Llegamos a la casa de nuestros jefes. Fuimos en moto. Si bien sabíamos que no era apropiado queríamos usar las motos lo máximo posible antes que nos echaran.
- Hola! Tony los está esperando en el yard – nos dijo Tracy.
- Sí, sí. – respondimos de malhumor.
Fuimos al yard y allí lo encontramos al Beto Tony.
- Ey! Siéntense, muchachos! Agarren una cerveza.
- No, gracias. – respondimos.
- Ah… bueno. Entonces, muchachos – comenzó nuestro jefe después de tomar un largo trago – hasta cuándo se piensan quedar con nosotros?
- Ya te lo dije, Tony – respondí. – Nuestra idea era quedarnos hasta noviembre pero ya sé que somos muchos, así que depende exclusivamente de vos.
- Sí, es verdad que somos muchos pero creo que los voy a necesitar un tiempo más. Estuve pensando y hay muchas cosas para hacer aparte del ordeño. Este año estamos acumulando más terneros así que Tracy necesita ayuda. Y además he notado que hicieron un gran esfuerzo. Nunca se quejaron por nada y siempre pusieron lo mejor de si. – nos quedamos duros sin saber que decir y sin saber que iba a decir Tony a continuación.
- Entonces se quieren quedar hasta noviembre trabajando con nosotros? – y automáticamente se nos iluminó la cara y escuchamos un canto celestial y un órgano de iglesia a todo volumen.
- Ehh, claro. Genial!
- La cena está lista ! – gritó Tracy desde dentro de la casa.
- Quedamos así entonces! Ahora a comer! – dijo Tony pegando un salto y entrando.
Nos quedamos solos con Stephane en el yard y de repente en absoluto silencio empezamos a saltar y a girar abrazados casi al borde de las lágrimas. Luego, entramos a la casa, actuando como si nada.
Esa noche la comida fue la más sabrosa de nuestra estadía, o por lo menos para nuestra percepción. En el medio de la cena decidí entretenerlos con el cuento de cuando nos atraparon robando un Video game en Carrefour (obviamente exagerada a googolísima potencia.) El cuento terminaba con una persecución con Martín Vazquez, Fede Aristi, la policía y el personal de Carrefour al mejor estilo Benny Hill.
Una vez en nuestra habitación, justo antes de dormir le agradecí a Dios y al Santo de la Leche por este giro del destino. No creo en Dios pero cuando pasan cosas muy malas o muy buenas es agradable tener un objeto a quien agradecer o implorar.
- Lo logramos – dijo mi compañero con serenidad en la voz.
- Sí, lo logramos… – dije al apagar la luz.
- Good night, Stephane
- Buenas noches – respondió él en español
- Bon nuit. – contesté y a los segundos con una leve sonrisa en la cara me dormí.
Si bien nos teníamos que levantar en unas horas, el sueño sonriente duró más que eso. El sueño de la Dairy Farm, el sueño de trabajar y juntar toda la plata para viajar a Asia y comprar regalos, y el sueño de vivir finalmente en paz y armonía duró ni más ni menos que tres meses.
Nuestros últimos tres felices meses en Nueva Zelanda.
2 comentarios:
Snifff... qué emoción!
Igual, contar esa anécdota me parece que fue bastante arriesgado, ¿No creen?
ahora que lo pienso, si. Pero igual deje bien en claro que teniamos 17 anios y que fue la primera y ultima vez que robamos... un jueguito de family en Carrefour.
fizu
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