martes, 19 de abril de 2011

Capítulo 21 "Aparece Siva"

En el Capítulo anterior empezamos a trabajar cosechando kiwis y recibí una invitación para participar en el Torneo de Sumo de Oceanía. Mientras tanto Juan busca laburo en un tambo y vivimos con Stephane, María y Tini en el mismo backpackers.

Nos levantamos temprano y fuimos a trabajar con Stephane mientras que Juan se quedó en la ciudad mandando mails y esperando llamadas telefónicas de los tambos a los cuales enviaba currícula.
Antes de ir a cosechar los kiwis, Juan me comenta
- Mira! tenemos un mensajito de las gallegas - que decía así (Juan: decime si me equivoco)

"Hola tíos! Estamos a unos 400 km de Tauranga. Se nos ha perdido la cartera, así que estamos pensando visitarlos para que nos castiguen."

Juan y Stephane se morían de la risa y hacían chistes finos de salón.
- Qué les respondo? - preguntó Juan
- Nada! Si les respondes van a venir y vas a tener que castigarlas en serio.
- No, no van a venir - río él - mañana tienen que estar en Auckland para volverse a Galicia.-
Bastante después, chequeando nuestro celular compartido, vi que finalmente Juan les había respondido algo así.

" Los Argentinos y los franceses no arrugamos. Si vienen las vamos a castigar."

El trabajo en la plantación fue , como siempre, insoportable pero yo estaba encantado y motivadísimo. Tenía el Kiwi tan elevado que debía tener cuidado de no destruir la Tierra. Stephane se quejaba todo el tiempo y era muy gracioso. Cabe aclarar que todos los extranjeros que laburan en los llamados "Seasonal Jobs" de Nueva Zelanda son mochileros. Todos excepto Stephane. Él es el único que, en vez de con una cómoda gran mochila, se vino con un equipaje enorme con rueditas y sin bolsa de dormir. En vez de una campera abrigada e impermeable, se vino con una jacketita de corderoy de marca super elegante. Y el único, desde ya, que trajo (exactamente) doce camisas de vestir, perfumes, cremas, brebajes y demás yerbas. En un momento pensé que su refinura se debía al solo hecho de ser francés, sin embargo luego conocí a un par de franceses super cirujas que me bustearon el mito.
Después de laburar 8 horas, volvimos a la ciudad y Stephane aceptó acompañarme a correr como parte del entrenamiento y preparación para el torneo. Corrimos unos 15 minutos hasta que vimos un Burguer King y nos clavamos un par de Whoppers (también parte del entrenamiento). Por último, como me daba un poco de vergüenza hacer los ejercicios de sumo en el medio de la habitación, me encerraba en el baño y, antes de ducharme, hacía shiko y practicaba salidas.
Esa misma noche nos encontramos todos en el comedor. Cenábamos todas las noches con las alemanas. Día por medio cocinabamos nosotros, día por medio ellas. Esa noche hicieron una sopa tan picante que por poco vimos un coyote espacial.
- Va a arder a la salida - dijo un japonés.

En el backpackers, junto al comedor, había una sala de video, con dvd, un gran sofá y muchos almohadones.
- Podemos ver una película - propuso María - en mi cuarto tengo Love Actually (aquella película inglesa con Hugh Grant que transcurre en Navidad y son todas historias de amor). Nos ubicamos en la sala y la casualidad me ubicó al lado de María. Simulé bostezar y le pasé el brazo por sobre sus hombros. Ella, aparentemente en estro, cedió y apoyó su cabeza en mi.
- Esta es la mía - pensé.

Empezó la película y no logramos ponerle subtítulos, así que de entrada, con Juan no entendíamos una goma. De todas formas Juan miraba más de reojo a Tini que a la pantalla del televisor.
Habrían transcurrido 10 minutos y yo ya me empezaba a enganchar y a entender la trama cuando suena nuestro celular y Juan atiende.
- Hola?... Ah! bueno, ya bajamos. - y corta. - Son las gallegas! - me dice entre asombro e incertidumbre. Se pone de pie y sale del cuarto.
La situación era muy incómoda. Las alemanas nos habían cocinado y habían conseguido una película pero las gallegas, pobres, se habían venido de no se donde.
Qué debía hacer? No bajar a saludar era muy mala onda de mi parte. Había viajado con ellas más o menos una semana y se habían portado de diez. Pero si bajaba quedaba medio mal con María.
Como ni siquiera se me ocurría una excusa, me levanté en silencio rompiendo el frágil abrazo y bajé a saludar con la idea de volver a los 5 minutos y esperando que la receptividad de la alemana no decaigase o decaigara.
Salí y allí estaban las 3 gallegas en su Coñomovil. Catalina, Cecilia y Cristina. Las tres feas, graciosas, ridículas y encantadoras. No pude menos que sonreír de alegría y darles un fuerte abrazo a cada una.
- Vamos tíos, suban, que aquí estoy mal estacionada. - sin pensar que los 5 minutos se harían 15, subimos de un salto al Coñomovil.

