lunes, 27 de octubre de 2008

Sobre los Lectores


Si bien hice la promesa que me pondría al día con el relato antes de las Fiestas, creo que me puedo dar el lujo de hablar sobre los amigos que me acompañan en este viaje literario, es decir uds.
Si me pongo a delirarla un poco, es increíble el impacto de cada uno de uds en dicha travesía, como ya van a ver.
Muchas veces cuando uno quiere agradecer dice "y espero no olvidarme de nadie", en este caso calculo que es lo contrario, porque seguramente algunas de las personas que paso a mencionar dejaron de leer en el Capítulo 4, cuando jugábamos al fútbol contra los ingleses y cenábamos con Juan, Stephane y Antoine. Sin embargo a la hora de agradecer y recordar buenos amigos siempre es más lindo redondear para arriba.



1) Hugo Andrés Simkin:

Amigo incondicional de toda la vida. Psicólogo en formación. Encarnación de la amabilidad y la comprensión humana. Como si fuera poco, dibujante profesional. Con él, nos fuimos a anotar a la Universidad de dibujos animados en Lanús, al servicio militar en Palermo, a vender flores en Puerto Madero. Hicimos un curso de guión en el Rojas, un taller de crítica, videos juegos para celular y fuimos juntos a cientos de reuniones para emprender proyectos locos y millonarios que nunca se concretaron. Y, completamente orgullosos de nuestros fracasos seguimos en carrera porque los sueños más auténticos, por definición, son aquellos que nunca se vuelven realidad.
Hugo no solo me prestó plata para pagarme el viaje sino que fue el que me insistió a que creara un blog. Entonces, quienes están leyendo esto (y no están haciendo algo más productivo) ya saben a quien tienen que ir a reclamarle los minutos perdidos.

2) La Morsa:


Amigazo nerd de la adolescencia. Compañero vitalicio de vacaciones, juegos y juguetes. Sin la Morsa yo jamás hubiera comenzado Judo, sin Judo nunca hubiese empezado Sumo y sin Sumo este viaje no hubiese sido lo mismo en absoluto, porque no me hubiera separado de Juan para ir al torneo de Wellington y quien sabe como si hubiera desarrollado la travesía si me hubiera quedado con él. El destino es frágil e inestable como un huevo en la cabeza. Con la Morsa vivimos un año juntos, y allí fue cuando aprendí algo de cocina, que me sirvió muchísimo en NZ para relacionarme y hacer amigos, porque si hay una cosa que tienen en común todos los seres humanos es que comemos...y nos encanta!

3) David Coronel:


Amigo desde el Preescolar. Apenas menos que un hermano para mí. Guru de la computadoras. Cuando nadie encuentra la solución a problemas existenciales informáticos, él la tendrá. Vivimos juntos año y medio, donde me enseñó parte de sus conocicimientos, tan es asi que mi primer blog, lo abr’i solo, porque él tenía uno, y como todo buen hermano menor, soy un copión.

4) Aleli:


Primer amiga y con la que estoy en deuda (un millón de dólares). Vecinos del mismo edificio desde los dos años de edad. Compañeros de Jardín de Infantes, Preescolar y la Primaria entera. Lo único que nos faltó compartir fue el hospital donde nacimos. Con ella, todas las tardes de nuestra infancia jugábamos en su casa a las Barbies, a los Piny Pom y a Mis pequeños Ponys. Fueron unos años dorados más que felices. Lamentablemente dejo algunas secuelas, por eso hasta el día de hoy tengo un diario íntimo, soy chismosa, me encantó la película “El Diario de Bridgit Jones” y estoy enamorado de Bruce Willis.

5) Guillep Watson:


Neo amigo de la post-adolescencia. Compañero de Tachdaun, y ya eso es mucho decir. Todos los Dauns siempre tendrán un lugar preveligiado en mi corazón. El hecho de que Guille no haya crecido en el mismo entorno que Alejandra, David, Hugo y yo, hizo que hoy Guille sea un Ingeniero exitoso con su propia empresa y con más futuro que Marty McFly en el De Lorean. Con respecto al viaje Guille me hizo el bolso unas horas antes de venir a Nueva Zelanda. Seguramente sin él, no hubiese traído ni zapatos.


6) El Duende Martín:


Amigo del secundario y compañero de celda en los calabozos de Carrrefour. Martín es otro de la familia daun, con quien estaremos ligados por siempre. Unidos por el amor a Bruce y a Dragon Ball Zeta, todas las oraciones del blog que hacen mención a estos temas, están dedicadas a él.

7) Pablo Lobo de Paz:


Hombre de eterna y sincera sonrisa. Ordenado, prolijo y limpio (casi como el lema de Mc Donalds). Compañero de casa por un año, de viajes a la Isla, a Córdoba y a la costa. Entre sus habilidades especiales figuran superpoder para trepar árboles, arreglar las cosas que otros rompen, ganar becas y caerle bien a todo el mundo.


8) El gordo Juan:


El querido Juan Manuel. Otro que integra la familia de la primaria, y que estaba desaparecido y gracias al bendito Facebook lo pudimos encontrar! Cuántas tardes nos habremos pasado tomando litros de Nesquik con kilos de vainillas y jugando al family game (al galaga y al 1945) Los dos allí mirando la pantalla del televisor durante horas hasta tener los ojos rojos, sin decir una palabra, como dos amigos de 10 años de verdad. En la casa de Juan Manuel vi por primera vez en mi vida una revista pornográfica.

9) Claire:


Profesora de francés y gran amiga de verdad. Hemos compartido, entre otras cosas, muchas clases, decenas de películas, varias gateaux aux chocolat, una lasagna inolvidable y muchas más por venir. Y hasta me animo a decir que si no hubiese conocido a Claire, no hubiera decidido viajar con Stephane ni él conmigo. Claire, on se revait en fevrier!

10) Juan Francisco Acutain:


Una relación sin nombre. Compañero de todas las materias de la facultad, de todos los TP, de todos las excursiones. Compañero del equipo de Básquet (varios entrenamientos éramos solo dos), compañero de vacaciones y de horas y horas de estudio (no muchas tampoco) y finalmente compañero del viaje a Nueva Zelanda. Recuero hace dos años cuando nos juntábamos a estudiar, un día surgió el tema de hacer un viaje después de la facultad. Abrimos el Google Earth y empezamos a ver que países había. Yo propuse Hawai. Él se inclinaba por Nueva Zelanda. Él decía que trabajar en un tambo sería una experiencia muy enriquecedora. Yo decía que trabajar haciendo collares de flores sería todavía mejor. Por suerte, no me hizo caso. Sin Juan, sin duda alguna, no habría viaje a NZ.

11) Matías Fu:


Compañero de ingles y de recreos divertidos y charletas. Economista en formación y también motivado estudiante de francés. Amante del teg, de los idiomas y del buen cine... de acción.
Solo unas 3 horas por semana durante 6 meses alcanzó para hacernos muy buenos amigos y para invitarlo a vivir a mi casa durante varios días. Con él tengo que tener cuidado con la numeración de los capítulos porque se da cuenta de todos los errores.

12) Joost:


Yo vivía en mi burbuja barrial, con mis amigos barriales y mis vacaciones intercosteras, hasta que un día decidí alquilar el cuarto y el primer inquilino que tuve, no fue otro que Joost Pennixs. Compañero de salsa, contrincante de Magic, organizador de fiestas de disfraces, llegó a mi casa con su geografía, su salsiki y su bolsita de almacén viajera con la cual me cautivó y me contagió con su espíritu periplesco. Joost, inconscientemente, es otro gran responsable de esta visita a NZ.


13) Malena Quiroguita:


Sin duda, mi mayor debilidad. Fría, egoísta, cheta y superficial, y con todo eso, no hay letras ni palabras para expresar cuanto la admiro y cuanto la quiero. Creo que nunca ha dejado un comentario en el blog, porque su apatía solo se compara con su belleza, de todas formas Malena me hace el gran favor de subirme las fotos de los capítulos y me corrige absolutamente todos los errores de ortógrafia, si bien lo hace demasiado tarde. Malena, hermanita linda y grosa si las hay.




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Bueno, amiguines, ya dije todo lo que quería decir así que no los aburro más. No me canso nunca de agradecer que lean, comenten y le pongan tanta onda. Si bien sigo sin compu y sin internet, voy a seguir compartiendo las experiencias vividas ya que es lo único que puedo hacer desde la Prisión Filipina donde estoy ahora y donde estaré por algunos años más.
Espero que el relato les divierta o de última les deje alguna enseñanza (por lo menos como anti ejemplo).

Un abrazo grande y hasta el próximo sábado!!

domingo, 26 de octubre de 2008

Indice



Relatos de Nueva Zelanda


Primera Parte: Pasión de Kiwis


1 "Llegamos a la Luna"
2 "Una dulce despedida"
3 "Primer dia en Nueva Zelanda"
4 "Primer día de trabajo y primer enfrentamiento"
5 "Un Angel llamado Ben Lewis"
6 "Primer salida grupal y definición del Potato Crew"
7 "Rutina, Nutella y Rock and Roll"
8 "Sobre palomos de colores que inflan la pechuga"
9 "Elige tu propio partido 3"
10 Capitulo X
11 "Última noche antes de empezar el viaje a Tauranga"
12 Me lo comi

Segunda Parte: El Camino del Kiwi


13 "13 Mentiras que dijimos en NZ
14 "Sobre Stephan"
15 "El increíble Arthur Pass"
16 "16 años y el Glaciar Berretón"
17: Las Gallegas más locas del mundo 2, la playa loca"
18 "La Isla Norte y Wellington, capital de NZ"
19 "Una sorpresa, una sorpresa y una sorpresa"


Tercera Parte: Cosecharás tu Kiwi


20 "Debo elevar mi Kiwi"
21 "Aperece Siva" y luego desaparecio Siva.
22 "La ultima palabra"
23 "Grande, Grandma!"
24 "Cronica de una muerte bastante anunciada"
25 "Cuando un amigo se va"


Cuarta Parte: Por el Poder del Kiwi.


26 "Wellington y el cumple de la Reina"
27 "El torneo de Sumo"
28 " Del ejercito a la granja hippie"
29 " Corky, el perro tuerto y la granja biodinamica"
30 " Escape de la Granja hippie"



Quinta Parte: Podadores del destino


viernes, 24 de octubre de 2008

Capítulo 30 " Escape de la granja hippie"


Era un día cualquiera en la mágica granja hippie. El viento apenas soplaba y los árboles hacían la ola suavemente al compás de tamboríl. Detrás de la casa se veía un arco iris que parecía pintado con aerosol, pues estaba allí todos los días, como Crónica, firme junto al pueblo.

