora y me acomodé de la misma manera que si me estuviera acomodando en mi oficina. Después de estar un buen rato mirando la nada comencé a trabajar.

La noticia que Stephane no era banquero no me había sorprendido tanto. No es que me lo esperaba, pero no me había sorprendendido. Recordé que muchas veces había surgido el tema de qué hacíamos en nuestros trabajos y cuando le tocaba el turno a él, hacía agua por todas partes. No sabía de economía, no sabía de bancos y ni sabía usar el excel.

- Y bueno... una de las cosas que hago en mi banco es comprar y vender acciones - recuerdo que nos explicaba a mi y a las chicas coreanas, un día en Bali.

- Y cómo sabés cuándo comprar y cuándo vender?- Eehhhh... miro unos gráficos. Cuando los gráficos están subiendo compro. Y cuando están bajando vendo.

- Y de dónde sacás esos gráficos? De Internet?

- Nooo, son unos gráficos secretos... que tenemos solo los del banco (todo 100% textual).

Si a eso le sumamos el cuento del Castillo y después (esto no lo había contado) que cierta vez me había confesado que pertenecía a una logia Católica secreta de Francia, donde les enseñaban a luchar y manejar armas, calculo que me tendría que haber dado cuenta que era un chamullero fantasioso delirante.

Traté de entender los motivos de semejante acción y me pareció que había sucedido algo así: cuando se quedó sin plata comenzó a usar la tarjeta (algo que antes se resistía). Al principio no la quería usar pero una vez que comenzó a comprar cosas con ella, ya no tenía mucho sentido seguir haciendo tanta economía. Entre 1000 euros más o 1000 menos, el daño ya estaba hecho. Entonces por momentos se notaba que viajábamos con presupuestos muy distintos y como no se animaba a decirme que de ahora en más quería viajar más tranquilo y dormir en hoteles y no aeropuertos o sucuchos feos, dejó una nota delegando la responsabilidad a una fuerza mayor que era su nueva falsa profesión.
Otra alternativa es que tampoco tuviese mucha plata en el banco y, haya tenido que volverse a Francia, no animándose a admitir que en realidad no era un noble millonario como a veces se vendía, y por esa razón también tenía que usar la excusa de la nota.
Y otra posible razón es que haya querido irse a Corea, a estar con esta chica coreana que habíamos conocido en Bali. Esto era medio loco, pero Stephane, como no a diferencia de muchos hombres, era un cebado.

"Cada uno ubica La Respuesta donde mejor puede" me dijo una vez Domiciano, el portero de mi primer casa, mientras en posición de lotus, a la sombra de un jacarandá, manguereaba la vereda.

"No entiendo" le respondí yo, a mis 6 años, con un patalín en la mano.

"Algunos ubican La Respuesta en el aspecto que les falta. Pues si no está en lo que tienen, debe estar en lo que no tienen... ya sea el éxito profesional o financiero, o en la familia, o en la pareja, o donde sea."

" Y dónde está la verdadera respuesta, Maestro?" y apenas le pregunté esto me empezó a mojar con la manguera. Si bien traté de esquivar el chorro, solo logré resbalarme y caer al suelo, por suerte con una mano en alto salvando la vida del Patalín.
Desde el suelo, comprendí que Domiciano, el portero, no me había querido mojar. Solo había levantado la manguera, para que la lluvia de gotas de la misma y los rayos del sol de aquella tarde de verano produjeran un hermoso y pequeño arco iris sobre nosotros.

"La respuesta está en todas partes, pequeña cucaracha..." me dijo finalmente.


Me desperté de mi retro flash, sacudí mi cabeza y concluí que no tenía mucho sentido tratar de deducir los motivos de Stephane, de la misma manera que no tiene sentido buscar lógica donde no la hay. Ahora tenía que seguir avanzando, como me había enseñado el slogan del famoso whisky. Tenía un viaje por delante, tenía que seguir recorriendo, aprendiendo y divirtiéndome.

Por primera vez desde el inicio del viaje estaba solo. En aquel entonces no podía afirmar si me gustaba o no, porque jamás lo había hecho. Me quedaban 2000 dólares NZ, un pasaje de avión por comprar y dos meses de viaje. Estaba en el horno con papas doré gratinadas con queso parmesano, salsa agridulce y sal y pimienta a gusto.

Hice un rápido cálculo y después de comprar el pasaje de avión me quedarían unos US$ 10 por día para vivir por el resto de dos meses. Talvez algún día podría vivir con menos de 10, pero no durante dos meses. Con los pasajes de micro o cualquier cosa que pudiera surgir estaba claro que era totalmente imposible hacerlo con ese presupuesto.Como no tenía opción, decidí que si la pobreza me iba a vencer por lo menos iba a presentar batalla hasta que no me quedase ni una sola moneda en los bolsillos. Después de vivir 5 años en Buenos Aires, con un presupuesto ajustado, este era el momento de la verdad. Ahora sí era un desafío. Ahora sí tendría la oportunidad de demostrar todo mi potencial rata, y este tipo de oportunidades no se presentan todos los días. Estaba exitado y motivado.

Una vez resuelto el tema dinero, el siguiente paso era elegir nuevamente mi destino. Yo tenía un pasaje para el 11 de enero de Kuala Lumpur a Chennai, India.De repente recordé que Juan volaría a Bangkok el 31 de diciembre, para empezar con sus vacaciones. Su avión aterrizaba a las 11 de la noche, por lo cual era imposible que llegara a las 12 al centro de la ciudad, de todas formas me pareció interesante intentar pasar Año Nuevo con él.
Esta me parecía una buena idea, en parte porque Juan iba a pasar Año Nuevo solo, y cuando uno llega a una ciudad desconocida y encima tan loca como Bangkok, siempre es medio duro.
Y por otra parte (y calculo que un poco más honesta) todavía era Navidad y también yo necesitaba ver una cara conocida.

