En el capítulo anterior fuimos a visitar el Glaciar y decidimos ir al norte a encontrarnos con las gallegas con quienes cruzaríamos en ferry a Wellington, en la Isla Norte. Cinco días mas tarde teníamos que estar en Tauranga, en el norte de la Isla Norte.
Manejamos todo el día, desde el Glaciar hasta el extremo norte de la Isla Sur, donde se encontraban las gallegas y la amiga japonesa-argentina. Como esa noche planeábamos no dormir y pegarle derecho hasta el camping donde nos esperaban las chicas decidimos que lo mejor era tener una buena comida en un pueblo llamado Greymouth para así estar bien alimentados y con energía y manejar mejor. Uno de los motivos del plan de conducir toda la noche era que estábamos gastando mucha plata en hoteles y aquí es cuando surge el concepto de las famosas "deseconomías", que lamentablemente nos acompañarían a lo largo de todo el viaje.
Fuimos a una pizzería, pedimos una grande de muzza, una napo y una canchera doble muzza. Lamentablemente la faina acá no existe. De bebida pedimos unas cocas y para rematarla, unos postres helados rellenos de felicidad.
Cuestión que el chiste nos costó 110 dólares, unos veinte dólares más de lo que nos costaba ir a un Backpackers y cocinar ahí, es decir una reverenda deseconomía.
Un Backpackers es un hotel rasca, donde a veces no hay sábanas y donde uno puedo cocinar su cocinar comida y conocer un montón de extranjeros rascas como uno.
Con tanta comida en la barriga nos moríamos de sueño pero finalmente lo logramos y a las 7 AM del día siguiente llegamos al camping. Llamamos por teléfono a Vanesa (la japonesa) y nos dijo que fuésemos a la Casa Rodante con una ventana rota y que nos estaban esperando para desayunar. No fue difícil encontrarla y reconocerla. Primero porque la ventana de chapa que le habían puesto llamaba muchísimo la atención, segundo porque se escuchaban gritos de mujer gallegos como "Venga, coño, joder, ratón miguelito!" y tercero porque era la única casa rodante en el camping (que estaba desierto).
- Venga, coño, joder entren nomás!! - gritaban a las carcajadas cuando nos vieron.
El grupo consistía en Vanesa y una amiga, que estaban con su auto, acompañando solo unos días a las gallegas, y por último Catalina, Cecilia y Cristina, una ingeniera textil, otra periodista y la otra abogada. Las tres por arriba de 33 y las tres de aspecto medio mutanesco, a lo Mandrilok, Reptiliok y Buitro.
Vanesa y Romina estaban haciendo un viaje más parecido al nuestro. Viajar por Nueva Zelanda, trabajar un año y volver. Las españolas solo estaban de vacaciones por dos semanas y ya estaban empezando la segunda.
- Venga, coño, joder, pasen. Qué esperan?
Entramos a la casa rodante (a la cual de ahora en más me referiré como el Coñomovil) y nos agasajaron con un desayuno impresionante... té y pan lactal.
- Joder, disculpen que no seamos grandes cocineras - dijo Catalina - Tu! cómo te llamas? - agregó apuntado a Antoine - se te apetece un porrito?
- Antoine es francés, talvez podemos hablar en inglés así todos entienden - dije
- Claro, joder tío! Venga, Antoine, smoke porro tu? - eran las primeras personas que encontrábamos con un inglés peor al nuestro.
- Venga, Antoine, no sea tímido, hombre. Don't be timid, que nosotras nos mordemos.
- Eeh? - respondió el francés. A los pobres Antoine y Stephane los volvieron locos, les hablaban en español y se la pasaban gastándolos. Los dos franceses no hacían otra cosa que sonreír y asentir cortésmente.
Catalina, Cecilia, Cristina. Las tres gallegas más locas del mundo.
- Las tres con C - dijo Juan ingenioso.
- Sí! Con C de COÑO!!! - gritaron en coro.
Esa tarde fuimos a la playak a andar en kayak. Como estábamos bien al norte de la Isla Sur, el clima permitía meterse al mar y nadar. Esa noche fuimos a otro Backpackers y cocinamos puré de papas, salchichas y huevos fritos para todos (esta vez nos la jugamos) por lo cual el índice patata cayó a unos 56 kilos. Luego jugamos a las cartas (al uno) y nos fuimos a dormir. Nosotros alquilamos una cabañita, ellas dormían en el Coñomovil. Hasta las 3 de la mañana, nos llegaban las carcajadas y el olor a porro.
Al día siguiente hicimos más vida de turista. Fuimos a las fábricas de chocolate y a los viñedos a ver si ligábamos alguna muestra gratis, alguna galletita con paté, un jugo loco, lo que sea.
Esa noche dormimos en Picton, la ciudad donde parte el Buquebús que cruza a la Isla Norte. Nos instalamos en un Backpackers con piano y con pileta, y no una pelopincho berreta, sino una pileta de verdad!! Luego de un concurso de clavados y jugar al marco polo, las chicas cocinaron una tortilla española peligrosísima y después nos fuimos al piano a tocar, cantar y mortificar a los otros huéspedes.