Nuestra tarea aquella mañana consistía en arar todo un huerto para luego transplantar unos plantines biodinámicos que había preparado Pam. Teníamos que hacerlo sin falta esa semana ya que Jupiter y Neptuno estaban alineados con el cinturón de Orion y Canabis Mayor. Eran las 8 am y si bien todavía hacía un poco de frío, el sol empezaba a calentar el día y de a poco gotas de sudor aparecían en nuestras frentes.
Trabajábamos sin la compañía de Corky, que estaba en el colegio, ni del perro tuerto, que no nos vio salir de la casa y no nos siguió. Yo escuchaba al Polaco y a Nestor en Bloque con mi mp3 de 256 megas, y Stephane, como se había olvidado de cargar su Ipod de 80 gigas, aparentemente tenía ganas de charlar.
- Hasta cuando te vas a quedar en NZ? Tenés pensado hacer un viaje después? - me preguntó. Me saqué los auriculares, dejé la pala en suelo y aproveché la pausa para sentarme y descansar.
- Mi plan es el siguiente... quiero trabajar mucho y ahorrar unos 6 000 dólares, en Septiembre voy hasta Auckland y de ahí busco un velero que necesite tripulantes para ir a Asia. En Asia, mediante trenes, o de la forma que sea, voy hasta Europa, para así a fines de Septiembre visitar a dos muy buenos amigos, Joost en Holanda y Claire en Francia. Luego en Noviembre, si tengo suerte, voy a Estonia, al Mundial de Sumo. Y finalmente en Diciembre busco trabajo en un crucero transatlántico que vaya para Sudamérica. Tal vez me baje en Brasil y de ahí me tome un micro hasta Retiro. Una vez allí camino hasta el subte Línea C y voy hasta Diagonal Norte, donde combino con Línea B, para bajarme en Carlos Gardel. Luego camino 4 cuadras por Bustamante hasta Tucumán, y ya está. Ya estoy en mi casa.
- Guau. Lo tenés todo pensado. Parece un plan muy sólido.
- Así es. Y vos? - le pregunté.
- A mi me gustaría ir a Asia también, pero no se cuándo... Si querés podemos ir juntos, no?
- Claro, por qué no? Igualmente Asia es grande, a qué países querés ir?
- Sin duda, uno que tenemos que visitar es la India.
- Mmmm, te parece? - dije no muy convencido - No es medio sucio y muy pobre?
- Sí, pero es hermoso. Yo fui hace dos años y quedé fascinado.
- Con quién fuiste? - pregunté distraído.
- ... con mi novia... digo con mi ex novia. - este era un tema el cual no podíamos tocar. La novia lo había dejado el año anterior de la peor manera. Prácticamente por esa razón Stephane había realizado este viaje.
- A mi me gustaría visitar Laos - dije rápidamente cambiando de tema.
- Laos? Qué hay ahí?
- Me dijeron que hay un espectáculo con pelotitas de ping pong muy impresionante. Y además quiero ver el Everest.
- pero eso no está en Laos...
- ah, no? bueno, no tengo muy presente el mapa de Asia.
- El Everest está en Nepal
- Ahhh, sí. El país que en vez de bandera tiene un banderín.
- Sí, el mismo. Y más que un país parece un club de béisbol. - y así nos quedamos como una hora parloteando a que lugares podríamos ir y fantaseando de la peor manera ya que el delirio se retroalimenta.
- Entonces si queremos ir a Asia y vos después a Europa, tenemos que conseguir trabajo ya, y trabajar los 7 días de la semana a conciencia - concluyó el francés
- Estoy de acuerdo. Ya mismo vamos a Wellington a un ciber a buscar trabajo! Y vamos corriendo o como sea!

Fuimos a hablar con Bruce y le comentamos que necesitábamos ir a la ciudad.
- Disculpen chicos, yo los llevaría pero ahora mismo tengo que usar la camioneta para ir a buscar a Corky al colegio.
- A cuánto está Wellington?
- 40 km
- Bueno, vamos corriendo - respondí yo que evidentemente tenía ganas de correr.
- Van a ir a pie 40 km?! Están locos?... mejor vayan en bicicleta.

Nos dirigimos entonces al galpón donde había un par de bicis llenas de polvo y desinfladas. Las acondicionamos y encaramos para Wellington. Yo usaba la de Pam y Stephane una cross chiquita que calculo era de Corky.
No importaba que el camino fuese de montaña y sinuoso porque estábamos motivadísimos, sin embargo por más que le pusiéramos todo el entusiasmo y optimismo del mundo, nada pudimos hacer cuando mi bici se pinchó, demostrando que realmente tengo una maldición con las bicis. De todas formas el celular empezó a vibrar y hacer todo tipo de pitidos.
Tenía señal!
Y empezaron a caer todos los mensajitos de la última semana. Encontramos varios mensajes de Juan contándonos cómo había sido el entierro de Amazing y preguntando donde estábamos. Un par de mensajitos de María diciendo no se qué. Algunos más de personas que íbamos conociendo en el camino y finalmente el mensaje más importante de todos, que decía así.

" Hola Freddy. Estoy en la Isla Sur trabajando con las uvas. Vos donde estás?
Abrazo, Siva."


Le leí el mensaje a Stephane y este se descontroló
- PREGUNTALE SI PODEMOS TRABAJAR AHI CON EL!? - gritó. Le escribí preguntando eso y demás detalles del trabajo y en menos de un minuto recibimos la respuesta

"Sí, seguro. Podés llegar a ganar hasta 200 dólares por día. Vení cuanto antes a Blenheim y avísame cuando llegues así nos encontramos"

A lo cual le respondí

"Te amo, Siva. Hoy mismo voy para la Isla Sur"

Regresamos a la granja, caminando con las bicis, y le comentamos a Bruce (que ya había vuelto con Corky) que necesitábamos trabajar y teníamos una oferta en Marlborough (la región donde estaban todos los viñedos). Nos dijo, con un poco de tristeza, que si nos teníamos que ir, estaba todo bien. El problema fue Corky, a quién le agarró una rabieta impresionante, se puso a llorar y se empacó como un burro viejo. No se si fue lo más inteligente de mi parte pero no pude hacer otra cosa que decirle
- Corky, no llores porque igualmente vamos a volver.
- Cuándo? - me preguntó calmándose
- eehh... en dos meses - se me ocurrió decir.
- Me lo prometés?
- Claro Corky... te lo prometo - y allí nos abrazamos mientras que Stephane cantaba a toda voz el estribillo de la canción de Whitney Houston.

Como noté que no estaban convencidos de nuestro retorno y me estaba dando culpa y además, queríamos empezar a ganar plata cuanto antes, tuve que tomar otra díficil decisión. Como teníamos demasiado equipaje y realmente era incomodísimo viajar a pie con todo, decidí dejar parte del mismo: algunos libros, los folletos del ejercito, toda mi ropa de nieve que consideraba que había traído al pedo y mi computadora rota, que es el ser abiótico que más atesoro, demostrando así que efectivamente ibamos a volver.

Una vez terminados todos los preparativos, nos llevaron a la estación de tren. Pam y Bruce nos abrazaron emocionados y diciéndonos que volviéramos cuando quisiéramos. Corky ahora estaba ofendido y no hablaba. Nos subimos al tren, nos sentamos y, desde la ventanilla los saludamos justo antes que el tren arrancara. Fue desgarrador el momento en que Corky se liberó de los brazos de su madre, comenzó a correr el tren y nos gritó repetidas veces algo así como
- El pan está alto, el pan está alto - seguramente no dijo eso pero es lo que le entendí.

Otra vez, en el tren, pudimos hacer una pausa y darnos un tiempo para pensar. Stephane, con la cabeza apoyada en la ventana, en una actitud un poco tristona, seguramente recordaba la sonrisa de su ex-novia y los momentos en que se reían juntos y se prometían amor eterno. Yo, en cambio, pensaba en Corky y en la huerta de Morón. Desde el primer segundo que llegué a la granja, Corky y yo habíamos tenido una conexión especial, mientras que con Stephane se habían ignorado completamente. No se bien la razón de ello. Será que debería hacerme docente de chicos especiales? Será que también tengo algo de mogólico y por eso los entiendo? No lo se. Solo se que, cuando vuelva a Buenos Aires, haré algo al respecto, seguir trabajando en huertas, realizar algún curso, o algo así.

Si bien el viaje hasta Blenheim no era largo, este era un poco complicado porque teníamos que hacer varios pasos.
Cuando el tren llegó a la estación de Wellington, fuimos hasta el puerto donde nos tomamos el Ferry que nos cruzaría a la Isla Sur. Este buquebus ya lo habíamos tomado una vez con las gallegas un mes atrás cuando desde "las papas" íbamos hacia "los kiwis", por eso, esta vez, en vez de disfrutar el paisaje nos dormimos una flor de siesta.
Cuatro hora más tarde arribamos al puerto de la Isla Sur y nos subimos al primer micro que se dirigía a Blenheim. Desde allí le mandé un par de mensajitos a Siva diciéndole que en dos horas llegábamos. Cuando así lo hicimos, ya eran las 11 de la noche y en la terminal nos encontramos con nuestro querido y simpatiquísimo amigo malayo, y junto a él un chino, que se presentó como Piong.
Más tarde Siva nos explicaría como era toda la movida. Piong era el jefe o supervisor de una empresa llamada Yellow Boots. Dicha empresa iba a distintos viñedos y allí podábamos los árboles de vid. Hasta acá era muy parecido a la historia de los kiwis, sin embargo existía una diferencia clave y primordial. En Yellow Boots te pagaban por cada árbol que podaras. Si el precio era 30 centavos por árbol y podabas un poco más de 300 árboles en un día, ganabas 100 dólares. La empresa te proporcionaba las tijeras, los guantes, el cinturón y todo el equipo, además de llevar a todos los podadores al viñedo en cuestión, cobrar y pagarles. Lo bueno de esto era que no tenías techo y además nadie te apuraba o te molestaba. Si querías almorzabas durante 3 horas o no lo hacías. Todo dependía de la voluntad y el hambre de uno.