Por todas aquellas razones, me levanté y compré mi pasaje a Bangkok.Unas 8 horas más tarde, mágicamente, estaba acostado en la cama del horrible y ya mencionado hotel Marco Polo, donde las prostitutas correteaban por los pasillos y los Lady Boys jugaban un picadito en el patio.Esa noche apenas pude dormir por el griterío y el PUM PUM de la música tecno que se escuchaba desde Kao San Road.A la mañana siguiente, me pareció que si quería hacer algo de economía tenía que alejarme del circuito turístico. Hice mi bolso, me despedí de Daisy, Cherry, Jessy y Troly y, después de caminar bastante, encontré una hostería familiar lindísima. Las locas y los Lady Boys estaban prohibidos. Mi cuarto ahora tenía ventana y el dueño del lugar era un aficionado a las orquídeas, por lo cual estaba lleno de flores y mariposas. Durante dos días conocí Bangkok como no la había conocido.

Durante aquellos días fui a muchísimos templos, al castillo del Rey, al Museo de Historia, y al Museo de Arte, donde está lleno de obras pintadas por el Rey, verdaderamente malísimas. También compré varias semillas de verduras nativas para hacerlas crecer en mi futura granja. Así que si en un año se comen un autentico Pai Thai o el país sufre la mejor de sus plagas por ingresas especies extrañas a un nuevo ecosistema, ya saben a quien agradecer o ir a linchar.

Esa noche recibí un mail de Stephane, diciéndome que lamentaba mucho toda esta situación, pero que lo único que podía decirme era que trabajaba para el Gobierno Francés, y como esta (el mail) no era una conexión segura, no podía decirme donde estaba (lamentablemente textual).

Ay... ya se.

Me daba pena porque por un lado le tenía mucho cariño pero por otro lado no podía entender como podía ser tan mentiroso.

No le respondí.

Igual la causalidad de las cosas es algo que siempre me fascinó, básicamente porque es algo que me supera totalmente tanto en entendimiento como en imaginación. Es la misma oculta causalidad que determina qué hacemos, de quién somos amigos, a quién amamos y cómo serán nuestros hijos.

Viajar a Bali, perder el micro, que Stephane sea un espía en una misión secreta y todas y cada una de los pequeños eventos de este viaje, me llevaron a que al día siguiente, viviera un día más que lindo.

Un día, lo que se podría decir, romántico.

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Próximo Capítulo "Antes del amanecer (Versión Tailandesa)"

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viernes, 23 de enero de 2009

Bangkok, hormigas en la azúcar y Navidad en Yakarta.

Nueva Zelanda había quedado atrás, temporal, geográfica y espiritualmente. Ahora nos encontrábamos volando por encima del firmamento nuboso, hacia Bangkok, la capital de Tailandia. A mi lado se encontraba mi compañero de viaje, Stephane. Yo estaba tranquilo y relajado. Tenía algo de dinero, casi todos los pasajes comprados, salud y optimismo. No se me ocurría ningún problema que pudiera surgir...
Lamentablemente, como tantas otras veces, estaba equivocado y no contaba con la información suficiente como para saber que ciertas cosas sucederían, para convertir unas lindas vacaciones en un curioso viaje.
Sí, definitivamente un viaje.

Y el mismo comenzó así:


Estábamos excitadísimos. Queríamos abrir las ventanillas del avión de un codazo y comenzar a golpearlo al canto de

"Piloto, piloto, apure esos motores, que en este avioncito nos morimos de calores!!" (re boludo)

Por suerte las azafatas nos tranquilizaron con un bizcocho y mucho jugo de manzana.
Tras de 8 horas de vuelo, después de haber despegado del pequeño aeropuerto internacional de Auckland, aterrizamos en el inmenso aeropuerto internacional de Bangkok.
En Nueva Zelanda nos habíamos relacionado con Kiwis de todas las edades (Grandma, Tony, Tracy, sus hijos, Bobbie, etc) excepto con muchachos de nuestra edad (ninguno, etc)
Es curioso que hayamos tenido que viajar a Asia para, después de 10 meses, conocer dos jóvenes neozelandeses.

Apenas salimos del aeropuerto y apenas nos preguntamos con Stephane "Y ahora qué hacemos?" dos muchachos se nos acercaron y nos dijeron de compartir un taxi.
Sus nombres eran Gwen y Alex, y eran hermanos. Su historia era interesante: Ambos habían nacido en Zimbabwe (curiosamente escuché mucho sobre este país, mientras que anteriormente lo único que sabía de Zimbabwe era la letra de Traición a la Mejicana)

Gwen y Alex eran blancos como dos merengues. Su padre era un abogado neocelandés y su madre era africana.
Vivían felizmente en el continente negro, hasta que un buen día el gobierno malvado de Zimbabwe, liderado por el famoso King África, se expropió de su granja (y de las granjas de muchos blancos más), y por eso decidieron mudarse a Nueva Zelanda, solo 4 años atrás, donde actualmente residían tranquilamente.
Del aeropuerto fuimos directo al centro, nos bajamos del taxi y, ya sin lugar a dudas, estábamos en Bangkok, y estábamos en Asia!

Siempre trato de ser sincero con las apreciaciones del viaje. Si algo es lindo digo que es lindo. Si algo es feo digo que es feo. Si algo es más o menos, digo que es lindo, etc.
La cuestión fue que caminamos unos metros por Kao San Road (la peatonal principal donde están la mayoría de Hostel y turistas) y mi primera impresión fue muy negativa.
Tal vez fue porque nos vieron con mucho equipaje y Stephane todavía no se deshacía de su enorme valija con rueditas, no lo sé. Lo único que sé es que decenas de vendedores ambulantes se nos tiraron encima como hienas hambrientas y nos tironeaban de los brazos para que comprásemos cosas o entremos a ciertos locales.

"Marihuana, marihuana!" ofrecían
"Bum Bum, cheap Bum Bum!" esto significaba prostitutas o su prostitutos.
" Ping Pong Show, Ping Pong Show!" esto era un espectáculo de Ping Pong.