Manejamos todo el día, desde el Glaciar hasta el extremo norte de la Isla Sur, donde se encontraban las gallegas y la amiga japonesa-argentina. Como esa noche planeábamos no dormir y pegarle derecho hasta el camping donde nos esperaban las chicas decidimos que lo mejor era tener una buena comida en un pueblo llamado Greymouth para así estar bien alimentados y con energía y manejar mejor. Uno de los motivos del plan de conducir toda la noche era que estábamos gastando mucha plata en hoteles y aquí es cuando surge el concepto de las famosas "deseconomías", que lamentablemente nos acompañarían a lo largo de todo el viaje.
Fuimos a una pizzería, pedimos una grande de muzza, una napo y una canchera doble muzza. Lamentablemente la faina acá no existe. De bebida pedimos unas cocas y para rematarla, unos postres helados rellenos de felicidad.
Cuestión que el chiste nos costó 110 dólares, unos veinte dólares más de lo que nos costaba ir a un Backpackers y cocinar ahí, es decir una reverenda deseconomía.
Un Backpackers es un hotel rasca, donde a veces no hay sábanas y donde uno puedo cocinar su cocinar comida y conocer un montón de extranjeros rascas como uno.
Con tanta comida en la barriga nos moríamos de sueño pero finalmente lo logramos y a las 7 AM del día siguiente llegamos al camping. Llamamos por teléfono a Vanesa (la japonesa) y nos dijo que fuésemos a la Casa Rodante con una ventana rota y que nos estaban esperando para desayunar. No fue difícil encontrarla y reconocerla. Primero porque la ventana de chapa que le habían puesto llamaba muchísimo la atención, segundo porque se escuchaban gritos de mujer gallegos como "Venga, coño, joder, ratón miguelito!" y tercero porque era la única casa rodante en el camping (que estaba desierto).
- Venga, coño, joder entren nomás!! - gritaban a las carcajadas cuando nos vieron.
El grupo consistía en Vanesa y una amiga, que estaban con su auto, acompañando solo unos días a las gallegas, y por último Catalina, Cecilia y Cristina, una ingeniera textil, otra periodista y la otra abogada. Las tres por arriba de 33 y las tres de aspecto medio mutanesco, a lo Mandrilok, Reptiliok y Buitro.
Vanesa y Romina estaban haciendo un viaje más parecido al nuestro. Viajar por Nueva Zelanda, trabajar un año y volver. Las españolas solo estaban de vacaciones por dos semanas y ya estaban empezando la segunda.
- Venga, coño, joder, pasen. Qué esperan?
Entramos a la casa rodante (a la cual de ahora en más me referiré como el Coñomovil) y nos agasajaron con un desayuno impresionante... té y pan lactal.
- Joder, disculpen que no seamos grandes cocineras - dijo Catalina - Tu! cómo te llamas? - agregó apuntado a Antoine - se te apetece un porrito?
- Antoine es francés, talvez podemos hablar en inglés así todos entienden - dije
- Claro, joder tío! Venga, Antoine, smoke porro tu? - eran las primeras personas que encontrábamos con un inglés peor al nuestro.
- Venga, Antoine, no sea tímido, hombre. Don't be timid, que nosotras nos mordemos.
- Eeh? - respondió el francés. A los pobres Antoine y Stephane los volvieron locos, les hablaban en español y se la pasaban gastándolos. Los dos franceses no hacían otra cosa que sonreír y asentir cortésmente.
Catalina, Cecilia, Cristina. Las tres gallegas más locas del mundo.
- Las tres con C - dijo Juan ingenioso.
- Sí! Con C de COÑO!!! - gritaron en coro.
Esa tarde fuimos a la playak a andar en kayak. Como estábamos bien al norte de la Isla Sur, el clima permitía meterse al mar y nadar. Esa noche fuimos a otro Backpackers y cocinamos puré de papas, salchichas y huevos fritos para todos (esta vez nos la jugamos) por lo cual el índice patata cayó a unos 56 kilos. Luego jugamos a las cartas (al uno) y nos fuimos a dormir. Nosotros alquilamos una cabañita, ellas dormían en el Coñomovil. Hasta las 3 de la mañana, nos llegaban las carcajadas y el olor a porro.
Al día siguiente hicimos más vida de turista. Fuimos a las fábricas de chocolate y a los viñedos a ver si ligábamos alguna muestra gratis, alguna galletita con paté, un jugo loco, lo que sea.
Esa noche dormimos en Picton, la ciudad donde parte el Buquebús que cruza a la Isla Norte. Nos instalamos en un Backpackers con piano y con pileta, y no una pelopincho berreta, sino una pileta de verdad!! Luego de un concurso de clavados y jugar al marco polo, las chicas cocinaron una tortilla española peligrosísima y después nos fuimos al piano a tocar, cantar y mortificar a los otros huéspedes.
Stock de papa:50 kilos.