Nos subimos al auto de Piong y fuimos hasta a una casa donde vivían unas 10 personas y también Siva. Allí Piong nos empezó a dar detalles específicos con respecto al laburo y nos explicó que este trabajo era muy muy rentable, no obstante teníamos que tener paciencia, porque al principio costaba un poco agarrarle la mano a las tijeras y a la técnica, pero luego, con el pasar de los días, uno podía ir adquiriendo velocidad y hacerlo lo suficientemente rápido como para ganar 900 dólares por semana.

- 900 dólares por semana? - repitió Stephane
- Sí, acá hay un chico de Korea que está haciendo esa plata - comentó Siva. Nos miramos con Stephane y este preguntó
- Dónde tenemos que firmar?
- Un momento! - exclame. Todos hicieron silencio. Me levanté del asiento y me acerqué a estudiarle la cara a Piong a apenas unos centímetros de distancia. El chino no entendía nada y hasta seguramente pensó que le iba a dar un beso, pero mi intención era otra.
- Piong no tiene bigotes - pensé y por eso finalmente dije
- Entonces... dónde tenemos que firmar? – si la experiencia es un peine que te dan cuando ya te quedaste pelado, yo empezaba a tener entradas.

Cuando terminamos de completar todos nuestros datos y ya éramos, oficialmente podadores de Yellow Boots, Siva insistió en presentarnos a los pocas personas de la casa que no estaban durmiendo.

- Lao... ellos son Freddy y Stephane. - le dijo el malayo a un chino pelado y de anteojos.
- Mucho gusto.

- Jun... te presento a Freddy y Stephane. - le dijo ahora a una chinita medio darky.
- Encantado.

- Ah! Madre... ellos son mis amigos Freddy y Stephane. - le dijo ahora a una mujer de unos cincuenta años.
- El placer es mío.

Cuando la mujer se fue, le pregunté
- Esa es tu mamá?
- Hahaha, nooo!! - me explicó Siva a carcajadas - La conocí acá y como es de Malasia también, yo le digo "madre" en chiste. Es una mujer muy pobre y creo que está sin papeles ni trabajo, por eso yo le compro comida y ella cocina para los dos.

Y efectivamente después cenamos con Siva y la señora malaya, y para no perder la costumbre, lo hicimos con la mano.

Esa noche nos podíamos quedar a dormir allí y al día siguiente empezar a trabajar. Nos sentíamos super afortunados. De repente estábamos otra vez en carrera. Con 900 dólares por semana y gastando unos 150 en comida y alojamiento ganaríamos unos 3000 dólares por mes. Si laburaba a full durante tres meses tendría suficiente para pagar mis deudas y darle la vuelta al mundo como tenía planeado. Esa noche dormí despreocupado, lleno de expectativa y feliz. Y lamentablemente sería la última noche en varios meses que así lo hiciera.

Habíamos escapado ilesos de la granja hippie, estábamos en una linda ciudad con un buen amigo y habíamos encontrado un trabajo genial como podadores de viñedos, sin embargo, un nuevo enemigo, una traición mortal y medidas legales, eran unas de las pocas cosas con las que nos íbamos a cruzar y, como un hierro caliente, me marcarían por el resto de mis días en Nueva Zelanda.

FIN DE LA CUARTA PARTE

sábado, 18 de octubre de 2008

Capítulo 29 "Corky, el perro tuerto y la encantadora granja hippie biodinámica"


A
llí estábamos, de pie, en la estación de tren de Wantakanui, a 40 km de Wellington, a 1000 km de la Isla de los Wities.
A mi lado se encontraba Stephane. Frente a nosotros se encontraban los Patterson, la familia hippie que nos había venido a recibir. Nos invitaron a subirnos a su camioneta vieja y oxidada (los 5 en el asiento de adelante) y nos dirigimos a su granja.
- Nuestra casa esta un poco aislada - nos explicaba el padre, llamado Bruce (hermoso nombre)
- No tenemos electricidad ni señal de celular ni televisor - nos seguía explicando la madre, llamada Pam. Al pensar unos segundos nos miramos con Stephane extrañados.
- Pero entonces cómo hicimos para comunicarnos? si nosotros los llamamos de un celular - preguntó el francés que había hecho un curso de detective por correspondencia.
- Es que podemos recibir llamados pero de un celular no podes llamar ni mandar mensajes.- respondió Pam.
- Mmmm... qué hambre! - pensé, y efectivamente me moría por comer algo.

Llegamos a destino y el paisaje era hermoso. Era un valle todo lleno de árboles bien verdes ya que la región es muy húmeda.
- Somos una granja autosuficiente - nos comentaba, orgulloso, Bruce - la cocina y la calefacción es toda a leña y con este molino de viento generamos nuestra propia energía.
- Solo con ese molino abastecen a toda la casa? - pregunté emocionado.
- Eehhh, sí, algo así... - me contestó un poquito inseguro. Esa misma noche descubrimos que no podíamos prender más de una luz a la vez porque sino explotaba la instalación eléctrica.
- Todo lo que comemos lo producimos nosotros mismos. Y aquí todo es orgánico y biodinámico. - nos comentaba, todavía más orgullosa, Pam.
- Lo de lo orgánico lo conozco. Pero que es biodinámico?
- Es una forma de producir basado en las fases de la Luna, los astros, el ciclo de los planetas y la energía cósmica.
- Ahh...algo que ver con los Caballeros del Zoodiaco?
- Si bien no es un método convencional… - prosiguió Pam ignorándome - …los beneficios de las técnicas biodinámicas están comprobadas científicamente... - y entonces Pam se copó una hora hablándonos y tratando de convencernos sobre sus teorías, tan inútilmente como intentar convencer a un ateo que Dios existe.

Luego de mostrarnos la granja y los animales biodinámicos que tenían nos llevaron a nuestro habitáculo que consistía en 4 paredes de cartón corrugado y una cama matrimonial en el medio.
- Parece que el destino quiere que durmamos juntos, Fizu - comentó el francés a modo de chiste pero yo no me reí porque hay ciertos temas con los cuales no es apropiado bromear.
Una vez acomodados, nos vino a buscar el hijo, que se llamaba Ben. (Sí, como mi amigo australiano con el que trabajé en Asburton, aquel que primero se tomaba el aceite de las latas de atún) Por esa razón y para evitar confusiones lo llamaré Corky, porque era peticito y retacón como un corcho (cork en ingles)
- La cena está servida - nos dijo Corky. Nuestra covacha estaba en el sótano de la casa, por eso subimos, nos sentamos en la mesa y yo ya estaba por mandarle un zarpaso a unos miñoncitos que había arriba de la mesa cuando Pam, Bruce y Corky cerraron los ojos y empezaron a rezar. Yo no los quise cerrar y aproveché la situación para estudiar a Corky, sin embargo este haciendo trampa, abrió un ojo y me sonrío cómplice antes de terminar la oración. No se por que pero me tenté muchísimo y tuve que clavarme un tenedor en la pierna para contener la risa. La comida era espectacular. Una sopa como primer plato, pan casero a la marchanta, muchas ensaladas, muchas verduras, todo muy sano y muy rico todo. Después de comer tanto en Mc Donalds, Burguer y KFC era como una granja de desintoxicacion.
Los Patterson no tenían televisor, solo una computadora del año de ñaupa, una AT o algo asi pero por suerte con reproductor de dvd y con solo la primer temporada de la Familia Ingals. Por eso cuando terminamos de comer, Stephane y yo lavamos los platos y luego nos sentamos todos frente al escritorio de la computadora a ver el episodio donde el granizo les arruina la cosecha de trigo y Charles tiene que ir a buscar trabajo a las minas. Después Bruce tomó una pequeña radio y le empezó a dar cuerda, por lo que escuchamos las noticias y el reporte del clima para el día siguiente durante dos minutos (las radios a cuerda no son muy energéticamente eficientes)

Cuando fue la hora de irnos todos a dormir ( a eso de las 8 de la noche) Bruce nos dijo
- Mañana a las 6:30 desayunamos y luego empezamos a trabajar.

Fuimos a nuestra covacha y nos quedamos ahí de pie, muertos de frío mirando nuestra horrible cama matrimonial.
- Canto el lado derecho! - me anticipé
- Merde!

Nos acostamos, cerré los ojos y me dormí. Esa noche soñé que estaba en una quinta con amigos, y el sol brillaba y era muy lindo hasta que de repente el grito de un gallo me despertó. Stephane también estaba despierto e insultaba en francés. Eran las tres de la mañana, nuestra covacha estaba pegada al gallinero, y los gallos biodinámicos, que cocoroqueaban cuando se les cantaba la cloaca, no nos dejaron dormir, ni esa noche ni las siguientes.

A la mañana siguiente comenzamos con nuestra vida hippie. Nuestras tareas, entre otras, consistían en alimentar a las gallinas, recolectar huevos, hacer leña, cosechar acelga y espinaca, trabajos de jardinería y ayudar en la casa. Si bien eran muy hippies y pacifistas no hacían trabajar bastante, en parte porque Bruce, solo unos días atrás, se había caído por un agujero del techo y se había lastimado la pierna. En vez de ir al médico como haría cualquier persona en sus cabales, Pam pretendía curarlo con aloe vera, miel orgánica y polvo estelar.
- En cualquier momento se le gangrena la pierna y tenemos que amputarlo - decía Stephane preocupado.

Corky, como había comentado antes, tenía problemas mentales. Se portaba muy mal, iba a un colegio especial y según la madre, si bien tenía 9 años, tenia la mentalidad de un chico de 5 o 6. De todas formas era muy simpático y estaba todo el día atrás nuestro molestando. Mientras hacíamos nuestras tareas, Corky trataba de ayudar y el perro tuerto ladraba y corría alrededor.
De todas formas estábamos encantados con toda nuestra nueva vida y habíamos solucionado el problema del costo de vida, ya que no gastábamos un dólar en comida ni techo. Sin embargo, un día mientras hacíamos unas zanjas, Stephane comentó
- Acá todo es muy lindo...pero hay un pequeño detalle que no me deja tranquilo.
- Cuál? Cómo es que el perro perdió un ojo?
- No..que no estamos ganando plata. Si seguimos así vamos a quedarnos estancados acá por siempre.
- Es verdad. Yo diría que nos quedemos unos días más así descansamos un poco y después retomemos la búsqueda de trabajo
- Trabajo de qué? dónde? cómo lo conseguimos? – inquirió entre lágrimas el francés - intenté llamar del celular y realmente no tenemos señal.
- No se... los Patteron son muy amorosos pero...- no terminé la frase porque justo se acercaba Corky.
Esa misma noche, después de comer, Bruce nos preguntó
- Muchachos, les gusta el cine?
- Sí, nos encanta - respondimos en coro.
- Entonces prepárense que vamos a ver una película a Wellington! - nosotros pensábamos que iríamos con toda la familia toda (incluido el rope) pero no fue así. Nos subimos a la camioneta y nos fuimos solo con Bruce y Stephane al cine de Wellington. A cuál cine? Al mismo en que habíamos pedido trabajo solo dos días antes.