Cuando logramos deshacernos de ellos (la única manera es destruyendo el cerebro) entramos a un hostel ni mejor ni peor que el resto, llamado Marco Polo.
Para hacer economía pedimos una habitación para los dos. Eran todas matrimoniales, igualmente ya estábamos acostumbrados a compartir cama. El cuarto no tenía ventana, ni agua caliente, ni enchufe, ni nada. Directamente era un baúl donde guardarse durante la noche. Costaba 300 bats (US$ 8).

Cuando hacíamos el check in la mujer de la recepción nos dijo
- Y si quieren una prostituta acá está a mi amiga - y señaló hacia un sillón donde una tailandesa estaba tirada roncando con la boca abierta. Eran las 5 de la tarde.

Salimos con Gwen y Alex, quienes nos habían caído bien, y fuimos a comer. La calle estaba repleta de gente. Todos extranjeros o vendedores. Los turistas que vienen a Bangkok (o por lo menos a Kao San Road son todos muy cool. Todos con grandes tatuajes, anteojos negros, rastas, musculosas y mucho colgante.

Además de turistas, estaba lleno de basura y cucarachas de todos los tamaños y colores.
Igual lo peor de todo, eran los Lady Boys. La homosexualidad en Asia no está mal vista. Ver dos hombres caminando de la mano es tan común como ver palomas en la plaza. Y así como la homosexualidad no está mal vista, tampoco lo está la transexualidad. Para colmo los tailandeses son todo chiquititos, lampiños, de fina cintura y con rasgos afeminados, por lo cual, para mi, era dificilísimo identificarlo. Por suerte, Stephane tenía un radar biológico y a la distancia, me advertía.

"Lady Boy a las doce"

Fuimos a un restaurante y pedimos algo para comer. Los chicos se pidieron un café y yo un té.
Cuando estaba a punto de echarle azúcar a mi té veo que la azucarera estaba repleta de hormigas, por lo cual le informo amablemente a la moza.

- Hay hormigas en la azúcar – y esta estalló en carcajadas, tomó la azucarera y se fue a la cocina. A los dos minutos volvió con otra azucarera, con un poco menos de insectos.

Una vez terminado el té proteico, dimos una vuelta y era increíble lo mal que manejaban. No había semáforos, y cuando había no los respetaban (ni los autos ni los peatones), la única manera de cruzar era hacerlo corriendo esquivando motos y tuk tuks (una especie de taxi-motito). Era un peligro. A veces teníamos que esperar como 10 minutos antes de poder cruzar una avenida. Después aprendimos que la técnica era usar a un tailandés como escudo humano.
La primera impresión no fue buena. Toda era demasiado sucio, demasiado porno. Los vendedores eran muy molestos. Apenas se podía hablar por el ruido de los bocinazos. Todos gritaban. Todos vendían y se notaba que atrás de cada oferta había algo turbio.

Como no teníamos muchos bats fuimos a una casa de cambio y aquí empezó el proceso de empobrecimiento. Hasta el momento no había estado muy al tanto de la tasas de cambio y de cómo habían evolucionado las divisas con la crisis financiara internacional. En parte porque no tenía como enterarme y en parte porque nunca me había interesado el tema. En aquel momento habíamos llegado a Tailandia con algo así como 3400 dólares neozelandeses.
Recuerdo que 10 meses atrás (cuando llegamos a NZ con Juan) y habíamos cambiado divisas, NZ$ 1 valía US$ 0,85. Casi lo mismo.
Imaginen nuestra sorpresa cuando descubrimos que ahora NZ$ 1 eran US$ 0,55!

De esta manera de tener casi 3400 US$ pasamos a tener casi 1700 US$. Casi la mitad!!

Igual seguíamos pensando que teníamos suficiente para el viaje que al final al cabo era lo único importante. Tal vez ahora no podría comprar tantos regalos, o al menos no regalos grandes y desde ya volvería a Argentina sin un peso.

Como no teníamos mucho tiempo antes de nuestro pasaje a Indonesia, decidimos empezar lo antes posible y decidimos, juntos con Gwen y Alex, que lo mejor era encarar al día siguiente para el norte de Tailandia.


Pasamos la noche sin sobresaltos. Luego, ya en el mañana, Stephane quería comprar algo de ropa y a mi eso mucho no me divertía así que decidimos hacer la nuestra por separado.

- Stephane, acordate que en Tailandia tenemos tres días de trekking y no podemos ir con todo nuestro equipaje. Hay que deshacerse de todo lo que ya no necesitamos. Ropa de abrigo, etc. Yo hoy voy a mandar todas mis cosas a Argentina.
- Sí, sí, yo después hago lo mismo.

Salí del hotel y noté que el tiempo de adaptación para esta ciudad era de exactamente 24 hs, porque después de caminar solo 15 minutos me quedé enamorado de Bangkok. Todos los puestos de ropa, los templos, la gente y lo mejor de todo: la comida!! En todas y cada una de las calles se ven carritos que vendían todo tipo de comida. Todo frito, todo riquísimo. Tal vez no tienen mucha imaginación a la hora de cocinar pero saben exactamente lo que a la gente le gusta y no tienen ningún miedo a lograrlo, no importa que no sea sano y no importa que no sea limpio. Lo único que importa es que sea rico! Mi carrito favorito era uno que vendía tostadas calientes con manteca derretida y azúcar. Simplísimo y al mismo tiempo genial!


Esa tarde fui al correo y mandé mi querida compu (que ya había paseado sufíciente) y mis cosas a Argentina. Cuando volví al hotel a eso de las 17, Stephane estaba en el baño. Cuando salió, me miró con los ojos muy abiertos y tenía un aspecto, por alguna razón que no lograba descifrar, escalofriante.

- Qué te parece? – me preguntó contento
- Qué cosa? – algo en su cara me daba mucha impresión. No sabía qué era.
- Mis ojos! Me compré lentes de contacto color celeste! Y después me voy a teñir de rubio.

