En el capítulo anterior estábamos en Wellington, la Capital de Nueva Zelanda y fuimos al Torneo de Sumo que fue muy divertido.
Hoy era domingo y estábamos sin trabajo, sin plata y lo peor (o lo mejor) de todo, sin rumbo alguno.
Nos despertamos y noté que no podía mover el cuello, levantar los brazos ni hacer el paso de robot. Ahora es cuando sentía las consecuencias del torneo y de no tener 18 años. Sentía todo el cuerpo totalmente agarratonado. Tenía un par de moretones, varios rasguñones y un mordisco en la nalga. Me bajé de la cama como pude, que era difícil porque era marinera y fui a pegarme una ducha.
Si bien el hostel donde estábamos era bastante elegante, en esta clase de lugares el baño y las duchas no están en la habitación. Hay unas pocos baños compartidos y son mixtos. Entonces cuando te bañás tenés al lado un mujer haciendo lo mismo. Recuerdo que una vez, un mes atrás aproximadamente, cuando viajábamos con las Gallegas, nos fuimos a bañar todos juntos y fue divertido. En nuestra cultura la hora del baño es un momento muy íntimo y privado, sin embargo creo que sería interesante que lo convirtiéramos en un evento más social, como lo es el almuerzo y la cena. Es decir, que sea un momento para compartir en familia o entre amigos.
Otra cosa loca en Nueva Zelanda son los inodoros. Aquí estos dispositivos no poseen el mejor de los diseños, no como en Argentina que hay un agujero cuadrado en la pared, y dentro de dicho uraco un alambre largo con una percha en la punta, en el cuál tenés que meter la mano y levantar el chogán para desagotar el agua y luego tener la puntería y destreza suficiente para embocarle el taponete justo en el agujero de la recámara para que no pierda agua. En Nueva Zelanda los inodoros tiene solo dos botones (mucho más complicado), un botón que tira poquita agua cuando lo que querés hacer desaparecer es solo un pucho de cigarrillo, un fósforo o un boleto de colectivo, y después tenés el otro botón que usa muchísima agua y presión ultraviolenta y se usa solamente en emergencias y catástrofes gastroclimatológicos, o cuando la evidencia que pretendés eliminar es de mayor calibre, como un contrato de locación, una banana, un pepino o una bolsa de papa.
Tras una ducha de 4 horas (lo cuál ya me parecía al malo de Robocop I cuando se cae en el ácido), me reencontré con Stephane y decidimos que lo más inteligente que podíamos hacer era buscar trabajo. Como este país es muy próspero y solo tiene 4 millones de habitantes encontrar trabajo no es presenta un gran desafío. Está lleno de los, ya mencionados, “Seasonal Works”, que son los laburos estacionales relacionados con agricultura que incluyen cosechar, sembrar, podar, fumigar, etc. y después hay también muchos en bares, restaurantes, supermercados, etc. El único problema es que es se hace un poco más difícil cuando pretendés encontrar laburo para dos en el mismo lugar, como era nuestro caso.
Nos topamos con un complejo de cines (onda Village Recolgueta o Cinemarx) y entramos a chusmetear. Una de las pocas cosas que compartimos con Stephane es el amor a los libros y al cine, por lo cual decidimos intentar conseguir trabajo allí (como si ello implicase poder ver muchas películas). Como no sabíamos donde preguntar, hicimos la cola en las cajas hasta que llegó nuestro turno.
- Buenos días, que película quieren ver? - nos preguntó la cajera
- Ninguna, en realidad queremos trabajar acá. Se puede? - finalmente la chica habló con la encargada y esta nos dio dos aplicaciones para que llenáramos. Las completamos con todos nuestros datos, las entregamos y nos sentamos en una mesa en la plaza de comidas.
- Bueno, ahora solo es cuestión de esperar - dijo confiado Stephane. Esperamos una hora y media más o menos, como no pasaba nada, nos levantamos y nos fuimos.