Pasó el tiempo y seguíamos planeando con Stephane cómo hacer para conseguir trabajo. Seguramente éramos los dos únicos desocupados en toda Nueva Zelanda. Día a día la relación con los Patterson era más afectuosa e íntima. Es imposible convivir en familia y no involucrarse sentimentalmente, es algo así como un reflejo condicionado. El cine con Bruce se hizo rutina. En una semana fuimos 4 veces. Como Bruce era celiaco y no podía comer prácticamente nada, Pam estaba contentísima que nos fascinara su comida y comiéramos tanto.
Con Corky jugabamos al futbol, a las damas y otros juegos de mesa. No es que presentara un gran desafío intelectual pero por lo menos practicábamos inglés ya que, con 9 años cronológicos y todo, hablaba mejor que nosotros.
Y así fue que pasó una semana sin que ni siquiera nos demos cuenta que había pasado una semana. Con todo el trabajo que hacíamos, con el cine (cuando no los capítulos de los Ingalls), con toda la riquísima comida biodinámica de Pam y con toda la contención y el amor que nos brindaban, el tiempo volaba como el ave solitaria que con el cantar se consuela.
Contención y amor. Con eso nos pagaban y de eso vivíamos. Sin embargo, el amor es una arma de doble filo, pues si bien es algo hermoso, el amor se alimenta de libertad. Por alguna razón cada día intentábamos seguir con nuestro viaje, dejar a los Patterson y a su hermosa granja pero no podíamos hacerlo. Y lo peor es que en ese momento no lo podíamos ver o, quizás, no lo queríamos ver. Talvez las fases de la Luna y el ciclo de los planetas estaban involucrados tal como lo había dicho Pam. Tal vez los astros consideraban que era mejor para nosotros quedarnos allí un día más, y una día más, y un día más. Nunca lo sabremos. Lo único que con certeza sabemos es que durante aquellos días estábamos inconcientemente atrapados y no podíamos escapar de las garras del amor de Bruce, Pam, Corky, el perro tuerto y la encantadora granja hippie biodinámica.

Y nunca hubiéramos ni siquiera imaginado que nuestro rescatador y salvador no sería otro que...
el ex-jugador de futbol de Malasia,
llamado Siva.

martes, 14 de octubre de 2008

Capítulo 28 “Del ejército a la granja hippie”

En el capítulo anterior estábamos en Wellington, la Capital de Nueva Zelanda y fuimos al Torneo de Sumo que fue muy divertido.
Hoy era domingo y estábamos sin trabajo, sin plata y lo peor (o lo mejor) de todo, sin rumbo alguno.


Nos despertamos y noté que no podía mover el cuello, levantar los brazos ni hacer el paso de robot. Ahora es cuando sentía las consecuencias del torneo y de no tener 18 años. Sentía todo el cuerpo totalmente agarratonado. Tenía un par de moretones, varios rasguñones y un mordisco en la nalga. Me bajé de la cama como pude, que era difícil porque era marinera y fui a pegarme una ducha.
Si bien el hostel donde estábamos era bastante elegante, en esta clase de lugares el baño y las duchas no están en la habitación. Hay unas pocos baños compartidos y son mixtos. Entonces cuando te bañás tenés al lado un mujer haciendo lo mismo. Recuerdo que una vez, un mes atrás aproximadamente, cuando viajábamos con las Gallegas, nos fuimos a bañar todos juntos y fue divertido. En nuestra cultura la hora del baño es un momento muy íntimo y privado, sin embargo creo que sería interesante que lo convirtiéramos en un evento más social, como lo es el almuerzo y la cena. Es decir, que sea un momento para compartir en familia o entre amigos.


Otra cosa loca en Nueva Zelanda son los inodoros. Aquí estos dispositivos no poseen el mejor de los diseños, no como en Argentina que hay un agujero cuadrado en la pared, y dentro de dicho uraco un alambre largo con una percha en la punta, en el cuál tenés que meter la mano y levantar el chogán para desagotar el agua y luego tener la puntería y destreza suficiente para embocarle el taponete justo en el agujero de la recámara para que no pierda agua. En Nueva Zelanda los inodoros tiene solo dos botones (mucho más complicado), un botón que tira poquita agua cuando lo que querés hacer desaparecer es solo un pucho de cigarrillo, un fósforo o un boleto de colectivo, y después tenés el otro botón que usa muchísima agua y presión ultraviolenta y se usa solamente en emergencias y catástrofes gastroclimatológicos, o cuando la evidencia que pretendés eliminar es de mayor calibre, como un contrato de locación, una banana, un pepino o una bolsa de papa.

Tras una ducha de 4 horas (lo cuál ya me parecía al malo de Robocop I cuando se cae en el ácido), me reencontré con Stephane y decidimos que lo más inteligente que podíamos hacer era buscar trabajo. Como este país es muy próspero y solo tiene 4 millones de habitantes encontrar trabajo no es presenta un gran desafío. Está lleno de los, ya mencionados, “Seasonal Works”, que son los laburos estacionales relacionados con agricultura que incluyen cosechar, sembrar, podar, fumigar, etc. y después hay también muchos en bares, restaurantes, supermercados, etc. El único problema es que es se hace un poco más difícil cuando pretendés encontrar laburo para dos en el mismo lugar, como era nuestro caso.
Nos topamos con un complejo de cines (onda Village Recolgueta o Cinemarx) y entramos a chusmetear. Una de las pocas cosas que compartimos con Stephane es el amor a los libros y al cine, por lo cual decidimos intentar conseguir trabajo allí (como si ello implicase poder ver muchas películas). Como no sabíamos donde preguntar, hicimos la cola en las cajas hasta que llegó nuestro turno.

- Buenos días, que película quieren ver? - nos preguntó la cajera
- Ninguna, en realidad queremos trabajar acá. Se puede? - finalmente la chica habló con la encargada y esta nos dio dos aplicaciones para que llenáramos. Las completamos con todos nuestros datos, las entregamos y nos sentamos en una mesa en la plaza de comidas.

- Bueno, ahora solo es cuestión de esperar - dijo confiado Stephane. Esperamos una hora y media más o menos, como no pasaba nada, nos levantamos y nos fuimos.

Seguimos Recorriendo la ciudad hasta que Stephane divisó una Iglesia Católica. Tironiándome de la manga como un chico me arrastró hasta la misa que estaba empezando. Yo creía que la devoción religiosa del francés era medio chamullo. Desde que me había confesado que no tenía un castillo todo lo que había dicho hasta el momento lo había tomado con pinzas, sin embargo, se sabía todas las canciones (que eran en latín) y se notaba que la tenía clara. En un momento nos arrodillamos y teníamos que rezar, calculo. Como yo no sabía que hacer pedí tres deseos. Después hicimos la cola para comer la hostia que en ingles se dice "wafer" y antes de irnos, Stephane fue a saludar y a cruzar unas palabras con el cura.

Luego seguimos caminando hasta que llegamos a lo que sería la Plaza de Mayo de Wellington, donde se habían juntado un montón de personas y decenas de orquestas militares. Tocaron algunos temas famosos, incluidas algunas obras clásicas como el Feliz Cumpleaños, Su Florcita y Locura Automática. Y fue en este momento donde se nos ocurrió la siguiente idea.
Qué hace un hombre que no tiene trabajo ni casa?
Adónde va un hombre que necesita orden, disciplina y comida gratis?
Qué hace un hombre cuando no tiene la inteligencia y la capacidad para hacer cualquier otra cosa más lógica?
La respuesta no es difícil de adivinar... el ejército.
Comenzamos a discutir al respecto y estábamos los dos más que entusiasmados con la idea. Stephane, como buen muchacho conservador y aristócrata que era, estaba todavía más fascinado que yo. Admito que siempre me gustaron los bazookas, jugar a los soldaditos y ver películas de Bruce Willis pero no es que tuviera un amor especial al ejército. Si fuese por mi preferiría más ser mercenario, tipo Cobra o Destro.

Cuestión que fuimos al Information Office ( algo así como la oficina de Turismo) y Stephane preguntó.

- Hola. Nos gustaría inscribirnos en el ejercito de Nueva Zelanda, por favor. Adónde tenemos que ir? - yo me moría de vergüenza y literalmente me agaché a atarme los cordones para así esconderme abajo del mostrador y que la mujer no me viese.
- Querés ver cosas del ejercito? Tenés el museo de Guerra, que está solo a unas cuadras de acá. - ofreció la mujer, obviamente, sin entender
- No, no, no. Mi amigo y yo queremos ser parte del ejercito de NZ, entrenar y vivir en los cuarteles.
- Ah.... - la mujer se quedó en silencio y nos miró. Luego se puso de pie y buscó una segunda opinión. Al minuto se acerco un hombre viejo, que parecía estar mejor informado.
- Entonces uds. quieren ser parte del ejercito de NZ? - preguntó.
- Sí, señor - respondió firme y serio Stephane, golpeando los tacos de sus zapatos, solo le faltaba hacer el saludo militar.
- En ese caso deberán dirigirse al Departamento de Defensa y preguntar allí. - dijo mientras nos daba un mapa e indicaciones para llegar.

En el trayecto, Stephane, que estaba de la cabeza, empezó a fantasear sobre lo genial que sería vivir en los cuarteles y me decía que si pudiese elegir iría a la fuerza aérea ya que uno de sus tantos sueños era ser piloto.

- Stephane, la idea es ir solo unos dos o tres meses. No te van a dar un jet en ese tiempo, no digas boludeces. - de todas formas yo también estaba super entusiasmado con todo esto y fantaseaba con entrenar, disparar un arma, tirar una granada o que se yo que.