Y acto seguido empezó a mostrarme varias remeras, unas pulseras que lucía en la muñeca y en los tobillos y otras nuevas adquisiciones.

- Las remeras son muy lindas. Los ojos celestes, no sé. Medio raro… Che, en dos horas nos vamos al treking. Mandaste tus cosas por correo?
- Uy, no! Me olvidé Ahora voy! – metió todas sus cosas en su valija y salió corriendo.

A la media hora volvió con las manos vacías.
- Y? cómo te fue?
- Bien, igual al final no mandé nada. Era muy caro. Me pareció mejor vender todo.
- Vendiste toda tu ropa?... A cuánto?
- 500 bats (aprox. 10 dólares)
- Qué? Todos tus libros, todas tus camisas, la campera de corderoy, la misma valija? Todo por 500 baths?!

Lo habían re cagado. Encima había vendido los regalos que nos habían dado Tony y Tracy y un montón de recuerdos más. No entendía nada. Varios días después descubrí que el correo le había cerrado si bien nunca lo quiso reconocer.

Finalmente nos encontramos con Gwen y Alex y nos fuimos a la Terminal para tomarnos el ómnibus que nos llevaría al medio de la selva tailandesa, a hacer este treking tan famoso.

- Stephane, no me había dado cuenta que tenías ojos azules. – le comentó en un momento Gwen.
- Haha…Sí… son celestes, tengo ojos celestes.- le respondió el francés. Yo no lo podía creer. Cómo podía mentir así al frente mío.


El treking estuvo espectacular. Caminamos tres días durmiendo en tribus tailandesas, en casas hechas solamente de bambú. Montamos elefantes, hicimos bambú rafting y toda la gilada. La gente de nuestro grupo resultó ser muy simpática y con muchos mantuvimos contacto. Gwen y Alex no tenían planes de visitar Vietnam por lo cual nos separamos. El siguiente destino fue Laos. Este país es todo selva, excepto por unas pocas ciudades y unos pocos pueblos muy lindos. En uno de ellos, Luang Prabang, nos sentimos tan a gusto que nos quedamos 4 días.

Luego vino el turno de Vietnam, que era el lugar que personalmente más me interesaba conocer. Este país, en teoría comunista, me pareció uno de los países más capitalistas que he conocido. Lo único que tiene de comunista es que hay un único partido (comunista, claro). Sin duda, la democracia es mejor, ya que permite otras formas de gobierno. En Argentina hay un partido comunista, el cual todos tienen la libertad de votar. En cambio en Vietnam la única forma de cambiar de partido sería con una revolución, y lamentablemente, una revolución violenta, ya que la gente que está en el poder, obviamente no quiere dejarlo.
En Ho Chi Min visitamos el museo de la guerra. Bastante desagradable.
Pobres vietnamitas. Toda su historia la vivieron en guerras.
Primero contra China, luego Francia, Estados Unidos, Cambodia y ellos mismos. Igualmente ahora, que ya no se pelean más entre ellos, se están perfilando como la principal potencia de Sudeste Asiático.

Stephane resultó ser comprador compulsivo. Se compraba de todo, por lo cual tuvo que comprar dos valijas más, y una con rueditas.
Encima hacía desastres financieros. Primero cambió 3000 dólares de nueva Zelanda a dólares yanquis, perdiendo plata. Luego en Vietnam cambió muchísima plata a dong (la moneda de Vietnam) por lo cual solo unos días después tuvo que volver a cambiar todo a la moneda de Cambodia. Con cada cambio perdía plata y derrochaba a lo loco de manera negligente.

En Cambodia solo estuvimos unos pocos días y no nos pareció gran cosa. El 15 de diciembre (cumpleaños de Malena y Ezequiel) volamos a Indonesia, para luego ir a Bali, una isla tropical muy linda.

Indonesia es un país interesante. Primero porque son 20 000 islas y luego porque es musulmán, y allí pude comprobar que la rigidez y severidad de sus reglas y castigos no era un invento. Seguramente a Siva le hubiesen cortado una mano si lo atrapaban. (La religión oficial de Malasia también es el Islam).

Por ejemplo, antes de aterrizar, en el avión nos pasaron un video informativo donde decía
“ El castigo por tenencia de drogas (turistas incluidos) es LA MUERTE!” (100% textual salvo por el signo de exclamación)

En Bali la pasamos muy bien y nos hicimos amigos de dos coreanas con las que estuvimos dos días. Stephane se enamoró de una de ellas, si bien 24 hs después estaba enamorado de otra.

El 23 de diciembre nos tomamos un ferry y un micro a Yakarta, ya que el 24 a la tarde teníamos nuestro vuelo a Singapur donde pensábamos pasar Navidad.
Habíamos escuchado en más de una oportunidad que viajar en Asia era difícil porque siempre aparecía una que otra sorpresa. Ya estábamos a punto de descreer de tal premisa pues hasta aquel entonces todo había salido a la perfección. Ningún vuelo cancelado, ningún robo, ni nada por el estilo. Sin embargo aquí sucedió algo que fue el desencadenante de muchísimas cosas.
Cuando estábamos a mitad de camino entre Bali y Yakarta, hubo un embotellamiento terrible, que hizo que llegáramos al aeropuerto 10 horas más tarde de lo planeado y de esa manera perdimos nuestro vuelo a Singapur.
Más allá de que cualquier pasaje de Yakarta no costaba menos de 400 dólares NZ, lo que nos molestaba era pasar Navidad allí, especialmente Stephane que era muy religioso. Fuimos agencia por agencia preguntando por pasajes pero estaban todos reservados.

- Lo mejor va a ser que pasemos la noche acá, y mañana temprano tomarse un vuelo a Singapur o adonde sea. – propuse
- Bueno…- respondió con tristeza Stephane. – Y la Navidad?
- Podemos ir al MacDonalds del aeropuerto y comernos un buen combo.