Durante estos dos días Juan se la pasó mandándose mensajitos con una amiga argentina que vivía en Wellington llamada Evangelina. Parece ser que era una rubia espectular, llena de amigas hermosas y que querían salir con nosotros en Wellington (donde nos dejaba el Buquebús).
- Qué edad tienen? - pregunté yo desconfiado.
- Jaja, tienen promedio 22, no te preocupes.
Al día siguiente nos despedimos de Vanesa y la amiga y con Amazing y el Coñomovil nos embarcamos en el ferry. El barco era gigante, el viaje duraba unas 4 horas. En un momento me aparté del grupo y me senté en la cubierta del ferry a mirar el paisaje, las montañas verde oscuro, las gaviotas locas revoloteando por todas partes, y el mar, que siempre y sea donde sea, es hermoso. Qué mejor lugar para recostarse cómodo y pensar y recordar a los amigos, la familia, los proyectos, los amores, el futuro y el pasado.
- El pasado...- pensé en voz alta.
La noche anterior me había sorprendido un mail que me había llegado que decía algo así.
"Me quede pensando mucho en lo que pasó entre nosotros. Me di cuenta que te extraño y estoy muy triste por cómo se dieron las cosas. Espero que algún día nos volvamos a encontrar y sea todo distinto. Besos María"
Ahhh, mi dulce María. Al final no era tan perra asquerosa pero ya era parte del pasado. El presente estaba acá y ahora, con Juan, Stephane y Antoine. Con las gallegas cruzando a la Isla Norte, hacia Wellington, donde nos esperaba Evangelina y sus amigas. Nuestro destino era Tauranga, donde nos haríamos ricos jugando al rugby y donde viviríamos increíbles aventuras, y efectivamente nos esperaban muchas cosas en este viaje por Nueva Zelanda, muchas de ellas realmente lindas pero muchas de ellas realmente feas...
Durante estos dos días Juan se la pasó mandándose mensajitos con una amiga argentina que vivía en Wellington llamada Evangelina. Parece ser que era una rubia espectular, llena de amigas hermosas y que querían salir con nosotros en Wellington (donde nos dejaba el Buquebús).
- Qué edad tienen? - pregunté yo desconfiado.
- Jaja, tienen promedio 22, no te preocupes.
Al día siguiente nos despedimos de Vanesa y la amiga y con Amazing y el Coñomovil nos embarcamos en el ferry. El barco era gigante, el viaje duraba unas 4 horas. En un momento me aparté del grupo y me senté en la cubierta del ferry a mirar el paisaje, las montañas verde oscuro, las gaviotas locas revoloteando por todas partes, y el mar, que siempre y sea donde sea, es hermoso. Qué mejor lugar para recostarse cómodo y pensar y recordar a los amigos, la familia, los proyectos, los amores, el futuro y el pasado.
- El pasado...- pensé en voz alta.
La noche anterior me había sorprendido un mail que me había llegado que decía algo así.
"Me quede pensando mucho en lo que pasó entre nosotros. Me di cuenta que te extraño y estoy muy triste por cómo se dieron las cosas. Espero que algún día nos volvamos a encontrar y sea todo distinto. Besos María"
Ahhh, mi dulce María. Al final no era tan perra asquerosa pero ya era parte del pasado. El presente estaba acá y ahora, con Juan, Stephane y Antoine. Con las gallegas cruzando a la Isla Norte, hacia Wellington, donde nos esperaba Evangelina y sus amigas. Nuestro destino era Tauranga, donde nos haríamos ricos jugando al rugby y donde viviríamos increíbles aventuras, y efectivamente nos esperaban muchas cosas en este viaje por Nueva Zelanda, muchas de ellas realmente lindas pero muchas de ellas realmente feas...
Y entre ellas una especialmente terrible...
Una muerte.
7 comentarios:
Thanks. Im Inspired again.
Una muerte!!!!
Esto es peor que Lost, me mata la intriga.
Espero que sea el frances el que palma, jaja.
Abrazo.
Yo estuve investigando en Foros y Comunidades de fantáticos de esta historia de origen Sueco, porque parece que por un tema de derechos, allá en Suecolanida van más avanzados con las temporadas que acá.
Igualmente, como está lleno de mentirosos y especuladores que dicen que vieron esta serie solo para levantarse chicas cuando no vieron ni el primer minuto del capitulo uno, me encontré con más de una versión:
Karl Poper, de Eatenwood, dice que la que se muere es María. Se muere de Amor.
Vinicuis Heidegger, de Clownville, sostiene que en determinado momento los protagonistas se quedan sin dinero y se ven obligados a trabajar disfrazados de Teletubbies en un local de comida para cuises, por lo que se estaría muriendo habría sido la dignidad.
Espero impaciente los nuevos episodios.
Ahhhhhh!!!!!!!!!!!
Actualizá chabóoooommmmmm !!! :D :D :D
Para mí que la demora tiene que ver con la huelga de guionistas.
Se muere Stephane. Mejor dicho se suicida porque perdio la cartera con todas sus cremas y no las consigue en NZ.
Apura el relato fizuqui que cuando llegues a argentina nos vas a deber la mitad de la historia.
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