Seguimos Recorriendo la ciudad hasta que Stephane divisó una Iglesia Católica. Tironiándome de la manga como un chico me arrastró hasta la misa que estaba empezando. Yo creía que la devoción religiosa del francés era medio chamullo. Desde que me había confesado que no tenía un castillo todo lo que había dicho hasta el momento lo había tomado con pinzas, sin embargo, se sabía todas las canciones (que eran en latín) y se notaba que la tenía clara. En un momento nos arrodillamos y teníamos que rezar, calculo. Como yo no sabía que hacer pedí tres deseos. Después hicimos la cola para comer la hostia que en ingles se dice "wafer" y antes de irnos, Stephane fue a saludar y a cruzar unas palabras con el cura.
Luego seguimos caminando hasta que llegamos a lo que sería la Plaza de Mayo de Wellington, donde se habían juntado un montón de personas y decenas de orquestas militares. Tocaron algunos temas famosos, incluidas algunas obras clásicas como el Feliz Cumpleaños, Su Florcita y Locura Automática. Y fue en este momento donde se nos ocurrió la siguiente idea.
Qué hace un hombre que no tiene trabajo ni casa?
Adónde va un hombre que necesita orden, disciplina y comida gratis?
Qué hace un hombre cuando no tiene la inteligencia y la capacidad para hacer cualquier otra cosa más lógica?
La respuesta no es difícil de adivinar... el ejército.
Comenzamos a discutir al respecto y estábamos los dos más que entusiasmados con la idea. Stephane, como buen muchacho conservador y aristócrata que era, estaba todavía más fascinado que yo. Admito que siempre me gustaron los bazookas, jugar a los soldaditos y ver películas de Bruce Willis pero no es que tuviera un amor especial al ejército. Si fuese por mi preferiría más ser mercenario, tipo Cobra o Destro.
Cuestión que fuimos al Information Office ( algo así como la oficina de Turismo) y Stephane preguntó.
- Hola. Nos gustaría inscribirnos en el ejercito de Nueva Zelanda, por favor. Adónde tenemos que ir? - yo me moría de vergüenza y literalmente me agaché a atarme los cordones para así esconderme abajo del mostrador y que la mujer no me viese.
- Querés ver cosas del ejercito? Tenés el museo de Guerra, que está solo a unas cuadras de acá. - ofreció la mujer, obviamente, sin entender
- No, no, no. Mi amigo y yo queremos ser parte del ejercito de NZ, entrenar y vivir en los cuarteles.
- Ah.... - la mujer se quedó en silencio y nos miró. Luego se puso de pie y buscó una segunda opinión. Al minuto se acerco un hombre viejo, que parecía estar mejor informado.
- Entonces uds. quieren ser parte del ejercito de NZ? - preguntó.
- Sí, señor - respondió firme y serio Stephane, golpeando los tacos de sus zapatos, solo le faltaba hacer el saludo militar.
- En ese caso deberán dirigirse al Departamento de Defensa y preguntar allí. - dijo mientras nos daba un mapa e indicaciones para llegar.
En el trayecto, Stephane, que estaba de la cabeza, empezó a fantasear sobre lo genial que sería vivir en los cuarteles y me decía que si pudiese elegir iría a la fuerza aérea ya que uno de sus tantos sueños era ser piloto.
- Stephane, la idea es ir solo unos dos o tres meses. No te van a dar un jet en ese tiempo, no digas boludeces. - de todas formas yo también estaba super entusiasmado con todo esto y fantaseaba con entrenar, disparar un arma, tirar una granada o que se yo que.
De repente toda la situación me hizo recordar cuando, 8 años atrás, también me dirigía al ejército para inscribirme y ser un colimba. La escena era exactamente idéntica solo que no estaba caminando por Queen Avenue con Stephane, sino que caminaba por Av Sante Fe con mi queridísimo e impresionante amigo Hugo Andrés Simkin. Y fue aquí que experimenté una sensación extraña, que era un mezcla de orgullo y vergüenza, al darme cuente que mi criterio y lógica no habían cambiado ni evolucionado nada en los últimos 8 años. Sí, era orgullo y vergüenza al mismo tiempo. Incluso pensé en mandar un mail a la Real Academia Española para que incluyeran este concepto, que podría estar representado por la palabra "orgüenza", o sino también "vergullo".