De repente toda la situación me hizo recordar cuando, 8 años atrás, también me dirigía al ejército para inscribirme y ser un colimba. La escena era exactamente idéntica solo que no estaba caminando por Queen Avenue con Stephane, sino que caminaba por Av Sante Fe con mi queridísimo e impresionante amigo Hugo Andrés Simkin. Y fue aquí que experimenté una sensación extraña, que era un mezcla de orgullo y vergüenza, al darme cuente que mi criterio y lógica no habían cambiado ni evolucionado nada en los últimos 8 años. Sí, era orgullo y vergüenza al mismo tiempo. Incluso pensé en mandar un mail a la Real Academia Española para que incluyeran este concepto, que podría estar representado por la palabra "orgüenza", o sino también "vergullo".
Totalmente vergulloso y orgüenzado, llegamos a la entrada del Departamento de Defensa.

Era un edificio enorme y moderno. Tratamos de entrar pero la puerta estaba cerrada y no había nadie a la vista. No había timbre ni portero eléctrico ni nada. Como habíamos caminado tanto no nos queríamos volver con las manos vacías, sin nuestro uniforme militar y sin nuestra granada, por lo cual nos quedamos revoloteando por la entrada tratando de entrar o presionando botones que resultaban ser tornillos. Justo cuando nos estábamos por ir escuchamos un voz metálica que nos dice
- Qué necesitan? - sorprendidos empezamos a mirar para todos lados sin descubrir de donde venía el sonido.
- Ehhh, venimos a enlistarnos en el NZ Army. - dije mirando al cielo como si le hablase a un espíritu. Tras un largo silencio, la voz respondió
- Pasen, y suban hasta el quinto piso. - y automáticamente se abrieron las puertas del edificio.
En el ascensor, Stephane se peinaba el jopo y yo me metía la camisa dentro del pantalón y me subía la bragueta (tenía puesto aquél pantalón verde que se le baja el cierre cada 7 minutos).

- Lo primero que nos van a preguntar es si tenemos experiencia, Stephane - le dije (yo que ya había vivido una entrevista con el Sargento). - vos dejame hablar a mi.

Entramos y nos recibió un GiJoe neocelandés, y nos invitó a pasar a una oficina.
- En unos minutos va a venir el Sargento, esperen aquí por favor. - nos dijo. Tomamos asiento y al rato entró el superior al cual no le entendí el nombre, por eso lo llamaré Sargento Sloter.

- Entonces uds están interesados en ingresar al ejercito? - nos preguntó.
- Así es. - respondimos,
- Tienen experiencia en el campo?
- Sí, señor. Yo fui 12 años a un Colegio Militar y jugué al rugby 10 años en un Club Militar (todo parcialmente mentira, todo parcialmente verdad)
- y vos? - pregunto Sloter dirigiéndose a Stephane.
- Yo no tengo experiencia pero estoy muy motivado, señor. (textual)
- En ese caso - prosiguió Sloter - déjenme contarles qué implica enlistarse en el NZ Army. - y aquí empezó a entrar en detalles sobre el compromiso y como el ejercito daba la oportunidad de seguir una carrera. No trajo un montón de folletería sobre las carreras que podíamos elegir, desde cocinero, francotirador o electricista hasta músico, administrador de redes o chofer. Obviamente nos pagaban y nos daban todo: comida, ropa, indumentaria. También había un gran espacio para el deporte, organizaban muchos torneos y demás cosas locas. Mientras Sloter nos contaba todo esto, se me aceleraba el corazón de la exaltación y el frenesí.
- Entonces, uds están dispuestos a este compromiso? - nos preguntó finalmente. El Sto había dicho algo así como que teníamos que quedarnos como mínimo un año, y ambos sabíamos que eso era totalmente inadmisible. Nuestra idea era quedarnos dos meses y después seguir recorriendo el país. Para quedarme mucho tiempo en un lugar me hubiera quedado con Juan en un tambo. Sin embargo estábamos ahí en la oficina con el Sto Sloter frente nuestro y no nos daba para decirle

"No, un año es mucho. Solo queremos quedarnos un par de meses, comer y vivir de arriba, usar internet, sacar algunas fotos y después irnos al diablo"

Por lo cual respondimos

"Sí, señor. Estamos dispuestos a comprometernos con las condiciones que ud dispuso y estoy seguro que no lo vamos a defraudar, ni a ud, ni a NZ."

- Muy bien - respondió Sloter - entonces antes de empezar les voy a traer un test psicólogico para ver si están aptos para ingresar. - y esto fue re loco. Nos trajo un examen que era solo para ver si éramos retrasados mentales o no. Creo que todavía conservo el examen (digo creo porque en este momento la mitad de mi equipaje esta a 1000 km de donde estoy yo ahora). Si todavía lo tengo sin duda lo voy a llevar a Argentina para que lo aprecien y los disfruten como lo disfruté yo. Todavía me acuerdo de algunas preguntas.

1) Cielo...Azul
Nube... Blanca
Sol...

2) Tachar lo que no corresponde
Perro - Gato - Caballo - Tractor
Uva - Durazno - Roca - Naranja

3) 4 + x = 6
x = ?



Y así como 20 preguntas y no estoy exagerando, eran todas igual de estúpidas.
Completamos el test y entonces trajo unos formularios y nos preguntó nuestros nombres completos

- Nombre completo? - preguntó Stephane
- Sí - dijo Sloter
- Stephane Aureleen Dominique Jean Baptiste Flocoud de la Penardié. - y tanto el Sto como yo nos quedamos con boca abierta. Cuando este me miró, me recompuse y le dije
- Federico Quiroga
- Qué nombres raros... - comentó extrañado Sloter - Uds son de Nueva Zelanda?
- Cómo? - preguntamos incrédulos.
- Si nacieron en Nueva Zelanda? - nos miramos con Stephane y pensamos lo mismo "Pero este tipo es un pelotudo!" ¿Cómo voy a ser de Nueva Zelanda si yo hablo inglés como Tarzán y Stephane habla como Giordano?
- No - respondimos.
- Yo soy de Francia.
- Y yo de Argentina.

- Ah, disculpen entonces, pero para ingresar al NZ Army tienen que ser de Nueva Zelanda o haber vivido 5 años en el país. - no entendíamos nada, hacia una hora que estábamos hablando con el tipo este y en ningún momento se avivó de eso. O nos tomaba el pelo o talvez no habíamos aprobado el examen psicológico.

- Bueno, en 5 años volvemos. - agarré todo el folleterio, unos caramelos que había arriba de la mesa y nos fuimos.


Salimos del edificio y fuimos a nuestras oficinas a discutir nuevamente que hacer. Con oficinas me refiero a un Burguer King).

- Y ahora? El hostel donde estamos es muy lindo pero día a día estamos perdiendo un montón de plata y no estamos ganando nada.
Al escuchar esto otra vez casi se me indigestó el Whopper XXX con Kevin Bacon y Huevo Toresani que me estaba comiendo. De todas formas existía una alternativa. En Nueva Zelanda, Australia, Inglaterra, Bolivia y algunos países más existe una movida llamada Woofies Farms, que son un granjas orgánicas y familiares que están dispuestas a hospedar y recibir gente. El trato es que los viajeros o mochileros hospedados trabajen unas 4 o 5 horas por día solo a cambio de una cama y todas las comidas. Aquí no ganaríamos plata pero tampoco perderíamos, por lo cual se solucionaría la mitad de nuestros problemas. Afortunadamente, Tini, la amiga de María, me había regalado un librito con datos de todas las woofies farms de NZ. Entonces empezamos a buscar las que estaban en Wellington y llamamos, hasta que nos pudimos comunicar con una. Me atendió una mujer, le comentamos nuestras intenciones de ayudar en la granja y con mucho entusiasmo nos respondió que éramos bienvenidos y nos dio indicaciones para llegar a su casa que no estaba en Wellington sino en los alrededores.
Fue así que nos dirigimos primero a lo Evangelina, le agradecimos por todo y nos despedimos con la promesa de invitarlas a una asado en mi casa cuando estemos todos en Bs As ( promesa que otra vez nunca vamos a cumplir pero que en ese momento nos la creíamos). Luego fuimos al hostel y sacamos toda nuestro equipaje y caminando tranquilamente hasta la estación donde nos tomamos el tren que nos llevaría a la granja.

Muchas veces una tiende a pensar que el tiempo de transición de un lugar a otro es una pérdida de tiempo. Bueno, qué es la vida entonces? De todas formas todavía recuerdo estar sentado allí, mirando las casas pasar por la ventanilla del tren con Stephane a mi lado, a quien solo había conocido poco tiempo atrás. Mientras hacía esto disfrutaba del agridulce sabor de la incertidumbre, porque si bien teníamos claras indicaciones de cómo llegar a nuestro destino, no teníamos ni idea de adonde íbamos.


Cuando llegamos a la estación, bajamos del tren, y esta estaba vacía, salvo por una familia compuesta por padre, madre, un hijo y un perro. Dicha familia llamo muchísimo mi atención. El padre era un tipo flaco barbudo y con pelo largo y rubio. Estaba vestido con zapatos, pantalones cortos y una camisa a cuadros. Una de sus piernas estaba toda vendada, como si hubiese tenido un accidente reciente. La mujer medía un metro y medio, era chiquita, morocha y con aspecto un poco roñoso y hippesco. El hijo estaba entre los 8 o 9 años, y cuando me acerqué, noté que era retrasado mental. Y finalmente el perro, que era un canino marca genérica, sin ninguna particularidad, salvo por el pequeño detalle que era tuerto.
Nos acercamos un poco dudativos hasta que la mujer nos preguntó
- Uds son Freddy y Stephane? - igual estábamos tan sorprendidos que no pudimos responder ni disimular la expresión muerte cerebral que teníamos en la cara.
- Nosotros somos la familia Patterson...- dijo el hombre
- Bienvenidos a nuestra granja...- dijo la mujer. Pasaron unos segundos y todavía no podíamos reaccionar.
- Por Dios... - pensé mientras los miraba incrédulo - ...a ese perro le falta un ojo.