Mientras cenábamos yo conté mi plata. Me quedaban 2000 dólares NZ.
- Y vos? Cómo andás de dinero? – le pregunté por lo cual sacó su billetera, contó su plata y me respondió
- Me quedan 200 dólares yanquis.
- Qué? Ya te quedaste sin plata?! – era increíble. En un mes había gastado 3600 dólares NZ. Dos mil más de lo que había gastado yo!
- Si… voy a tener que empezar a usar mi tarjeta de crédito.- concluyó

Después de cenar y de un brindis de Coca Cola sin hielo, a eso de las 21, buscamos un lugar apropiado para pasar la noche. Yo saqué mi bolsa de dormir, me hice una almohada de remeras y estaba muy cómodo. Sin embargo, el francés seguía sin bolsa y me dio un poco de pena. Como no se quería acostar en el suelo me dijo que se quedaría sentado, despierto, leyendo toda la noche.

A los pocos minutos me dormí.

Cuando me desperté, miré a mi alrededor y el aeropuerto estaba vació excepto por algunos pasajeros que también dormían. Miré mi celular y eran las 2 de la mañana.
Al lado mío vi una nota, la tomé y leí lo siguiente (trascripción 100% textual)


“Fizu

You will not find me this morning. For some reason I cannot explain to you I had to leave. Anyway, continue your trip until our flight from Kuala Lumpur to Chennai on the 12th of January. We will meet in the airport and I will send you by email your flight ticket.

I know it looks very strange but I only tell you that I am not really a banker and my true profession oblige me to leave for a while.

We keep in touch by email.
Be sure I cannot act differently.

Take care Fizu



Your friend

Stephane”



Traducción

“Fizu

No me encontraras esta mañana. Por alguna razón la cual no puedo explicarte tuve que irme. De todas formas seguí con tu viaje hasta nuestro vuelo de Kuala Lumpur a Chennai el 12 de enero. Nos encontraremos en el aeropuerto y te mandare los pasajes por mail.

Yo se que todo parece muy raro, lo único que puedo decirte es que en realidad no soy un banquero y mi verdadera profesión me obliga a irme por un tiempo.

Nos mantenemos en contacto.
Sabe que no puedo actuar diferente.

Cuidate

Tu amigo

Stephane”


Leí la nota una vez más. No me sorprendió. Doble la carta y me la metí en el bolsillo. Acomodé mi almohada y me volví a acostar.

- Feliz Navidad para mi – dije en español.

Y los pocos minutos me dormí.

Sí, definitivamente un viaje.

sábado, 17 de enero de 2009

Capítulo yapa: “Redacción: La Vaca”

Allá a lo lejos en el tiempo, cuando Papá Noel existía y los jugadores de fútbol eran adultos mayores, la más clásica de las tareas del Colegio Primario era escribir una redacción sobre el animal modelo, ejemplo de riqueza, patria y orgullo, es decir, nuestra querida Vaca.

Lamentablemente este bicho ya no simboliza la prosperidad de antaño. Seguramente no pasará mucho tiempo para que la Redacción la Vaca, se transforme a Redacción La Soja, no resultando en grandes cambios pues la soja también nos da leche, la milanesa y encima la salsa de soja (algo que todavía los genetistas argentinos no lograron obtener de la vaca.)

De todas formas la tarea sobre este animal era un clásico y figurita repetida. Si bien lo hacíamos todos los años, no era tan fácil. Teníamos que buscar entre nuestros manuales Estrada y revistas Billiken y copiar y escribir a mano. A mano!

A decir verdad, todos sabíamos que la jerarquía de la nota no se basaba tanto en la consistencia y estructura del artículo ni en el respaldo bibliográfico, sino más bien en la cantidad de colores que usáramos en la ilustración del gordo vacuno que tenía lugar al final del texto… que en mi caso, como cada año, me lo hacía mi mamá.

Luego del Primario y del Secundario, cursé durante 7 años en la Facultad de Agronomía (no porque la carrera fuese de 7 años, sino porque ya no contaba con ayuda para los dibujos), por lo cual podríamos decir que después de tanta instrucción en el tema estaría en buenas condiciones de escribir mi última redacción sobre la vaca.
Sin embargo, no fue en el colegio ni la Universidad donde aprendí la real realidad acerca de este animal, fue en Nueva Zelanda, trabajando solo una temporada en un tambo. Fue allí, donde aprendí que la vaca nos da la leche, su carne, su cuero y muchas, muchas cosas más.

La vaca nos da la leche.

Para ser exactos nos da un promedio de 25 litros de leche por día. Si bien algunos animales pueden llegar a dar hasta más de 40. Igual cuando hablamos de producción, podríamos decir que la vaca no se destaca tanto por su producción láctea, sino más bien por su producción bóstica, que alcanza un promedio de 50 litros (de orina y bosta). Sí, 50. No exagero, les canto la bosta.

De toda aquella inmensa cantidad de caca, un porcentaje más que significativo nos caía en la cabeza cuando las ordeñábamos, y no solo bosta, sino muchas cosas asquerosas más.
A la vaca se la ordeña dos veces por día, todos los días. Y si bien parecería que ya debería estar acostumbrada, muchas veces la vaca no quiere darnos su leche. Es entendible, ya que en teoría, debería dársela a su hijo ternero y a un homínido en overol y botas de goma. Es por eso que a veces nos pateaba o cerraba las piernas y no permitía el ordeñe. Cuando esto sucedía había que recurrir a la “sodomización vacuna”, que consistía en agarrar un palo de plástico que teníamos alli y cagarla a palazos hasta que su voluntad cediera y abriera sus miembros posteriores para prestarse a la extracción del oro blanco.
Muchas veces no encontrábamos el palo, o lo estaba usando algún compañero, por lo cual teníamos que recurrir a otra técnica sodomizadora que era retorcerle el rabo hasta que la vaca mujiera de dolor y finalmente abriera las patas.
Si bien, las primeros días, yo me resistía a recurrir a la violencia y prefería un estilo de ordeño Patch Adams, la sodomización era 100% efectiva, aunque traía sus horribles consecuencias. Como todo buen sodomizado, si se le retorcía demasiado la cola, la vaca automáticamente se cagaba (encima de uno). Me impresionó mucho la presión y el caudal con que le salía la mierda del culo, parecía mentira que tal chorro solo se debiera a simples movimientos peristálticos del tubo digestivo, más que una cagada parecía un exorcismo. Por tal razón cuando una vaca nos defecaba lo bautizamos “Lluvia de Acelga”. Y, como se podrán imaginar, cuando la vaca nos orinaba (a mi opinión lo peor) lo llamabamos “Lluvia Dorada”.
Si tuvieramos que hacer una escala escatológica (y disculpen la cacofonía y la aliteración) creo que, lamentablemente, me llevé el primer premio, como bien procedo a explicar:

Un día estaba trabajando y vi que la vaca estaba un poco ensangrentada. No le presté atención y seguí ordeñando igual. Justo antes de terminar siento un golpazo fuertísimo en la cabeza que me tiró al suelo. Lo primero que pensé, todavía mareado, era que un perro se había subido al techo y se había resbalado y se me había caído en la cabeza. Cuando mis compañeros de trabajo se me acercaron corriendo para asistirme descubrimos que lo que había sucedido era que la vaca ensangrentada había abortado y había expulsado el feto que había aterrizado sobre mi.
Abdi, quien tenía 11 años de experiencia trabajando en lecherías, dijo

“En mi vida vi algo así”

Lo bueno que como tenía un moretón y realmente me dolía, me dieron la tarde libre y fui a la casa a comer galletitas y a mirar televisión.

Entonces fue así como la escatoescala se había completado, y en el ranking número uno del Top Ten, quedaría para la historia la increíble e impresionante “Lluvia Corpórea” que consiste en arrojarle un feto (propio) a un tercero.

La vaca nos da la leche, bosta y también muchas bacterias.

Tengo muy bien grabada en mi memoria publicidades de la Serenísima y otras marcas de leche, donde se jactaban con total orgullo de tener menos de 10000000 de bacterias por mililitro de leche. Como Pacho Ibañez lo anunciaba con tantos laureles y trompetas (y hasta las marcas competían entre sí en una carrera antibacteriológica) deduje que esa cantidad de microorganismos implicaba un leche limpia y pura. Pero no!! Ahora entiendo que la leche es un asco y no hay nada que se pueda hacer para evitarlo, porque como expliqué anteriormente la vaca se la pasa cagando, no se como hace, pero caga más de lo que come (rompiendo así con unas de las principales leyes de conservación de energía y materia) y por ende la sala de ordeño siempre estaba llena de bosta. Si bien allí contábamos con muchas mangueras de alta presión para ir limpiando, no se puede estar manguereando todo el tiempo, por eso nada más lo hacíamos cuando, literalmente, la mierda nos llegaba al cuello.
Muchas veces, mientas ordeñaba, la pezonera (los 4 tubitos onda aspiradora que se le pone en las tetas para sacar la leche) se me caía justo arriba de una torta de bosta, por lo cual durante unos segundos ordeñaba mierda pura. Calculo que ahí le subía unos cuantos millones al recuento de bacterias. Igualmente tampoco se puede estar pensando la cantidad de bacterias que comemos porque de ser asi moriríamos por inanición.
Además “Chancho limpio nunca engorda”

La vaca nos da la leche, bosta, bacterias y el calostro.

El calostro es una propiedad muy interesante de todos los mamíferos (incluso el Mono Sapiens). Durante los primeros tres o cuatro días después del parto, la madre segrega una lecha especial, de color amarillento, más densa, con más grasas y con sustancias inmunológicas y anticuerpos. Algo así como leche con Redoxón.
Debido a esta y muchas otras propiedades no pudimos menos que llamarla:
SUPER LECHE.

La leche normal y la super leche no se deben mezclar. La primera es solo para uso comercial y la segunda es solo para alimentar a los terneros, por esa razón ordeñábamos a las vacas recién parturientas (llenas de super leche) al final de la jornada por separado.
Solo tuvieron que pasar unas semanas para animarme a encanutar todos los días una botella de super leche y empezar a experimentar con esta.
La primer receta que improvisé fue sencilla y de éxito casi asegurado. Con Stephane y Abdi, al final de la tarde, nos tomamos un buen vaso de Super Nesquick. Salió espectacular. Era espeso y amarillo como un licuado de banana, pero sin las bananas.
Días después, la siguiente receta fue “Super crema de leche”. Aquí el procedimiento consistía en hervir la superleche y dejarla decantar durante 48 hs. Era importante que nadie la sacudiera por eso tenía que esconderla en el fondo de la heladera. Como la grasa es más liviana que el agua, esta flota por el mismo principio por el cual un cubito de hielo flota en un vaso de agua, o por la misma razón por la cual Goku flota en su nube voladora.
Luego se remueve la grasa a cucharadas y listo el pollo, pelada la gallina, allí tienen SUPERCREMA.
La comimos con fideos, arroz y lo mejor de todo fue una “Sopa Super Crema de tomate” que fue la mejor sopa que tome en Nueva Zelanda.

Una tarde, en la que me sentía un poco débil y con las defensas bajas, probé de mezclar supercrema con nesquick y azucar, obteniendo asi HIPERNESQUICK. Salió interesante, eso sí, ahoras más que licuado de banana parecía polenta Magic.