Totalmente vergulloso y orgüenzado, llegamos a la entrada del Departamento de Defensa.
Era un edificio enorme y moderno. Tratamos de entrar pero la puerta estaba cerrada y no había nadie a la vista. No había timbre ni portero eléctrico ni nada. Como habíamos caminado tanto no nos queríamos volver con las manos vacías, sin nuestro uniforme militar y sin nuestra granada, por lo cual nos quedamos revoloteando por la entrada tratando de entrar o presionando botones que resultaban ser tornillos. Justo cuando nos estábamos por ir escuchamos un voz metálica que nos dice
- Qué necesitan? - sorprendidos empezamos a mirar para todos lados sin descubrir de donde venía el sonido.
- Ehhh, venimos a enlistarnos en el NZ Army. - dije mirando al cielo como si le hablase a un espíritu. Tras un largo silencio, la voz respondió
- Pasen, y suban hasta el quinto piso. - y automáticamente se abrieron las puertas del edificio.
En el ascensor, Stephane se peinaba el jopo y yo me metía la camisa dentro del pantalón y me subía la bragueta (tenía puesto aquél pantalón verde que se le baja el cierre cada 7 minutos).
- Lo primero que nos van a preguntar es si tenemos experiencia, Stephane - le dije (yo que ya había vivido una entrevista con el Sargento). - vos dejame hablar a mi.
Entramos y nos recibió un GiJoe neocelandés, y nos invitó a pasar a una oficina.
- En unos minutos va a venir el Sargento, esperen aquí por favor. - nos dijo. Tomamos asiento y al rato entró el superior al cual no le entendí el nombre, por eso lo llamaré Sargento Sloter.
- Entonces uds están interesados en ingresar al ejercito? - nos preguntó.
- Así es. - respondimos,
- Tienen experiencia en el campo?
- Sí, señor. Yo fui 12 años a un Colegio Militar y jugué al rugby 10 años en un Club Militar (todo parcialmente mentira, todo parcialmente verdad)
- y vos? - pregunto Sloter dirigiéndose a Stephane.
- Yo no tengo experiencia pero estoy muy motivado, señor. (textual)
- En ese caso - prosiguió Sloter - déjenme contarles qué implica enlistarse en el NZ Army. - y aquí empezó a entrar en detalles sobre el compromiso y como el ejercito daba la oportunidad de seguir una carrera. No trajo un montón de folletería sobre las carreras que podíamos elegir, desde cocinero, francotirador o electricista hasta músico, administrador de redes o chofer. Obviamente nos pagaban y nos daban todo: comida, ropa, indumentaria. También había un gran espacio para el deporte, organizaban muchos torneos y demás cosas locas. Mientras Sloter nos contaba todo esto, se me aceleraba el corazón de la exaltación y el frenesí.
- Entonces, uds están dispuestos a este compromiso? - nos preguntó finalmente. El Sto había dicho algo así como que teníamos que quedarnos como mínimo un año, y ambos sabíamos que eso era totalmente inadmisible. Nuestra idea era quedarnos dos meses y después seguir recorriendo el país. Para quedarme mucho tiempo en un lugar me hubiera quedado con Juan en un tambo. Sin embargo estábamos ahí en la oficina con el Sto Sloter frente nuestro y no nos daba para decirle
"No, un año es mucho. Solo queremos quedarnos un par de meses, comer y vivir de arriba, usar internet, sacar algunas fotos y después irnos al diablo"
Por lo cual respondimos
"Sí, señor. Estamos dispuestos a comprometernos con las condiciones que ud dispuso y estoy seguro que no lo vamos a defraudar, ni a ud, ni a NZ."
- Muy bien - respondió Sloter - entonces antes de empezar les voy a traer un test psicólogico para ver si están aptos para ingresar. - y esto fue re loco. Nos trajo un examen que era solo para ver si éramos retrasados mentales o no. Creo que todavía conservo el examen (digo creo porque en este momento la mitad de mi equipaje esta a 1000 km de donde estoy yo ahora). Si todavía lo tengo sin duda lo voy a llevar a Argentina para que lo aprecien y los disfruten como lo disfruté yo. Todavía me acuerdo de algunas preguntas.