CONTINUARA


Próximo Capítulo Sábado 18
"Corky, el perro tuerto y la encantadora granja hippie biodinamica"

sábado, 11 de octubre de 2008

Capítulo 27 "El Torneo de Sumo"

Como no tenía nada que hacer me puse a mirar televisión. Como era la mañana no había nada interesante excepto los mismos comerciales de una hora onda Sprayette que si bien son una basura siempre uno está un poco intrigado y tentado por tener.
De repente la pantalla se puso negra. Lo primero que hice fue confirmar si se había cortado la luz, pero un reloj digital en la mesita de luz marcaba las 11:12 AM. Miré el televisor con mas atención y vi mi reflejo y el de una persona detrás mío. Me doy vuelta asustado y allí estaba Joe Kiwi. Me miraba inexpresivo y con los ojos muy abiertos como los de un maorí haciendo el haka y sin abrir la boca, susurró en mi mente...
- Debes elevar el kiwi... -

Y ahí fue cuando me desperté...

Al principio me costo un poco entender donde estaba. Estaba en Wellington, en la casa de Evangelina, con Stephane y varias chicas argentinas. Finalmente nos levantamos todos, desayunamos y nos ofrecieron dejar nuestras cosas allí hasta que encontremos un lugar donde hospedarnos. Salimos a la calle y yo necesitaba solo dos cosas para el torneo: un protector bucal y una calza para usar abajo del pañal (o mawashi). Fuimos a una casa de deportes donde compré el protector. Las calzas estaban un poco caras.
- Me prestás 70 dólares, Stephane, después te los devuelvo. – de todas formas por la mirada del francés, decidí mejor pelear en calzoncillos.

- Mañana me gustaría ir a misa, Fizu. Te parece de ir? - Stephane ya me empezaba a llamar Fizu.
- Sí, claro!

Recorrimos un poco la ciudad hasta que llegamos a la plaza central donde había cientos de personas y decenas de orquestas y desfiles militares. Todos estaban allí por el cumpleaños de la Reina.

- Marchas militares... - pensé en voz alta -... interesante.

Después de algunas horas pudimos encontrar un hostel impresionante, con una sala de video enorme y genial, con piano, una biblioteca, etc. La habitación costaba 30 dólares la noche, medio caronguete, pero era lejos el mejor hostel que vi hasta ahora en NZ

- Me prestás 30 dólares, Stephane. Después te los devuelvo.

El torneo era a las 21. A eso de las 18 me duché y me dirigí a la cocina donde preparé mi super fideos, que es como un placebo que cocino (algo así como el brebaje mágico de Asterix), que consiste en fideos, y una salsa de tomate con 7 dientes de ajo. Con una baranda a pesto que apesto, hice mi mochila y nos fuimos con Stephane al torneo.

Yo tenia indicaciones de encontrarme con el organizador en un hotel, así que llegamos a destino, conocimos a este neocelandés, de nombre Howard, que nos recibió muy cálidamente. Subimos con Stephane, a la habitación y conocimos al equipo australiano que se hospedaba allí. Uno de los chicos australianos (que era simpatiquísimo) era luchador olímpico de greco-romana. Hasta ahora todos los australianos que conocí fueron geniales (si bien en realidad conocí solo dos, por lo cual el intervalo de confianza es medio bajo.)

Me impresiono muchísimo que Howard conociera a varios compañeros de Argentina como Sebastián Videla, Gabriel Wakita y varios más. De repente me sentí medio un impostor entre tanto deportista de verdad. Me hacían preguntas de sumo y me di cuenta que del tema no sabía nada. No se quienes son los yokozumas, ni quien es el campeón, ni nada. Imaginen a un jugador de tenis amateur que no conozca a Roger Federer, a Rafael Nadal o a André Sampras. Como estaban muy interesados de tener un luchador de otro continente me seguían bombardeando a preguntas y medio que las carateaba con retórica, evasivas y acertijos. En un momento (creo que ya desconfiaban de mi verdadera identidad) me hicieron una pregunta directa y concreta sobre sumo que no tenía ni la menor idea, igual de todas maneras relacioné la respuesta con el impacto de la soja transgénica en Argentina, que es un tema que domino un poco mejor, y de esa manera pude zafar del aprieto.

Luego fuimos al estadio y una vez allí al vestuario donde estaban el resto de los luchadores neocelandeses cambiándose, la mayoría de ellos eran maoríes y solo un par de rubios. Stephane se ubicó entre el público, entusiasmado y divertido.
Nos cambiamos y trate de concentrarme. Quería ganar, tenía ganar! Nos llevaron atrás de un telón y escuché que anunciaban por los parlantes.

"Bienvenidos al Torneo de Sumo de Oceanía (pobres aplausos) hoy, como todos los años podrán presenciar la competición de este hermoso deporte japonés entre luchadores de Australia y Nueva Zelanda, solo que este año contamos con la presencia de un luchador de Argentina, por lo cual este torneo tiene un carácter todavía más internacional. Ahora, por favor, procederemos a presentar a cada uno de los luchadores...
Rob Patterson de Australia ...”


...y así con todos hasta que escuche mi nombre

"Fizu de Argentina"

Salí del telón hacia el doho, y escuché muchos murmullos. No fue difícil entender qué decían.

"Ese flaquito hace sumo?”
" Mira, tiene un agujero en el calnzoncillo"
"Adonde me trajiste, hermano?”


Empezamos a hacer algunos ejercicios de precalentamiento y a partir de alli me sentí más cómodo porque era muy parecido a las exhibiciones que realizamos en Argentina. Hacíamos la misma secuencia de movimientos mientras que una mujer por un micrófono explicaba las mismas cosas.

Después de todo el precalentamiento y la introducción, empezaron las luchas, y la primera categoría era - 85 kg, donde luchaba yo.

Como siempre había poco flacos. Solo un maorí y australiano rubio.

- Qué lástima – pensé – si hubiese estado yo solo en mi categoría talvez salía campeón.

" Primer lucha, Maurice de NZ contra Fizu de Argentina"

Me ubiqué en mi lugar, hice el saludo de ceremonia y cerré los ojos.

- Debo elevar mi kiwi - pense - mi oponente es un kiwi y me lo tengo que comer. Tengo que concentrarme, concentrarme como Karate Kiwi III... qué buena película esa, especialmente la parte donde el Prof. Miyagui empieza a tocar ese especia de tamborcito. Hay otra película con el actor de Karate Kiwi muy buena, donde toca la guitarra y está con un negro. Me hubiese encantado tocar la guitarra... igual el piano también es muy lindo. Cuando vuelva a Argentina tengo que comprar un transformador para el órgano... el último lo dejé enchufado tres días seguido y se derritió... igual no son muy caros. Y ahora que pienso también debería comprar un piano nuevo, y devolver el que tengo a la hermana de Alejandra que me parece que lo quiere de vuelta. Cuanto costará un orga...


- HAKIHOI!!!! (que es el grito del árbitro que da inicio a la lucha)

- Mierda! – pensé ya que me había agarrado desprevenido. De todas formas ataqué con todas mis fuerzas e increíblemente lo saqué del círculo salvo por el detalle que primero me caí de cabeza al suelo así que perdí la lucha! El suelo era de parquet, durísimo. Igual me levanté rápido, tratando de disimular mi mareo y mi conmoción de cráneo.

"Ganador: Maurice de NZ. Siguiente lucha: Fizu de Argenina contra Rob de Australia"


Me ubiqué en mi lugar otra vez, hice el saludo de ceremonia y esta vez no cerré lo ojos.
- Ahora no voy cometer el mismo error otra vez - pensé - ahora si me voy a concentrar, no como me pasó en Brasil que estaba pensando en cualquier otra cosa... el mundial de futbol de 2014 creo que es Brasil... estaría buenísimo ir. Igual también quiero ir al de Sudáfrica, me parece que la idea de vender amuletos de la suerte allá no es tan mala. Tengo que buscar en google acerca de eso...ah, y también sobre maripo...

- HAKIHOI!! - gritó el árbitro

- Mierda!! - pensé. Ataqué con todas mis fuerzas y esta vez procuré no dañar el parquet con mi cabeza y por suerte lo logré y gané!!

Estaba muy feliz pero con un dejo de amargura porque a continuación seguramente el neocelandés le ganaría al australiano y él seria campeón y yo segundo, que es lo mismo que decir antepenúltimo. Sin embargo sucedió que el australiano ganó, por lo cual era un triple empate y por lo cual teníamos que luchar todos otra vez.

Rob de Nueva Zelanda contra Fizu de Argentina.

Nuevamente me posicioné, hice el saludo loco y decidí automotivarme

- Necesito fuerza, necesito explosión, sangre, furia... tengo que pensar en algo que me haya hecho enojar...por ejemplo cuando los ingleses atrapan a William Wallace en "Corazón Valiente"! O cuando los nazis matan a Roberto Benigni en "La vita e bella"!! o cuando los fantasmas capturan a Delfín y Mojarrita en "Delfín y Mojarrita contra los fantasmas!!!!

- Hakihoi! - gritó el réferi
- Malditooooo, te voy a matarrrrr - grité yo fuera de mi casi al mismo tiempo y salté contra el neocelandés cual león rabioso de melena negra. Cuando volví en mi, vi que Rob estaba fuera del ring y yo había ganado!!! Estaba chocho, pero me hice el serio y el malo. Inexpresivo me situé otra vez en mi lugar.

Fizu de Argentina contra Rob de Australia

La misma ceremonia de siempre, y me di cuenta que había usado todo mi kiwi en la lucha anterior, ahora tenía que usar técnica. Estaba en problemas porque me habían enseñado las reglas pero todavía no la técnica.

- Esta vez me voy a concentrar en serio. - pensé - No tengo que dejar pasar esta oportunidad, igual una cosa que nunca entendí sobre la concentración es que... tengo que pensar en algo? o no tengo que pensar en nada? porque por ejemplo ahora estoy pensando sobre qué estoy pensando... ósea, estoy concentrado? Me parece que no...
no, efectivamente no estoy concentrado porque ahora mismo estoy pensando en comida...

- Vamos, Fizuuuuu!!!!! - una voz en el público gritó textual y en español y con una pasión y una garra que me despertó de mi babia. Era Stephane que se había parado del asiento y me alentaba con fuerzas. Miré a mi contrincante y me puse serio.