Como los muchachos estaban muy entusiasmados y pedían nuevas innovaciones, decidí jugármela y preparar algo grande de verdad.
En mi día libre le pedí el auto a Abdi y fui al supermercado (todo con super en este post) y compré una bolsa de 5 kilos de azucar, extracto de vainilla, canela y hepatalgina.
Una vez en la casa, en una cacerolota metí 5 litros de superleche, 3 kilos de azucar, algunos saborizantes y lo revolví durante 4 hs. Fue muy cansador y ya en la segunda hora estaba arrepentido de la idea, pero el resultado final lo valió plenamente. Una vez concluido todo el proceso tenía en mis manos:

DULCE DE SUPER LECHE!®

No lo llamé Super Dulce de Leche, porque ese nombre ya estaba registrado para el famoso sabor de helado y no lo llamé Dulce de Calostro, solo porque no me pareció muy comercial.
En mi siguiente franco preparé más y lo metí en frascos vacíos de mermelada y se los obsequié a mi jefe y a su madre. Abdi todavía piensa que si no nos despidieron fue solo por que les gustó el regalo.
De todas formas después de 2 semanas de Super e Hiper Nesquick, Super Crema de Leche y Dulce de Super Leche, empezamos a sentir algunos síntomas extraños.
Yo me empecé a sentir un poco raro y noté que mi visión se estaba volviendo en blanco y negro.
Abdi me confesó que no comería más nada que empezara con “super” porque (100 % textual) le dolía el corazón.
Y a Stephane (que había sido el más glotón) le agarró una descompostura tal que durante 3 días no pudo trabajar.

“Super descompostura” lo bautizó sabiamente nuestro amigo africano.

La vaca nos da la leche, bosta, bacterias, superleche y su carne que comemos con pan y ensalada mixta, y su cuero que usamos para hacer tambores y panderetas.

Las vacas también sirven para dar ejemplos de estadística. He aquí uno de ellos: en el tambo donde yo trabajaba teníamos 1000 vacas y las ordeñábamos dos veces por día. Entonces supongamos que la probabilidad de que una vaca haga algo totalmente loco e inesperado (y esto produzca un accidente absurdo en la sala de ordeño) sea de 1 en 10 000. Esto implicaría que por semana sería esperable que suceda algo increíble por lo menos una o dos veces.
¿A qué me refiero con algo increíble? A que la vaca entre a la pasarela de ordeño marcha atrás al mejor estilo Michael Jackson y su paso lunar. O que una vaca muera atragantada al comer su propia placenta al mejor estilo Tom Cruise y su cientología. O que una vaca meta la cabeza donde a nadie jamás se le hubiera ocurrido que la podría meter y muera ahorcada al mejor estilo Destino Final IV.
Recuerden que las vacas pesan 600 kilos. Una vez que se les mete algo en la cabeza o se asustan no hay manera de pararlas.

Las vacas están re locas, no tengo ninguna duda acerca de ello.

Hay vacas que le chupan la leche a otras vacas, algo así como Canivalismo Lactante. Cuando esto sucede se lo pone un gancho de metal en la nariz a la vaca golosa. No se si hay fundamente científico en esta técnica. Tal vez es para que la otra vaca no se deje amamantar o talvez es un cuento de abuela como aquel de la cinta métrica para el empacho. Si el problema persiste se la mata, se la faena y se la come con ensalada, como ya expliqué.

Hay vacas que son amigas inseparables (y esto es algo hermoso). Cuando las vacas entran a la pasarela lo hacen en grupos de 50. A veces una vaca amiga entra y la otra vaca amiga se queda afuera. Cuando esto sucede se vuelven histéricas. Empiezan a zapatear y a mugir desesperadas. Cuando termina el turno e ingresan otras 50 vacas, la vaca amiga del primer grupo no quiere avanzar y no deja que las otras vacas salgan, solo para esperar a su amiga. Esto es un problema porque perdemos mucho tiempo, por lo que tenemos que recurrir a la ya mencionada sodomización vacuna. Le pegamos con la vara, le retorcemos la cola, o nos trepamos a la plataforma y le pegamos piñas y codazos, la mayoría de las veces sin éxito, ya que a la vaca no le duele nada. Y con respecto a los vacunos y al dolor puedo comentar que he visto vacas en el campo con un ternero a medio parir (con la mitad del cuerpo dentro y con la otra mitad afuera). Uno pensaría que esta debería estar en un inmenso y terrible dolor ya que cuando vemos películas de mujeres humanas pariendo parece que las están matando, pero no. La vaca sigue comiendo pasto e interectuando con otras vacas (siempre con el ternero colgando, ahí atravesado en el medio de su orificio) como si nada.

Algo que veces me molestaba de la vaca era su pasividad para con la vida. Una de las tareas del tambo es ir a buscar a los animales a un potrero y empujar el rodeo hasta el ordeño. Esta es una tarea muy linda porque uno está solo, en el medio de la nada, y a paso de vaca, empujando cientos de animales por un camino de tierra.
Como dije antes, son 1000 vacas, de 600 kilos cada una. Algunas tienen cuernos y cuando una vaca corre lo hace a una velocidad impresionante produciendo así una cantidad de energía cinética escalofriante como Jaggernaut de los X-men . Si quisieran podrían derribar el más fuerte de los muros, si quisieran podrían arrasar con una ciudad entera, y no estoy exagerando. Tengan en cuenta que en Argentina hay más 50 millones de vacas. Más vacas que gente y en muchos países es igual.

Sin embargo, yo solo, sin armas, sin presentar peligro alguno para ellas, las podía empujar con una motito y movilizar sin problemas. Tal vez ni se preguntaban o ni se enteraban de mi presencia. Quizás solo avanzaban sin cuestionarse por aquel camino de tierra hacia la sala de ordeño todos los días, dos veces por día durante años, por el resto de sus vidas. Tal vez marchaban porque la vaca de al lado también lo hacía, o porque las de atrás las empujaban. Talvez solo porque tenían miedo a quedarse solas, como tantos de nosotros. En conclusión, allí me encontraba yo, acarriando nada menos que mil rumiantes gigantescos.
“Qué vacas tontas” pensé un día “si supiesen que podrían detener su marcha y no hay nada que yo o nadie pudiera hacer para moverlas. Si supieran que si solo se diesen vuelta y me mirasen a los ojos, yo saldría disparado con mi motito, levantando tierra hasta perderme en el horizonte... Vacas tontas...”
Sin embargo de repente, sentí algo en mi espalda. Fue algo fugazmente auténtico como el mejor de los deja vú. Algo así como una fuerza extraña que me empujaba a mi y a mi motito por aquel mismo sendero, exactamente la misma cantidad de veces que yo empujaba a las vacas. Rápidamente me di vuelta, pero no vi nada, solo pasto, cielo y polvo.
“Ha de haber sido el viento” pensé y automáticamente me olvidé del asunto.