1) Cielo...Azul
Nube... Blanca
Sol...
2) Tachar lo que no corresponde
Perro - Gato - Caballo - Tractor
Uva - Durazno - Roca - Naranja
3) 4 + x = 6
x = ?
Y así como 20 preguntas y no estoy exagerando, eran todas igual de estúpidas.
Completamos el test y entonces trajo unos formularios y nos preguntó nuestros nombres completos
- Nombre completo? - preguntó Stephane
- Sí - dijo Sloter
- Stephane Aureleen Dominique Jean Baptiste Flocoud de la Penardié. - y tanto el Sto como yo nos quedamos con boca abierta. Cuando este me miró, me recompuse y le dije
- Federico Quiroga
- Qué nombres raros... - comentó extrañado Sloter - Uds son de Nueva Zelanda?
- Cómo? - preguntamos incrédulos.
- Si nacieron en Nueva Zelanda? - nos miramos con Stephane y pensamos lo mismo "Pero este tipo es un pelotudo!" ¿Cómo voy a ser de Nueva Zelanda si yo hablo inglés como Tarzán y Stephane habla como Giordano?
- No - respondimos.
- Yo soy de Francia.
- Y yo de Argentina.
- Ah, disculpen entonces, pero para ingresar al NZ Army tienen que ser de Nueva Zelanda o haber vivido 5 años en el país. - no entendíamos nada, hacia una hora que estábamos hablando con el tipo este y en ningún momento se avivó de eso. O nos tomaba el pelo o talvez no habíamos aprobado el examen psicológico.
- Bueno, en 5 años volvemos. - agarré todo el folleterio, unos caramelos que había arriba de la mesa y nos fuimos.
Salimos del edificio y fuimos a nuestras oficinas a discutir nuevamente que hacer. Con oficinas me refiero a un Burguer King).
- Y ahora? El hostel donde estamos es muy lindo pero día a día estamos perdiendo un montón de plata y no estamos ganando nada.
Al escuchar esto otra vez casi se me indigestó el Whopper XXX con Kevin Bacon y Huevo Toresani que me estaba comiendo. De todas formas existía una alternativa. En Nueva Zelanda, Australia, Inglaterra, Bolivia y algunos países más existe una movida llamada Woofies Farms, que son un granjas orgánicas y familiares que están dispuestas a hospedar y recibir gente. El trato es que los viajeros o mochileros hospedados trabajen unas 4 o 5 horas por día solo a cambio de una cama y todas las comidas. Aquí no ganaríamos plata pero tampoco perderíamos, por lo cual se solucionaría la mitad de nuestros problemas. Afortunadamente, Tini, la amiga de María, me había regalado un librito con datos de todas las woofies farms de NZ. Entonces empezamos a buscar las que estaban en Wellington y llamamos, hasta que nos pudimos comunicar con una. Me atendió una mujer, le comentamos nuestras intenciones de ayudar en la granja y con mucho entusiasmo nos respondió que éramos bienvenidos y nos dio indicaciones para llegar a su casa que no estaba en Wellington sino en los alrededores.
Fue así que nos dirigimos primero a lo Evangelina, le agradecimos por todo y nos despedimos con la promesa de invitarlas a una asado en mi casa cuando estemos todos en Bs As ( promesa que otra vez nunca vamos a cumplir pero que en ese momento nos la creíamos). Luego fuimos al hostel y sacamos toda nuestro equipaje y caminando tranquilamente hasta la estación donde nos tomamos el tren que nos llevaría a la granja.
Muchas veces una tiende a pensar que el tiempo de transición de un lugar a otro es una pérdida de tiempo. Bueno, qué es la vida entonces? De todas formas todavía recuerdo estar sentado allí, mirando las casas pasar por la ventanilla del tren con Stephane a mi lado, a quien solo había conocido poco tiempo atrás. Mientras hacía esto disfrutaba del agridulce sabor de la incertidumbre, porque si bien teníamos claras indicaciones de cómo llegar a nuestro destino, no teníamos ni idea de adonde íbamos.