- Hakihoi!! - y salté con todas mis fuerzas. La lucha se hizo un poco más larga porque ya estábamos cansados, en un momento la lucha se trabó y cualquiera podía ganarla. De repente pasaron por mi mente los rostros de mis amigos, de mi familia, de mis antiguos amores... de las personas que amo... y entre esos rostros, visualicé uno en especial, con aquellos ojos tristes y serenos, y aquella tibieza en su suave piel que me hacia replantearme cada día, cada segundo, qué hago en este continente, qué hago en este país lejano, frío y remoto. Por qué no me tomo el primer avión a Argentina para estar a lado suyo, si es realmente lo que más quiero, si es sin duda, lo único que quiero. Fue por eso que con todo el aire de mis pulmones y toda el amor de mi corazón, grité su dulce y tierno nombre

- BRUNOOOOOOOOOO!!!!!!!!!

Y levantando a mi contrincante por el aire lo tiré a la tribuna (o por lo menos cerca)

Entonces allí fue cuando anunciaron

"Campeón de la categoría: Argentina!"

Argentina campeón de Oceanía. Cualquiera. La frase no tiene sentido ni lógica ni geográficamente, de todas formas la gente vitoreaba como loca, no por su afinidad con nuestro país sino por su rivalidad con Australia. Y de repente se hizo la debacle total. Todos los espectadores (que eran alrededor de 7) invadieron el ring y todo fue descontrol. La policía local hacia intentos desesperados para contener a la multitud pero la euforia era tal que fue todo inútil. Por suerte a los 5 segundos todos se calmaron y volvieron en forma prolija y ordenada a sus asientos y el torneo continuo sin problemas como si esto nunca hubiera pasado.

Luego empezó la categoría libre de peso, donde luché unas 6 veces creo y solo gane una. De todas formas fue muy gratificante luchar contra algunos gordos de verdad.

Una vez terminado todo, se procedió a los saludos y a los abrazos, porque si hay algo más lindo que pelear contra un gordo, es abrazarlo. Algunos se me aceraban y me preguntaban si había venido a Argentina solo para el torneo, y por supuesto yo les respondía que sí, que había venido solo por el fin de semana y por el cumpleaños de la Reina.
Intercambiamos mails con todos los luchadores y les dije que estaban totalmente invitados a mi casa si alguna vez venían a Argentina, cosa que seguro nunca van a ser, si bien en ese momento yo me lo creía y ellos también.

Nos despedimos y nos fuimos con Stephane rumbo a nuestro hostel. Teníamos pensado ir a bailar pero yo tenía el cuello un poco fracturado de la primera lucha. Las calles estaban totalmente desiertas, y en todo desierto siempre hay un oasis, que este caso era un Mac Donalds.
- Yo me clavaría una hamburguesa, y vos?
- Ni tenes que preguntar. - me respondió. Entramos y nos pedimos un super combo gigante con todo lo que se le podía poner y todas las maximizaciones y upgrades que existían.

Comíamos en silencio con Stephane cuando recordé mi duda si invitarlo o no a que viniera conmigo a Wellington. Y para despejar parte de la ecuación me imaginé allí comiendo solo. Si hay una cosa que nos enseñó Steve Martin y John Candy en la pelicula “Mejor solo que mal acompañado” es exactamente que es mejor estar mal acompañado que solo.

Stephane era completamente inútil, medio delicado y un poquito gil, pero era bueno, siempre estaba con una sonrisa, y para mal o para bien ahora era mi compañero, y que fuese el peor o el mejor compañero del mundo, no dependía de él, sino de mi.
- Sabés una cosa, Stephane... Estoy muy contento de que hayas venido conmigo...
- Sí? yo tambien! - y sonreímos con sincera alegría y saboreando el momento Kodac como así también las hamburguesas - y querés que te diga algo más, Fizu... - continuó - este viaje recién empieza...

Me quedé pensando acerca de eso. Por primera vez en casi dos meses no tenía planes ni metas para el día siguiente. Hasta ahora siempre había estado con trabajo o con la promesa de uno, o con el torneo en la mente o con algo adonde apuntar las energías. Sin embargo en este momento no tenía ni la menor idea donde iba a estar o que iba a hacer el día siguiente ni la semana siguiente.
“Este viaje recién comienza" había dicho Stephane, y efectivamente, no podía estar más en lo cierto. Porque si hasta ahora yo pensaba que había vivido algunas dificultades, contratiempos y situaciones intensas, realmente todavía no había visto nada.






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Proximo Capitulo: "Del ejercito a la granja hippie"

miércoles, 8 de octubre de 2008

Capítulo 26: " Wellington y el cumpleaños de la Reina" (Capitulo Compensatorio)

En el capítulo anterior nos vamos con Stephane a Wellington despidiéndonos así de Grandma, los kiwis, Tauranga y, lo más importante de todo, de Juan.


Nos subimos al micro y canté ventanilla. Ambos sentimos una extraña sensación, después de haber tenido camioneta durante dos meses, volver a ser peatones nos parecía como descender de castas. La travesía era larga y dura, como la vida misma, pero cuando uno duerme como un tronco el tiempo vuela, como la vida misma también.
Cuando llegamos a Wellington eran como las 10 de la noche y hacia frió frió como agua del río y lo sentíamos todavía más porque veníamos de Tauranga, donde estábamos siempre en remera sin manga. Cuando sacamos nuestras cosas del baúl del micro nos dimos cuenta que nuestro equipaje era una reverenda guarangada, parecía una mudanza. Una de las razones, que ya les comenté, eran las 12 camisas, los 4 pares de zapatos y los kilos de cosméticos de Stephane, sin embargo tengo que admitir que el que tenía más bolsas, bolsos y bolsines era yo. Me di cuenta que hasta el momento no había tirado nada, había atesorado cada folleto, llaverito, gorrito o cualquier tipo de baratija con la misma dedicación con la cual una ardilla atesora sus nueces. Además tenía dos bolsas de supermercado con mi comida (muchos kiwis, mucho arroz, condimentos para el arroz, etc.), sin contar una radio que nos habíamos comprado a medias con Stephane, algo de ropa y mi computadora rota.
El francés parecía recién llegado a un aeropuerto y a mi solo me faltaba un carrito de supermercado y un perro que me siguiera para parecer un autentico indigente.

Como siempre, caímos en una de las bases de la supervivencia que es encontrar un lugar para dormir y pegarse una ducha. Comenzamos a recorrer con todas las cosas en busca de un hostel.
Caminar con todo era durísimo, y hasta estábamos tentados de llamar un flete. Entramos a backpackers, pedimos una habitación y, por primera vez en todas nuestras noches en Nueva Zelanda, no había lugar.
- ... y es más, no creo que encuentren absolutamente nada para esta noche - aclaró el encargado.
- Por qué? - preguntamos todavía incrédulos
- Cómo? No saben? El domingo es el cumpleaños de la Reina, la mayor fiesta nacional y el lunes es feriado. Por eso muchísima gente viene a celebrar el evento a la Capital. Como les decía, esta todo absolutamente ocupado o reservado. Lo siento.

En NZ hay muy pocos feriados nacionales. Tienen ANZAC, que es cuando mandaron tropas a la Segunda Guerra Mundial y el cumple de la Reina. No es como nosotros que tenemos Día del Trabajador, de la Bandera, de la Independencia, de la Raza, de la Virgen y otros más que no recuerdo.

Como todavía no podíamos creer que no hubiese ni un solo lugar, seguimos buscando y efectivamente, era cierto, estaba todo ocupado. Un tipo en un hostel, como se apiadó de nosotros tomó el teléfono y empezó a llamar a todos sus colegas, obteniendo siempre una respuesta negativa.

Cada vez era más tarde, cada minuto bajaba la temperatura y subía el cansancio y ya nos estábamos empezando a preocupar en serio. Recién habíamos llegado a Wellington y ya las cosas empezaban a salir mal. A decir verdad yo consideraba la posibilidad que algún día estaría en quiebra y tendría que dormir en una plaza, pero no tan pronto.

En un momento, ya cuando la desesperación era tal que estaba a punto de llamar a mi mamá para que me viniese a buscar, encontramos el hotel más lujoso de Wellington, y perdidos por perdidos, entramos y preguntamos. Si bien nos miraron con un poco de desconfianza al ver que la mitad de nuestro equipaje estaba en bolsas de plástico, revisaron las reservas y nos dijeron
- A decir verdad, acabamos de recibir una cancelación de ultimo momento, hay una habitación disponible, pero es una suite matrimonial... - y el encargado no esperó nuestra siguiente pregunta obvia - y cuesta 350 dólares la noche. - si este hubiese tomado carrera y nos hubiese pateado en las bolas con botines y de puntín, nos habría dolido menos. Salimos a la vereda a deliberar que hacer.
- No hay otra solución, tenemos que pagar.- concluyó Stephane.
-Y encima matrimonial...que deshonor.
- No pensemos más, entremos y paguemos antes que alguien la reserve.

Sin embargo no me quería rendir todavía, le dije a Stephane que nos tomáramos unos 5 minutos para pensar. Cada uno se sentó en silencio y yo empecé a navegar en la pequeña internet de la mente (y hasta hice con la boca el ruido del módem como me enseñó Guille). Una vez había escuchado algo así como que uno podía ir a dormir a una comisaría y tenían la obligación de darte un lugar, aunque talvez era un mito urbano como aquél de aquella mujer que se secó el pelo en el microondas. Seguí navegando y recordé una cita de Jose Narosvky que decía así

"Más vale caerle de ocupa a un conocido que pagar 350 dólares en un hotel lujoso"

Al principio no sabía como interpretar esta cita, Jose Narosvky es siempre muy enigmático e indescifrable. Entonces tomé el teléfono que habíamos compartido con Juan y empecé a ver los mensajitos enviados. En ellos encontré los que Juan le había mandado a Evangelina, no se si recuerdan a aquella amiguita de Zarate que vivía en un departamento en Wellington, la rubiecita linda y cheta con las amiguitas lindas y chetas con las que habíamos ido a bailar la ultima vez que estuvimos en Wellington y a la cual habíamos ignorado un poco por elegir la compañía de las gallegas y las cuales se habían ofendido con Juan. En realidad no era una situación muy cómoda pero la desesperación es un sentimiento poderoso como un Koinor. Con la misma desesperanza que uno siente cuando en la última tirada de dados necesita una generala para ganar, redacté el siguiente mensajito.

"Hola, Evangelina. Soy Fizu, el amigo de Juan. Estoy en Wellington con el francés y no hay un solo lugar para dormir. Se te ocurre alguna solución? Mil gracias"

A los dos minutos me respondió

"Uh! No, no hay un solo lugar. Una amigas mías vinieron por le fin de semana y se tuvieron que quedar en mi casa. Yo te invitaría a que vengas pero ya somos 5 chicas en un departamento de un ambiento. Lo siento."

