lunes, 9 de mayo de 2011

Capítulo 10. Orsai, Bujías, Campamento y Adiós. (Primera Parte)


Empezaba la cuarta semana en Nueva Zelanda. Esto es como los noviazgos adolescentes, primero festejás cada semana cumplida, luego los meses y luego los años y luego nada.
Nos armamos de valor con Juan para ir a decirle al Gordo Greg que nos íbamos de su cochina granja. Preparamos un buen discurso explicando las razones de nuestra ida ya que pensábamos éramos los únicos empleados dotados con pulgares opuestos capaces de manejar el control remoto de la maquina de patata. Fuimos a hablar a su oficina y después de recitar todo nuestro discurso, el Gordo Greg nos dijo

- Bueno, de todas formas esta era su última semana con nosotros porque termina la temporada de cosecha y su trabajo termina acá.

Entonces comenzamos la última semana en Las Cabañas. Trabajamos como siempre pero esta vez más relajados que nunca porque cada vez había menos papata para almacenar, entonces teníamos un montón de tiempo muerto y charlábamos mucho con los viejos neocelandeses compañeros nuestros y con Ben.
 
Esa semana empezamos a buscar un nuevo trabajo y en internet encontré un aviso de un Club de rugby que necesitaba "granjeros rugbiers", el aviso no podía ser más indicado para nosotros salvo que fuera para "estudiantes de agronomía con pésimo nivel de inglés". Llamé por teléfono y después de hablar con un tal Byron o Barry (nunca entendí el nombre) efectivamente estaba interesado en contratarnos.
Stephane también querían trabajar en esto, entonces volví a hablar con este tipo (quien de ahora en más llamaré Bigotes) y me dijo que el equipo de rugby necesitaba muchos jugadores así que éramos todos bienvenidos a trabajar para el Club. Me dijo también que ganaríamos más plata de la que actualmente estábamos ganando y me preguntó en qué posiciones jugábamos, peso y otros detalles. El Club era en Tauranga, una ciudad bien al Norte de NZ, a más de 3000 Km. de donde estábamos en aquél momento.
Después de horas de discusión nos pusimos de acuerdo con el siguiente plan: íbamos a comprar una camioneta entre los 3 e íbamos ir hasta Tauranga en auto. El pequeño Antoine nos pidió de venir con nosotros pero no jugaría al rugby ya que en 10 días tenía su pasaje de vuelta a Francia.
Nuestra alegría y entusiasmo no podía ser mayor.
Esa semana María trabajaba en el turno noche por lo cual lunes y martes no nos cruzamos.
Al día siguiente trabajamos también muy tranquilamente y aquella tarde recibí un mensajito de texto que decía

"Freddy, esta noche esperame hasta que vuelva de trabajar. María"

El problema era que me tenía que acostar muy temprano para levantarme al día siguiente a las 6, así que decidí tomar una pequeñas siesta a eso de las 21 y despertarme a eso de la 1. Lamentablemente la siesta se hizo larga y me desperté a las 3 de la mañana. Fui al salón pero ya estaba vacío.
Al otro día le mandé en un mensajito diciendo

"María, ayer me quedé dormido, perdón. Te espero hoy a la 1"

Esta vez me eché una siesta también pero puse el despertador. Me desperté a la 1 y fui al salón pero María no estaba. Allí me explicaron que la alemana se sentía mal y se había vuelto antes del trabajo.
Al día siguiente recibí un mensajito que decía

"Mañana te quiero ver y darte todo"

Y con "darte todo" esperaba cualquier cosa excepto "eso que me dio"

Y así cayó el viernes, último día de trabajo para todos. Nos juntamos el Potato Crew a brindar en el salón y espontáneamente surgió la idea de despedirnos haciendo un campamento en una montaña muy linda.
Fue así que Juan, María, Stephane, Antoine, Sara y yo comenzamos con los preparativos para un campamento inolvidable.
Sin duda inolvidable para cada uno de nosotros.


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