La vaca nos da la leche, bosta, bacterias, superleche, su carne, su cuero, estadística, sabiduría y muchas muchas cosas más.

Pocos animales son tan generosos con otra especia.
Pocos animales dan tanto sin pedir algo a cambio.
Pocos animales son tan enormes, amables y hermosos como nuestras queridas vacas.

Por eso creo que cualquier redacción sobre ellas no puede menos que terminar con las siguientes dos palabras.

Gracias vaca!!


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Proximo sabado Capitulo 45 "Bangkok y hormigas en la azucar"



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jueves, 1 de enero de 2009

Nota de Blogautor

Hola amigos!! Felices Fiestas para todos!!!!

Antes que nada, como siempre, les quiero re contra agradecer a todos, a la Morsa, David, Guille, Hugo, Alelli, Matias, Lobito, Julián, Juan, Anonimo y demás locos lindos, por los saludos que dejaron en cada capítulo a lo largo de todo el año.
Estoy positivamente seguro que sin el feed back y la buena onda que le pusieron hubiera abandonado el blog hace mucho tiempo. A veces conseguir una compu y hacerse de varias horas para escribir no era fácil. Más aun cuando trabajaba más de 12 horas por día, o cuando estabamos aislados por la lluvia o cuando, sencillamente, luchabamos por nuestra superviviencia, el pan de cada día y la avena de cada mañana.
La semana pasado releí alguno de los primeros capitulos (Dios! La ortográfia y la redáccion son terribles. Por momento ni yo entiendo que quise decir!) Bueno, la cuestión es que leerlo y revivirlo me llenó de alegría, y no solo eso, sino que me acordé de varias cosas que me había olvidado, de Ben, por ejemplo! Y además es un registro interesante del viaje, ya que hay fechas, nombres de personas, lugares, cifras y demás datos.

También confieso que me hubiera gustado tener mi querida Laptop sana y escribir muchísimo más. Más capítulos y más largos, ya que ni se imaginan la cantidad de cosas que me hubiera gustado contar.

Me hubiese encantado poder profundizar más sobre las relaciones con las personas que conocí, que al fin y al cabo deja más enseñanzas que describir como me comí 70 kilos de papa, 30 kiwis en un dia y 300 litros de leche en 3 meses.

Me hubiese encantado profundizar sobre mi relación con Juan. Cómo era increíblemente competitivo sobre quién era mejor deportista o mejor empleado (en esto último él sin duda), sin embargo también como resultó ser un excelente compañero y buen amigo de verdad. 100% fiel, 100% honesto y 100% confiable. Y esas nos son cualidades comunes hoy en día.

Me hubiese gustado tambien contar un poco más mi amistad con Tony, de quien hablé poco y nada. No conté que su madre vivió en la granja con nosotros y nos ayudó a Tracy y a mi en nuestras tareas, y allí charlamos mucho. Ella me contó cómo el padre de Tony había fallecido cuando Tony tenía 13 años, y como habian tenido que vender la Dairy farm que tenían.
Tampoco conté como me daba la sensación que Tony se veía a sí mismo, en mí, cuando él era más joven, y por eso no paraba de darme consejos sobre cómo llevar adelante una granja familiar o incluso consejos sobre el matrimonio y la paternidad.

Y tampoo comenté sobre Stephane y su locura con las mujeres. Se enamoraba de cada chica que nos cruzábamos, y se enamoraba de verdad! Conocía un chica una noche, y al día siguiente le mandaba un mail diciendole que la amaba!! En serio! Las mujeres eran su primer prioridad por sobre todas las cosas: el trabajo e incluso, a veces, nuestra amistad.

De todas formas, más alla de eso, creo que el principal factor que hizo de este viaje un experiencia agradable no fue otra que encontrarme con Stephane y que viajemos juntos. El peor de los momentos puede llegar a ser divertido si uno está en buena compañia.


Hace varios meses, cuando estaba exageradamente atrasado con el blog, hice la promesa de ponerme al día para Año Nuevo, y como soy un hombre de palabra (o por lo menos cuando puedo o me conviene) había calculado y preparado todo para que el 1 de enero del 2009, publicase un capítulo resumiendo todo el viaje en Asia hasta la fecha.

Una de las razones por lo cual había tomado esta decisión es porque sabía que Asia eran vacaciones y no un viaje como Nueva Zelanda, y aquí la diferencia entre vacaciones y un viaje es importante.
En NZ trabajaba y conocía gente. Se formaban relaciones de convivencia, amistades, enemistades, amores y desamores. Era más rico en contenido para un blog.
Mientras que en vacaciones uno va a la playa, se clava un waffle, se echa una siesta y después un helado. No es muy interesante.

Sin embargo, me equivocaba. En Asia sucedieron un par de cosas (y definitivamente una en particular) que me hizo cambiar de opinion, por eso en vez del capítulo resumen que tenía pensado escribo esta Nota de Blogautor.

Por eso, el relato va a continuar unos capítulos más, ya que me gustaría compartir con ustedes cómo estas vacaciones en Asia se convirtieron en un viaje, y cuando digo "viaje", lo digo con todas las letras, y cuando digo "con todas las letras", lo digo

..con V de vuelos perdidos,
..con I de impostura
..con A de amor
..con J de jodidos
y con E de engaño..

Sí, definitivamente Asia fue un viaje.

Otra vez, un abrazo enorme para todos y Felices Fiestas, mis amiguines!!!!!!!!!

Y NOS ESTAMOS VIENDO EN MENOS DE 50 DIAS!

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