Empezamos a dar vueltas por la ciudad. Las gallegas querían comprar alcohol y buscaban una Licor Store, que son autoservicios de escabio y son más comunes que los supermercados chinos en Bs As. Finalmente encontramos una y compraron alcohol como para sobrevivir 4 años en una isla desierta con Wilson. Luego buscaron un lugar para estacionar (y por ende para pasar la noche) y encontraron un lugar perfecto justo al frente de nuestro backpackers.
Yo todavía estaba a tiempo de ir a ver, aunque sea, la mitad la película con María. Traté de despedirme cordialmente pero me era muy difícil.
- Noo!! Quédate un poco más. Esta es nuestra última noche juntos! - decían
- Pero mañana me tengo que levantar a las 7 para ir a trabajar - trataba de explicar.
- Joder!!! Y no vayas! - era un argumento irrefutable
- Juguemos a algo - propuso Cecilia
- Juguemos al Burro loco!! - grito Catalina
- Siiii!!! - explotó Cristina
- Qué?! - preguntamos Juan y yo totalmente alarmados por la naturaleza del nombre. La palabra "Burro" medio que intimida un poco.
- Uno se tapa los ojos, los otros se esconden y tiene que encontrarlos
- Aahhh, al cuarto oscuro! - entendí - o en su defecto Gallito Ciego.
- jaja Gashito siego - se burlaban las gallegas de nuestra pronunciación argentina - pero qué nombre más ridículo.

Me quería ir pero realmente el cuarto oscuro es un juego que me fascina por eso decidí quedarme solo 10 minutos más que se como siempre se harían un poco más largos.
El Coñomovil era bastante grande pero era solo una campervan con un pasillo, un baño y una mesita por lo que no había muchos lugares para esconderse
Empezamos a jugar y poco a poco empezamos a destruir el lugar, primero tiramos una taza, después fue una botella. Mientras más cosas se rompían las gallegas más se reían de como NO les iban a devolver el deposito que habían dado por el alquiler de la campervan.
Así fue que me distraje y el tiempo empezó a pasar más rápido. En un momento Juan era gallito ciego, una de las gallegas estaba escondida abajo del volante hecha un bollito y yo me había acostado entre el parabrisa y el volante (no se como se llama esa parte del auto, es como la cuneta pero de adelante). Juan se agachó en cuatro patas para chequear abajo y a mi se me ocurrió una maniobra maestra. En mi imaginación planeé saltar arriba de Juan y dar una vuelta carnero sobre su espalda, al mejor estilo Batman Vuelve Forever. De esa manera se vería confundido porque no sabría quien habría rodado por su espalda y talvez diera una oportunidad a la desarfortunada gallega que estaba totalmente atorada entre el freno de mano y el embrague. Entonces respiré profundo y salté arriba de Juan. No se si fue porque estaba un poco oscuro y no pude calcular la distancia o porque se me enganchó a cadera contra el volante o porque ya no soy el de antes pero la cuestión fue que solo logré despegarme del suelo apenas unos centímetros y solo logré pegarle un cabezazo en la espalda a Juan y aterrizando contra la frágil puerta corrediza del baño del Coñomovil, obviamente rompiéndola totalmente.
- Qué pasó? - gritaron todas. Encendieron las luces y encontraron a Juan en el piso casi inconsciente y yo tirado y confundido, dentro del minúsculo habitáculo del baño, de espaldas al suelo y con las piernas arriba del inodoro.
Yo esperaba la típica reacción de cuando se rompe algo en una fiesta y todos te miran y abren mucho los ojos y hacen "Oooohhhhhh" con la boca y nadie dice nada pero te miran con cara culposa, y uno sabe que hizo algo muy mal pero le cuesta mantener la seriedad, en parte por nervios y en parte porque la situación generalmente es verdaderamente graciosa.
En este caso al principio las gallegas estaban mudas. La puerta de baño es algo relativamente importante ya que impide que tus compañeras te vean, entre otras cosas, sentada en el inodoro. Se podría decir que la puerta del baño es uno de los pilares de la civilización moderna, algo que nos separa (junto con la abstracción del lenguaje y el entierro de nuestros muertos) al resto de los animales. Sin embargo la reacción fue la siguiente: primero se empezó a reír una, luego la otra y finalmente las tres estallaron en carcajadas. Catalina se reía tanto que tuvo unos espasmos y tiró y rompió otro vaso, cosa que intensificó las risas de las otras. Yo aproveché la situación, las abracé, me despedí y me fui rápido antes que se dieran cuenta, a ver el final de la película con María, sin embargo cuando llegué la sala de video estaba vacía. Eran las 4 de la mañana. Me fui a dormir para levantarme al día siguiente tres horas después para ir a levantar kiwis. Esa noche Juan no durmió en el hostel.