- Tachame la doble - pensé. Nos miramos con el francés y entendimos que a veces hay que aceptar la derrota.

- Tenés 350 dólares, Stephane? Después te los devuelvo...

Tomamos nuestras valijas y estábamos por entrar cuando recibí un nuevo mensaje.

"Sabes que? Vénganse a pasar la noche acá, nos acomodamos como sea. Mi dirección Central Road 633, 7to B"

- Sí!! Evangelina aceptó, Stephane. - nos abrazamos saltando y girando y Stephane lloraba de alegría y emoción
- Lo único es que son 5 chicas en un ambiente, así que vamos a estar medio apretados. - le dije mientras me agachaba a recoger mis bolsas. Cuando me levanté y lo miré, Stephane ya estaba corriendo hacia la casa de Evangelina, con su valijota con rueditas, levantando polvo y a una cuadra de distancia.

Finalmente, después de caminar dos kilómetros con todo el bagaje, llegamos muertos de cansancio y ella nos bajó a abrir la puerta. Subimos y, efectivamente, el departamento era mínimo pero, realmente, Evangelina y las chicas le pusieron la mejor onda y no nos hicieron sentir que estábamos molestando. Para agradecerles les regalé mis preciosos kiwis que comimos como postre y después nos acomodamos para dormir. Todas las chicas dormían en suelo con bolsas de dormir y en camisón. Stephane tenía los ojos tan abiertos y brillosos que parecía un dibujito japonés. Toda la situación parecía el argumento de una película de Olmedo y Porcel.


Como Stephane no tenía bolsa de dormir, tuvimos que hacer algunas acrobacias para que finalmente estemos todos cómodos. Justo antes de dormir, les conté con lujo de detalles todo nuestro viaje por Nueva Zelanda, desde que partimos con Juan desde Bs As, hasta que llegamos con Stephane a Wellington, contándoles sobre las papas, Ben, las gallegas, Maria, los kiwis, los Kiwis, Grandma y Amazing. Cuando me di cuenta que todas las chicas e incluso Stephane ya estaba dormidos, hice silencio, acomodé mi almohada y me dormí.

Era viernes 30 de Mayo. El día siguiente era un pequeño paso para la humanidad pero un gran paso para mi. El día siguiente era el Torneo de Sumo de Oceanía, para el cual había entrenado mucho y por el cual me temblaban las rodillas por la excitación y los nervios.




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Proximo capitulo Sabado 11 "El Torneo de Sumo"

sábado, 4 de octubre de 2008

Capítulo 25 "Cuando un amigo se va"

Me desperté al día siguiente y, desayunando con mis dos compañeros, obtuve más detalles del siniestro, es decir la muerte de Amazing.

La noche anterior volvían de bailar y de repente la camioneta dejó de andar. La estacionaron como pudieron y se volvieron caminando. Ese mismo domingo llamamos a un remolque y llevamos a Amazing el mecánico.
- Ustedes son los familiares? - nos preguntó el neozelandés, que por suerte otra vez, no tenía bigotes.
- Sí, dígame cuál es el diagnóstico, por favor - le pidió Juan
- Antes que nada quiero que sepan que lo siento, esta es a peor parte de mi trabajo... Amazing ha sufrido un corte total en su correa de transmisión. Algunas veces esto tiene solución pero otra veces esto daña los cilindros y los pistones, y ahi es cuando la situación se complica. Sin embargo no puedo asegurarles nada hasta que no se realicen los estudios pertinentes.
- Cuánto costaría salvarla?
- Otra vez, todavía no estamos en condiciones de de asegurar nada pero la intervención estaría entre 200 a 2500 dólares.
- Cuándo podremos saberlo?
- Comenzaremos con las pruebas necesarias mañana mismo y estimo que el viernes próximo podremos saber con certeza si Amazing podrá seguir andando o no. - en ese momento Stephane se largó a llorar pero yo lo abracé y lo consolé.
- Recuerden - dijo el mecánico - estén preparados para lo peor.

Después de la horrible conversación con el profesional nos fuimos a un McDonalds a discutir nuestro futuro y a ahogar nuestras penas en papas fritas.

- Vamos a esperar hasta el viernes. Cuando sepamos cuanto cuesta el arreglo vemos si nos conviene arreglarla y venderla, o no arreglarla y vender las partes - dijo Juan
- Todavía no está muerta y ya estás pensando en vender sus partes - sollozó angustiado Stephane.
- Callate, sandro! - exclamó Juan
- Bueno, bueno, no nos peliemos, loco! - traté de intervenir - esperemos hasta el viernes y después vemos.
- Otra cosa - continuó Juan - no me la banco más a la vieja, me quiero volver al backpackers. Ustedes se quieren quedar con Grandma?
- Más allá de que me quiera quedar o no... no tengo un peso! Estoy sobreviviendo a kiwi y a papas podridas! - le expliqué con la cara llena de aceite.

Después de deliberar, cono de vainilla de por medio, Juan decidió que volvería al backpackers y Stephane y yo nos quedaríamos con Grandma.

Al día siguiente Juan y Stephane decidieron quedarse en la ciudad para ver como avanzaba el tema Amazing y tratar de encontrar otro trabajo. Yo fui a trabajar y al final de la tarde, me enojé con Joe Kiwi y renuncié. Me le acerqué y lo miré a los ojos
- Renuncio viejo choto - le dije - y metete tu cajón de kiwis bien en el orto.-
Por suerte Joe Kiwi no hablaba español.


A mi vuelta me los encontré a los dos en la casa y les pregunté que habían hecho de útil.

- Nada...Yo me compré un libro, El arte de la Guerra, de Chau Fan Lee - dijo Juan
- Y yo me compré 700 dólares en billetes de lotería!! - dijo emocionado Stephane.

Parecía un chiste pero era verdad y lo mas increíble de todo, es que el francés, en París, trabaja como asesor de riesgo e inversiones. Me parece que de todas las operaciones financieras que uno podría hacer, la de mayor riesgo y mayor probabilidad de pérdida es, sin duda, jugar al lotto!

- Para ganar hay que arriesgar - decía confiado Stephane.

Toda la situación me hacia acordar a la escena de Tonto y Retonto, cuando estaban en quiebra y Jim Carrey va al supermercado, con sus últimos ahorros y se compra un sombrero mejicano y un montón de giladas más.
De todas formas, Stephane me contagió con su confianza, y ya hacíamos planes de qué compraríamos cuando ganara el loto el siguiente jueves.

Al día siguiente Juan se mudó al backpackers y me quedé solo con Stephane y Grandma. El francés era totalmente inútil, no sabía cocinar, era un poco torpe y en un momento, me vino la duda si realmente era un buen compañero de viaje y en un momento hasta pensé hacer mis valijas y desaparecer...con su computadora.

Pasaron los días hasta que llegó el viernes y fuimos a recibir las noticias del mecánico.
- Las novedades no son buenas... - nos dijo - ...revisamos el motor de Amazing y todo los cilindros y los pistones están dañados. Realmente lo siento, hicimos todo lo posible. - al terminar la frase escuché como Stephane lloraba salvo que esta vez ni pude consolarlo.
- Cambiar todos los repuestos puede llegar a costar mas de 3000 dólares (textual) - ahora era yo el que estaba llorando al ver como mis mil dólares se perdían en al aire como hojas secas en una tarde ventosa de otoño.
- Está bien - intervino Juan, que se mantenía más frío y controlado que nosotros - Cuánto nos dan por las partes de la camioneta?
- Nada. Nadie compra partes de esta clase camionetas.
- Bueno! y cuánto nos dan por la chatarra?! - gritó Juan ahora también desesperado. El mecánico hizo un rápido cálculo mental y concluyó
- 100 dólares.

Amazing nos había costado 2400. La usamos un mes y nos dieron 100 dólares por sus restos. Realmente un pijazo.

Después de ahi fuimos a la lotería a ver si Stephane había ganado un millón de dólares, pero no, solo había ganado 100, es decir que perdió 600. Qué buena inversión, francés!

Volvimos a la casa mientras que Juan se volvió al backpackers
Era Viernes 30 de Mayo. Estaba sin plata, sin camioneta, sin computadora, sin trabajo, sin papas, sin kiwis, sin nada excepto una invitación para el torneo en Wellington para el día siguiente. Después de pensar unos minutos dije
- Me voy a Wellington. Chau, Stephane. Fue un gusto conocerte. - él parecía totalmente sorprendido por mi decisión.
- Pero como? Nos separamos? Si somos el Potato Crew - me dijo apenado y con una mirada lastimosa, lastimada y lastimera. Y de repente varias imágenes pasaron por mi cabeza. Stephane había sido mi primer amigo en NZ, recordé nuestros días juntos en la cosecha de papa, recordé los partidos de futbol contra los ingleses y como siempre estaba en nuestro equipo, recordé a Stephane bailando con las gallegas sin entender nada de lo que hablaban, recordé Arthur Pass, el Glaciar, el fallido trabajo en el Club de Rugby, las veces que me acompañó a correr, recordé todo eso y tomé una nueva decisión repentina de la cual no sabría si me arrepentiría.
- No, ya no somos el Potato Crew...somos el Kiwi Team!! Querés que vayamos a Wellington juntos?
- Por supuesto! Somos un equipo!

Y fue así que hicimos nuestras valijas, nos despedimos de Grandma muy emotivamente y nos fuimos a la terminal a tomarnos el siguiente micro a Wellington.
Allí me encontré con Juan que nos venía a despedir y a devolverme la maquinita para cortarse el pelo.
- Qué vas hacer vos ahora? - le pregunté
- Voy a buscar algún laburito acá hasta que encuentre un tambo. Y vos?
- No se, después veré.
- Bueno, suerte! - y nos estrechamos las manos y nos despedimos con la misma sencillez y naturalidad con que nos despedíamos en la facultad para volver a vernos al día siguiente sin entender que esa podría ser la última vez que nos veíamos en Nueva Zelanda.
- El bus está por arrancar - gritó Stephane. Tomé mi mochila y encaré para el micro. Antes de subir me di vuelta y vi como Juan se alejaba, pero no sin antes darse vuelta él también. Ambos pudimos percibir un sentimiento extraño en la mirada del otro.
Ese sentimiento era la duda.


FIN DE LA TERCERA PARTE