Cuando llegamos a la estación, bajamos del tren, y esta estaba vacía, salvo por una familia compuesta por padre, madre, un hijo y un perro. Dicha familia llamo muchísimo mi atención. El padre era un tipo flaco barbudo y con pelo largo y rubio. Estaba vestido con zapatos, pantalones cortos y una camisa a cuadros. Una de sus piernas estaba toda vendada, como si hubiese tenido un accidente reciente. La mujer medía un metro y medio, era chiquita, morocha y con aspecto un poco roñoso y hippesco. El hijo estaba entre los 8 o 9 años, y cuando me acerqué, noté que era retrasado mental. Y finalmente el perro, que era un canino marca genérica, sin ninguna particularidad, salvo por el pequeño detalle que era tuerto.
Nos acercamos un poco dudativos hasta que la mujer nos preguntó
- Uds son Freddy y Stephane? - igual estábamos tan sorprendidos que no pudimos responder ni disimular la expresión muerte cerebral que teníamos en la cara.
- Nosotros somos la familia Patterson...- dijo el hombre
- Bienvenidos a nuestra granja...- dijo la mujer. Pasaron unos segundos y todavía no podíamos reaccionar.
- Por Dios... - pensé mientras los miraba incrédulo - ...a ese perro le falta un ojo.
CONTINUARA
Próximo Capítulo Sábado 18
"Corky, el perro tuerto y la encantadora granja hippie biodinamica"
11 comentarios:
puse propaganda Paga de Google, a ver si empiezo a ganar algo de plata.
alguien sabe como funciona. estoy dispuesto a meter chivos en el relato.
uf, que rapido se paso mi dia franco
nos vemos en 8 dias!!!!
Abrazo para todooss!!!!!
fizu
Grandioso relato, como siempre.
Ja, por un segundo pense que el ejercito de NZ era tipo la legion extranjera y que dejaban entrar a cualquiera.
Por suerte, no te imaginaba con la responsabiliad de tener una granada en la mano.
jajajajajajaja
las granjas biodinamicas skip ultra son lo maximo.
solo: Gracias.
Que bueno el nombre del próximo capitulo!!
Che, a grandes rasgos es mas o menos verdad todo lo que venis contando, no?... porque mira que a mi me preguntan "que sabes de fizu?" y yo les cuento lo que leo aca...
Abrazo y se te extraña tonton.
muy buenas tus aventuras! lamentablemente no soy un asiduo lector del blog por mi avocación para con la tesis, pero es muy entretenido!
Un abrazo enorme y nunca te olvides que lo importante es el viaje, nunca el destino!
O sea, Petruza quiere decir que vuelvas pero que te vayas de nuevo pronto?
Jajaja! Espero que se te hayan cumplido los 3 deseos que pediste en la iglesia. Jaja.
Abrazo.
Hola amiguineess!!!!!!!!!! DIA FRANCO!!!! SIIIII
Procedo a responder los mensajes que han escrito!!
Morsipan: Gracias!... legion exrtanjera... que buena idea...
Ehh!! soy irresponsable? eso ofende, viejo!
Guillermo: si, son geniales. No son muy productivas ni eficientes pero son geniales.
Aleli: solo: Reflejos!!
Martincito: para bien o para mal, estoy contando todo tal cual como pasó. Si hay algo que no puedo contar lo hago en un blog paralelo.
Yo tambien los extraño, dulce!!
Petruza:gracias! Como? preferis estar 6 horas en el auto de Ezequel en vez de estar en Mar del Plata?
David: Nunca sabremos lo que quiso decir
pablo de paz: nooo, re mal, siempre pido lo mismo y nunca se me cumplen! Talvez porque me abuso del recurso. Pido 3 deseos cada vez que cruzo abajo de un puente, en mi cumpleaños (en incluso en los cumpleaños de los otros) y cada vez que piso caca de perro.
Gracias por leer y les mando un abrazo enormee a todos!!
Fizu
no me puedo parar de reir con las cosas que escribis! deberia estar preparando una entrega para mña lunes pero no puedo dejar de leer! increbile tu experiencia!
sofi de cordoba
Jajaja lo.mejor q leí hasta ahora...me pregunto en que andaras ahora...
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