A la mañana siguiente fui a desayunar solo. Esta vez ni Juan ni Stephane querían trabajar. En el comedor había solo unas pocas personas y entre ellas, María.

- Buenos días - saludé pero no me respondió. A los minutos me dice
- Ayer me podrías haber avisado que no volvías. No sabía si esperarte o irme.
- Disculpá. Tenés razón... lo que pasó es que... - todavía no me sale inventar una excusa rápido en inglés
- No me tenés que explicar nada. Estuviste con las chicas españolas.
- Sí, es que era su última noche con nosotros. En dos días se vuelven a Galicia.
- Claro, y te gustan. Seguramente son hermosas (textual)
- jajaja, noo! dejame mostrarte unas fotos!
- No me tenés que mostrar nada - respondío ofendida. Hubo un largo silencio en el cual me concentré para decir lo siguiente
- No me gustan las gallegas. Me gustas vos, María.
Ella levantó la vista y me miró sorprendida. Pasaron unos segundos, abrió la boca para decir algo pero justo en ese momento apareció Tini que gritó desde la puerta.
- Vamos, María, la camioneta está abajo - por unos segundos ninguno sabía que hacer, entonces ella se puso de pie, agarró su mochila, se me acercó, me dió un beso en la mejilla y me dijo "Nos vemos a la noche" y se fue apresurada.

Me quedé solo y desconcertado tomando mi desayuno que consistía en kiwis y avena. Ahora solo había una persona más en el comedor sentado a unos 4 metros de mi. Noté que me estaba mirando y lo miré. Era un pibe más o menos de mi edad, medio oscurito y con una gran sonrisa.
- Linda chica - me dice sonriendo con un acento idéntico al de Apu de los Simpson
- Qué?
- La pelirroja. Linda chica
- Ah - respondí medio a desgano - sí...gracias.
- Hoy es mi cumpleaños - me dijo unos segundos después, esta vez todavía más sonriente
- Qué?
- Hoy es mi cumpleaños
- Ahh... feliz cumpleaños - le respondí un poco más amable - Cómo te llamás?
- Sivaneswaran Thiruchelvan
- ...


Siva... una persona que nunca olvidaré. En Nueva Zelanda conocería mucha gente pero con solo unos pocos entablaría una relación de sincera y real amistad. Stephane había sido mi primer amigo hecho en este viaje. Siva sería el segundo. Todavía ninguno de los dos ni siquiera sospechaba que más tarde seríamos compañeros de viaje por mucho tiempo.

Era sábado. Era el cumpleaños de Siva y esa noche marcaría un quiebre en nuestra estadía en Tauranga...se te ve la tanga.


Próximo Capítulo " La última palabra"

7 comentarios:

kiwijuan dijo...

Es increible como te acordas todo tal cual paso.
Yo aprovecho para revivir todo.
Y cada vez mas largos los capitulos.
Es genial, cuanto sale conectarte el internet ahi? lo pagamos entre los fanaticos para que escribas mas seguido.
Abrazo

David dijo...

Ehh, spoiler.

Che, la odio a María.
Mirá este capítulo:
Las gallegas en un rato se cagaron de risa y se pusieron a jugar al gallito ciego.
La otra te hace el peor desplante de histérica dependiente.
Lástima que no las castigaron a las gallegas, me la juego que garpan infinito más que las frígida s germanas.

Mejora el relato, abuante fizukiwi.

Unknown dijo...

Boludo, ¡como me hiciste cagar de risa!
Segui escribiendo que me encanta, me haces reir, me haces llorar,jaja bueno capaz no tanto, pero que me divierto un monton seguro.
Adhiero a la propuesta de kiwijuan, te pagamos la conexión a internet con tal de que sigas escribiendo.

Matías

Anónimo dijo...

Me encato el el verbo "bustear" un mito, che culiao estre tanto amigo extrajero no te olvides de los pobres sudacas

Anónimo dijo...

amiguitos!!!!!! Gracias por leer!!

juanete: viste que buena mi memoria?
Dicen que la avena estimula la acetilcolina que es un neurotrasmisor o algo asi... no me acuerdo.
Internet no me sale caro, es gratis, el tema que no tengo como llegar a la biblioteca del pueblo!

davisinio: estoy de acuerdo con vos, lastima que no escuche tu consejo antes!

matiasfuquet: me alegra que te diviertan mis desgracias! no se si eso habla bien o mal de nuestra amistad!! :)

morsito: como olvidarlos, como olvidarlos, nananananan por primera veezzzzz.

ahi va el post!!

abrazo!!

fizu

x dijo...

Mhh... para mí que Siva hace magia o algo así.
Telekinesis.
Seguro que tiene telekinesis.

Anónimo dijo...
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