viernes, 29 de abril de 2011

Capítulo 16 "El increíble Arthur Pass"

 








Después de la semi fraternización con Stephane (a quién a partir de ahora con Juan llamábamos El principito) y después de una siesta importante, volvimos al taller mecánico donde Amazing estaba lista esperándonos.
El mecánico nos explicó que los coches automáticos tienen este problema y cuando bajás por una montaña hay que tratar de hacerlo en Baja y tratar de no apretar el freno.
Fue así que retomamos el camino a Arthur Pass. Realmente hermoso. Estaba lleno de montañas, lleno de cascaditas de agua que formaban arco iris chiquitos. Después de varias de horas de manejo llegamos a destino. El objetivo de cada día se vuelve bastante instintivo, siempre es lo mismo, se basa en buscar comida y un lugar donde dormir. A los minutos encontramos un refugio acogedor que tenía aspecto de barato baratito. Nos bajamos del auto, entramos a la propiedad y extrañamente nadie nos recibía.
"Holaa!" "Hay alguien en casa?" gritábamos pero nadie respondía.
En un momento encontramos (siempre afuera de la casa) un teléfono en la pared y un papelito pegado al lado que decía
"Para hacer un reservación llamar al 555 1212 y preguntar por Bob"
Llamamos un par de veces y nadie atendía. Nos quedamos ahí parados en la puerta sin saber qué hacer.
De repente, suena fuerte el teléfono y, quién atiende?... Atendió Juan. Era Bob, el dueño del refugio quien nos explicó que podíamos usar todo y que al final dejásemos algo de plata en una cajita llamada Honesty Box. Increíble. El lugar tenía 5 computadoras con Internet gratis. Internet es uno de los recursos más preciosos y estratégicos en un viaje de esta índole, así como el carbón y el petróleo.
La casa tenía una cocina a leña. Afuera había un hacha y mucha madera para hacer astilla. Salimos con Juan, nos arremangamos, tomamos el hacha y encaramos para la leñera. Los dos franceses impresionados nos siguieron rápido con sus cámaras de fotos y hasta escuché a Antoine decir " Pero qué hombres!" Lamentablemente los troncos estaban durísimos y no pudimos partir ni uno. Una vergüenza.
A la noche cocinamos arroz con papas fritas por lo cual el stock de papa descendió a 64 kilos. Empezamos a revisar toda la casa y todos los baúles hasta que encontramos una guitarra. Compusimos y cantamos toda la noche una canción llamada "The potato Crew" que hablaba de las personas y experiencias encontradas en el viaje.
Obviamente aprovechamos Internet ad libitum y fue allí donde leí un mail de una japonesa-argentina llamada Vanesa  (amiga de un compañero de sumo). En el mail Venesa me decía que estaba viajando por NZ en una casa rodante con 3 amigas españolas y que estaría divertido juntarse.

Le comenté la noticia al resto del grupo y los franceses se pusieron como locos, especialmente Antoine.
- Sí! Sí! - decía a los saltitos - nos tenemos que encontrar con ellas y hacer un campamento y...
- Arreté, Antuán, arreté - le interrempió impaciente Juan. - Estos se piensan que con cada chica que nos encontremos va haber una orgía - me dijo burlón en español.
- Vayamos con las chicas! - gritaba Stephane mientras corría en círculo acostado en el suelo como los 3 Chiflados.
- No, loco. Vayamos al Glaciar! - me quejaba yo que, poco a poco, me estaba amariconeando.

Las españolas estaban al norte de la Isla Sur, nosotros estábamos en el centro. El glaciar estaba más el sur. Teníamos pocos días y no sabíamos qué hacer.
Las opciones eran dos (al mejor estilo Elige tu propia aventura)
a) Ir al sur a ver el Glaciar
b) Ir al norte a encontrarse con las chicas.

Las opciones eran mutuamente excluyentes. Teníamos que hacer una cosa o la otra porque sino nos iban a quedar muy pocos días para llegar a Tauranga.
Finalmente, como casi siempre sucede ante alternativas mutuamente excluyentes, decidimos hacer las dos cosas: ir rapidísimo a ver el glaciar e ir más rápido todavía a encontrarse con las chicas. No sabíamos si eran lindas o feas, pero por probabilidad al menos 1 de las 4 tenías que estar zafable, sino era mucha mala suerte.


Con esta decisión tomada nos embarcamos al nebuloso mundo de los sueños. Esa noche Juan soñó que jugaba al fútbol en Zarate y metía un gol de cabeza en el último minuto. Stephane soñó que, valiente y gallardo como el muñeco, defendía su castillo contra una horda de bárbaros saqueadores. Antoine soñó que se hacía Boy Scout. Y yo soñé que jugaba con Bruno a tironear de una pelota de cuero desinflada.
Al mañana siguiente desayunamos papas y llenos de energía tubércula y entusiasmo nos despedimos del hermoso Arthur Pass y de la loca Honesty House y saltamos dentro de Amazing, al mejor estilo Brigada A al grito de
"Nada nos puede detener!!"

Pusimos el auto en marcha y no arrancaba. Tratamos otra vez y nada. Después de 20 minutos de intentar, comprendimos que estábamos en medio de una montaña desolada con una Amazing totalmente sin batería, y en el medio entre un Glaciar y 4 chicas solas en un casa rodante.

 

7 comentarios:

Unknown dijo...

Fizu:

Todo muy lindo pero no mencionas lo más importante, ¿finalmente aprendiste inglés o no? todo ese año que me desvivi tratando de transmitirte aunque sea un infima parte de mi conocimiento te sirvio, o fue todo en vano????
Espero que la pases bien, ponete al día con el blog, donde estas ahora, y lo mas importante, colga una foto del castillo de "El principito"
Mejoraste tu francés, o la unica palabra que incorporaste fue arreté?

Matías

Anónimo dijo...

Stephane se la come!

Anónimo dijo...

matias! Creo que todavia hablo ingles como indio. No como una persona de India ya que todos hablan muy bien ingles, mejor dicho como indigena.
despues subo una foto del castillo.
che, gracias otra vez por cuidarme al perro, el gato y la casa!!
ya paso como 7 meses, no?

Anónimo dijo...

y si, stephan es bastante mariconcito, re coqueto y vanidoso, pero lo quiero!!

Unknown dijo...

¿Che, el capítulo 12 no existe?
¿o se encuentra oculto como el 10?

Matías

Fizu dijo...

uyy, tenes razon, me olvide del cap12. que nabo.

x dijo...

Ya se lo dije varias veces. Escribe ud de una manera muy divertida. Sinceramente espero que no deje de escribir cuando regrese.

¿No se les ocurrió proponerles a las chicas ir a ver el Glaciar? Esa hubiera sido una solución ingeniosa para hacer ambas cosas a la vez...